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Hugo Martínez (Más Madrid): «Debemos aspirar a una república que mejore la democracia, no que recupere la batalla que perdieron nuestros abuelos»

Hablamos con el diputado de Más Madrid en la Asamblea Hugo Martínez Abarca sobre Monarquía vs. República y el rey Felipe VI y su cambio frente a su padre Juan Carlos I

¿Es más cara una república o una monarquía?, ¿qué sería mejor para España?, ¿los republicanos deben apostar por una II República 2.0 o una III República que no tenga nada que ver?

El diputado de Más Madrid en la Asamblea Hugo Martínez Abarca acaba de publicar el libro ‘La alternativa republicana’ (Catarata). Hablamos con él sobre Monarquía vs. República, los pros y contras de cada forma de gobierno, el rey Felipe VI y su cambio frente a su padre, Juan Carlos I, la presunta corrupción en la monarquía española y la apuesta por un modelo republicano.

¿Por qué es mejor  una república en España que una monarquía? 

Una república, en general, en abstracto, es más democrática que una monarquía. Es verdad que en una democracia hay cosas mejorables y yo no comparto lo de que «o hay república o no hay democracia». Hay democracias perfectamente consolidadas con una monarquía. En España, la monarquía, desde los últimos dos siglos, ha sido un freno para todos los avances. En otros países donde las monarquías son compatibles y funcionales con una democracia, en muy pocas ocasiones han tenido complicidades con dictaduras o han sido un freno para las revoluciones liberales del siglo XIX, han acompañado esos procesos.

En España todos los reyes siempre han sido un freno para los avances democráticos, nunca han estado tirando del pueblo hacia la democracia, siempre han estado frenándola, han sido un obstáculo, incluso para la propia formación de la nación. Los monárquicos apaleaban a los que iban con la bandera rojigualda, una cosa muy llamativa y que incluso la izquierda nos lo tendríamos que hacer ver cuando tenemos esa alergia a la rojigualda, porque fue un símbolo de los de izquierdas de hace 150 años.

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Eibar, primera ciudad que proclamó la II República en España. | Foto: Eibarko udal Artxiboa/Archivo municipal de Eibar.

En España la monarquía siempre ha sido un freno, incluso la monarquía actual, que podría haber sido compatible con la democracia, porque en algunas cosas Juan Carlos I era inteligente, hacía más guiños a la izquierda que a la derecha, por ejemplo, pero es una monarquía que incluso por su propia corrupción lo que ha tirado es de aquellos elementos que perjudicaban al país.

Cuando Juan Carlos empieza trincando del petróleo, en plena crisis del petróleo y cuando España necesitaba comprar petróleo más barato, él dice que no y que se lo compremos a Arabia Saudí, y España compra a Arabia Saudí. Una monarquía que consigue dinero del petróleo no va a apostar por una transición ecológica, por ejemplo. Luego, en esos años en los que España está siendo una vanguardia en las conquistas de libertades, como LGTB y feminismo, tenemos un país muy movilizado en esas luchas y una monarquía que incluso identitariamente se define como monarquía católica y que siempre ha estado en las iconografías más conservadoras de la sociedad, pues ahí no va a ser un motor de democratización, de conquistas de las libertades, sino de todo lo contrario.

A un presidente de una República lo elige el pueblo y el rey es impuesto. 

Es un dato muy importante. En España no hay una restauración de la monarquía, hay una instauración, Franco inaugura una nueva monarquía. Es un hecho que podría haber sido superado, los pecados originales, en política, se pueden curar. Suárez, por ejemplo, tenía un origen falangista y yo creo que nadie puede dudar que hizo todo lo posible por la mejor democracia que cabía en su cabeza. El pecado original que tiene ahí la monarquía es, primero, un poco de esto de Scarlett O’Hara (Lo que el viento se llevó) de «juro que nunca más pasaré hambre» y entonces robo todo lo que puedo y eso empapa al país, y luego, obviamente, un rey es tirar los dados para mucho tiempo.

Una de las cosas que se nos dice a los republicanos es: «¿Y qué pasa si gana Aznar la presidencia, por ejemplo?». Pues estupendo, ya lo hemos tenido de presidente y no pasa nada. Bueno, sí que ha pasado, pero luego intentamos ganarle unas elecciones y dura lo que dura, y si es presidente es porque le ha votado la gente, pero si tenemos un Aznar como rey, no podemos hacer nada, y tiene tal blindaje constitucional e institucional que no habría nada que hacer.

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Foto: Rodrigo Isasi

Una monarquía que fuese como la escandinava, que se mantiene en los límites de lo estrictamente cosmético, incluso puede ser un elemento folclórico bueno para el país. Hay elementos folclóricos que no son el ideal democrático pero que convives con ellos y no es traumático. En España no ha sido nunca así,  siempre ha sido un freno para los mejores hábitos democráticos posibles y creo que las encuestas demuestran cómo los jóvenes están diciendo que hasta aquí hemos llegado.

Hablas de encuestas: la de Sigma Dos para El Mundo del 6 de enero refleja un apoyo del 57,7% a la Monarquía como forma de Estado, mientras un 37% la rechaza y un 5,3% no sabe o no contesta.

Lo que casi nunca pregunta nadie, y no se sabe por qué, es: «¿Qué prefiere usted, monarquía o república?». Hacen como preguntas muy rebuscadas que hay que interpretar. Creo que el CIS lo preguntaría abiertamente si pensaran que va a salir un apoyo claro a la monarquía. Un 57% en un momento en el que está en duda, no es un super apoyo. ¿Por qué el CIS no pregunta? Si creen que la Monarquía tiene un claro apoyo, en un momento en el que la Monarquía está en crisis, pues pregunta al pueblo. 

Si ahora hacen un referéndum y sale Monarquía, los republicanos nos tenemos que callar durante 40 o 50 años. Si lo tienen tan claro, pido por favor al Gobierno que lo haga y a Pablo Casado que lo apoye entusiasta, porque por lo menos sería un respaldo para 40 años, o al menos hasta que pilláramos a Felipe VI robando, que supongo que no lo estará haciendo.

El propio Tezanos dijo al principio de su mandato que se comprometía a intentar meter la pregunta de la monarquía, que no sé cómo se intenta, o se mete o no se mete, y no lo ha hecho, se ve que no lo ha conseguido o que ha dejado de intentarlo.

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Foto: Javier Soriano / Reuters.

Tengo muy claro que en los mayores de 55 años, o incluso de mi edad, 44 años, puede no haber una tendencia antimonarquica muy fuerte. Ahora, en los menores de 30 años la tendencia antimonarquica es abrumadora, y eso es muy importante, porque los menores de 30 dentro de poco van a ser los menores de 35 y van a ir creciendo. Si los jóvenes de hoy tienen un abrumador rechazo a la monarquía, como pasaba en las últimas encuestas del CIS, lo que cabe pensar es que el camino de la monarquía es corto. Igual que creo que Felipe VI nunca va a tener el apoyo de Cataluña, creo que la Monarquía no va a tener el apoyo de esa juventud que cada vez es menos joven.

Apuestas en tu libro por dejar de lado a la II República, a la izquierda tradicional, para apostar por la primera República del siglo XXI. ¿Cómo es esa República?

La historia tira de los pueblos, y está bien, necesitamos raíces, contarnos a nosotros mismos que España no es la de Felipe II, Isabel la Católica y Francisco Franco, hay un hilo emancipador de la historia pero ese hilo no tienen por qué ser solo las repúblicas. Por ejemplo, Alfonso X, el Sabio, es un una figura que deberíamos reivindicar, no tanto por lo intelectual, que también, o porque como rey de Castilla escribiera en gallego, sino porque consigue una España multicultural, dentro de todas las diferencias históricas.

Creo que podemos hacer un hilo histórico emancipador muy amplio que nos viene bien a los demócratas, para que no parezca que todo avance democrático es una anomalía en la historia España.

Hay tensiones durante toda nuestra historia entre facciones más emancipadoras y más reaccionarias, pero no solo las dos repúblicas son el hilo emancipador, como a veces parece que nos hemos creído la izquierda. Eso lo que ha hecho es que parezca que cuando hablamos de república lo que estamos contando es que queremos que salga ahora bien lo que salió mal a nuestros abuelos y bisabuelos, y más cuando pensamos que la República es un proyecto de la juventud española. A la juventud española le suena a chino la Transición, les empieza a sonar a chino el 15M, cómo no les va a sonar a chino la II República.

La II República es una república de los años 30, nadie quiere volver a la política de los años 30, y la república a la que deberíamos aspirar es una que mejore la democracia que tenemos en el siglo XXI, la que ponga las raíces para crecer democráticamente, económicamente y socialmente en este siglo, no la que recupere la batalla que, desgraciadamente, perdieron nuestros abuelos.

Está muy bien que nos sintamos orgullosos de periodos de España muy positivos, y la II República tuvo aspectos muy positivos y otros no tanto, pero no podemos pensar en una II República 2.0, puede ser un bonito proyecto para jugar en el Ateneo de Madrid pero no tiene ningún sentido como proyecto que aspire a que ser un proyecto que gane y que en algún momento se instaure como instituciones españolas.

Hay que recordar que no solo hay repúblicas de izquierdas.

Una república no tiene que ser de izquierdas, tiene que ser democrática. En un país tiene que haber izquierda y derecha. Obviamente la derecha de hoy no es como la derecha de hace 25 años, desgraciadamente, pero tampoco es como la derecha de los años 30, por mucho que nos hagamos fantasías. Una república tiene que ser un espacio democrático donde un pueblo se autogobierne, y cuando haya una mayoría de derechas, tiene que haber un Gobierno de derechas que respete las libertades, que sea democrático, que respete la Constitución republicana. Como pretendamos hacer que la República sea la República de izquierdas, nunca la va a haber.

¿Qué cambio ha habido de Juan Carlos I a Felipe VI y qué cambio, desde la proclamación de Felipe VI hasta ahora?

Obviamente no conozco personalmente a Felipe VI, pero cuando alguien es corrupto suele ser muy poco fanático ideológicamente y creo que Juan Carlos era listo, porque como a él lo que le importaba era trincar, se llevaba bien con la izquierda, porque le daba igual, porque no era un fanático, creo que no pensaba que tuviera un derecho divino para ser rey, él pensaba que estaba ahí y que había que aprovechar, porque no se sabía cuánto duraba la cosa y trincó por eso.

Yo diría que Felipe VI no está en esas, que probablemente no esté robando, a poco listo que fuera diría: «Oye, que ya han pillado a mi padre, como me pillen a mí esto sí que se acabó». Sin embargo, tiene toda la pinta de que Felipe VI, como su madre, sí que se cree el tema monárquico y se cree como que tienen una especie de derecho natural a estar ahí porque encarnan naturalmente a España o algo así. 

Creo que Felipe VI es un rey muy de derechas, incluso sin darse cuenta. Cuando él hace el discurso del 3 de octubre, que es cuando se carga la monarquía española tal y como la conocíamos, que es cuando el rey entra en política. El rey no puede entrar en política, una persona que tiene un cargo político no elegido democráticamente tiene que estar callado sobre política, y hacer política sin que se note, porque si no pierde toda la legitimidad del cargo y le duraría la monarquía 15 días.

Felipe es tan de derechas que no se da cuenta de que está haciendo política y por eso lo apadrinan de una forma tan descarada Santiago Abascal, Pablo Casado o Isabel Díaz Ayuso, porque lo sienten como uno de los suyos, como uno de los que pueden promocionar un tipo de España frente a la que hoy por hoy es mayoritaria en el Congreso los Diputados.

Probablemente, en lo corrupto, estoy convencido de que no está haciendo lo mismo que su padre, lo cual no quiere decir que no estuviera al corriente de lo que hacía su padre, es obvio que lo estaba él y todos los Gobiernos que ha habido, pero en lo ideológico creo que es mucho menos hábil, creo que no está entendiendo cuál es su papel y su papel no es el de un jefe de Estado republicano, es un monarca y por lo tanto, tiene que estar al margen, y que todos intuyamos cuáles son sus posiciones políticas es un fracaso de su reinado.

Reformar la Constitución para que pudiera haber una república es un proceso muy complicado. 

Es absolutamente inviable, y creo que es un grave error de los constituyentes. Hay partes de nuestra Constitución que son muy fáciles de reformar, y se han reformado, pero los aspectos nucleares de la Constitución son extremadamente rígidos, por lo que es absolutamente imposible que se reformen. Es un error, porque lo que se supone que haces para proteger la Constitución lo que de verdad consigue es sembrar su desplome.

Habrá un proceso constituyente que no ha habido, la Constitución no va a durar 5.000 años, durará lo que dure y en algún momento habrá una nueva Constitución, y no va a poder ser por la vía constitucional, porque los constituyentes no dejaron esa alternativa. Lo que habrá es síntomas de que hace falta un nuevo proyecto constituyente y se aprobará en referéndum y, en algún momento, se dará por muerta la Constitución del 78. En algún momento habrá un colapso de la Constitución, e incluso puede que para mal.

Una de las críticas que se le hace a las repúblicas es que su gasto es muy superior al de algunas monarquías: nuestro presupuesto anual ronda los ocho millones de euros frente a los 228 de Italia o los 112 de Francia.

Me parece un argumento flojo. Yo prefiero una democracia cara, y una democracia siempre es más cara que una dictadura. Vox quiere reducir ahora la Asamblea de Madrid a la mitad porque es mucho gasto, nosotros, sin embargo, proponemos reducirnos el salario a la mitad para reducir el gasto pero manteniendo un número de diputados suficiente como para poder hacer oposición.

El dato del gasto de la Casa Real Española es un misterio, porque esos ocho millones son la partida que damos a la Casa Real, pero luego los gastos de seguridad van para el Ministerio del Interior, Patrimonio Nacional es el que cuida y mantiene todas sus fincas. Es radicalmente imposible saber cuánto nos cuesta realmente la monarquía.

De todas maneras, el gasto me parece un problema menor. Si la monarquía funcionara, si tuviéramos un sistema democrático que funciona, que no necesita reformas, que no tiene un problema territorial, etc, pues perfecto si cuesta ocho millones, 16, 30 o los que cueste, y más si no está robando.

Los símbolos de un país son importantes: ¿la bandera es un símbolo del que la derecha se ha apropiado o del que la izquierda ha renegado?

Que la bandera la ha entregado la izquierda durante mucho tiempo en bandeja es una evidencia. Creo que el debate en torno a la rojigualda o la tricolor es un debate absolutamente estéril. Ese debate se zanjó con el gol de Iniesta, los españoles sienten la rojigualda como la bandera de sus alegrías, y puedes quitarle la coronita si quieres, pero es la bandera de los españoles.

Foto: Rodrigo Isasi

La tricolor es un símbolo que puede generar mucha afectividad para algunos, y ahora mismo es una bandera de una izquierda muy escorada a la izquierda. La batalla es cambiar el país y los símbolos ayudan a cambiar el país o no. ¿La bandera ayuda a cambiar el país?, creo que desgraciadamente no. A mí me encanta la bandera tricolor pero no es un motor de cambio democrático, es un motor de votos para la izquierda, y entonces hay que elegir si la República es para cohesionar a la izquierda o para cambiar el país y yo prefiero que sea para cambiar el país.

En tu libro escribes sobre que en el 15M, y posteriormente en Podemos, estaba la idea de ese país «radicalmente democrático, moderno, joven y feminista» que se quería construir. ¿Qué queda de esa idea en Podemos ahora mismo?

No me gusta hablar mucho de Podemos, porque yo he estado ahí y es un poco como hablar mal de tu ex, y eso es feo. Creo que han cometido errores y que por eso están donde están y yo no estoy ahí porque no comparto el recorrido, pero prefiero no hablar de ellos.

Sí creo que debemos dejar de hablar del 15M los que lo vivimos porque corremos el riesgo de hacer lo mismo que hicieron nuestros mayores con la transición, construir un mito de algo que fue una maravilla pero que duró lo que duró, y que dejó una semilla muy buena para el país, pero que ya pasó. Ahora mismo está empezando a votar gente que tenía siete u ocho años cuando fue el 15M, es una cosa que pasó y que no hay que mitificar.

Ahora bien, en España, no sé si por el 15M o empieza antes, por ejemplo con la ley del matrimonio homosexual, ya se vio que había un fondo frente a lo que nos habían contado de que somos un país conservador y cateto. España es un país en el que hay una semilla de cosmopolitismo, de liberalismo real, del que defiende las libertades y los derechos de todos aunque no sean como tú, creo que eso es una cosa que el 15M profundizó y que eso no se ha borrado.

La reacción antifeminista o el querer retroceder en algunos derechos LGTBI son como el canto del cisne de un conservadurismo que sabe que tiene perdido el país y que por eso responde tan agresivamente.

¿Qué grandes cambios debe hacer la izquierda para ser una opción fuerte en España?

Mirando lo que sea pasando en Europa, la forma de responder a los proyectos más conservadores, más antisociales, incluso a la extrema derecha, no está siendo una izquierda identitaria que esté hablando todo el día de que la izquierda es mejor y que por lo tanto tiene que ganar. Los partidos verdes son los que están desplazando a la democracia clásica y a la izquierda más identitaria, en nombre de proyectos más fragmentados, si se quiere, pero que sí están poniendo sobre la mesa planes de futuro emancipadores y liberales.

Nos han quitado la palabra liberalismo, pero el liberalismo es una defensa de las libertades individuales que, cuándo nació la izquierda marxista, iba de la mano, y Marx no hablaba en contra de la libertad, hablaba en defensa de la libertad, lo que pasa es que luego su tradición hizo lo que hizo.

No tener una identidad fuerte, sino proyectos que hablen del siglo XXI, que defiendan la vida de los jóvenes de ahora, de los jóvenes del futuro, los derechos de todos, creo que es mucho más eficaz para responder a la oleada ultraconservadora que reivindicaciones muy identitarias que en ningún sitio están saliendo bien. De hecho, Podemos, cuando nace y se reivindica como ni de izquierdas ni de derechas, tuvo mucho mejor éxito que ahora que está ubicado claramente en la izquierda, que es un proyecto legítimo pero es un proyecto que tiene más dificultad para ser una respuesta eficaz al giro conservador y autoritario que tiene la derecha española y europea.

¿Cómo se le gana la batalla a la extrema derecha?

No creo que haya gente más de derechas ahora que hace 20 años, lo que sí creo es que en toda sociedad, cuando hay una tendencia emancipadora, hay una respuesta, es normal que ante avances de la sociedad haya una reacción agresiva. Ahora mismo, con el tema de los indudables avances del feminismo hay una reacción de un machismo beligerante que no había hace 15 o 20 años. En el fondo puede ser incluso un síntoma de la victoria de la emancipación.

Es muy pronto para saber si es un síntoma de la victoria o la semilla de la derrota. Habrá que intentar confrontar, pero no pegando muchos gritos. Hay una izquierda a la que le han contado que la izquierda y la libertad no se llevan bien y se lo ha creído. La igualdad es un instrumento para conseguir la libertad, no hay libertad sin igualdad. Esa contraposición se la inventó la derecha para decir que la desigualdad era buena porque traía libertad y parece como que nos la hayamos creído. La democracia, la libertad, son proyectos emancipadores y, por lo tanto, de lo que siempre nos habían contado que era la izquierda.

Los avances sociales tienen que ser una necesidad para conseguir que haya democracia y libertad, porque no hay democracia ni libertad cuando grandes capas de la sociedad no están alfabetizadas o no tienen para comer, pero comer y alfabetizarse no son una excusa para recortar libertades y democracia.


Hugo Martínez Abarca responde a nuestra 11 preguntas random: 

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