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Según la junta de revisión de dopaje de la IAAF, Darya Klishina, de 25 años, debería poder competir en la categoría de salto de longitud como atleta neutral porque cumple con los criterios de elegibilidad para participar en competencias internacionales. La noticia ha despertado duras críticas en redes sociales, donde algunos compatriotas rusos han calificado a la deportista de “traidora”. Muchos no ven con buenos ojos que Klishina haya accedido a competir sin llevar la bandera rusa, especialmente cuando muchos otros deportistas del país tienen prohibida la participación en los Juegos. De acuerdo con la IAAF, un total de 136 atletas rusos han solicitado permisos de excepción para participar en las Olimpiadas de Río, en un intento de pasar por alto la prohibición general impuesta al equipo de atletismo de Rusia por el escándalo de dopaje masivo “patrocinado por el Estado” del que se le acusa. En principio, por el momento, la atleta será la única rusa en competir en Río como deportista “apátrida”. La participación de Darya Klishna en los Juegos, sin embargo, está aún sujeta a la aprobación del Comité Olímpico Internacional (COI), pero una vez éste de el visto bueno, la atleta podrá participar sin impedimentos en las competiciones de salto de altura como una atleta más.

“Cada año, por mi cumpleaños, me gusta viajar para conocer niñas que luchan por ir a la escuela, para estar junto a ellas y asegurarme de que el mundo escucha sus historias”, dijo al llegar al campamento donde viven 300.000 personas. Sobre la crisis de refugiados, la joven paquistaní denunció la situación de riesgo que sufren miles de niñas que están perdiendo la oportunidad de “ir a la escuela, perdiendo la posibilidad de tener un futuro mejor”. “No aceptaremos un mundo donde las decisiones sobre nuestro futuro se toman en despachos donde las niñas no pueden entrar”, añadió. Por otro lado, la joven paquistaní hizo un llamamiento a las autoridades de Kenia para que no sigan adelante con sus planes de cerrar el campamento de Dadaab el próximo otoño.

Malala Yousafzaise ha convertido en una defensora activista a favor de la educación de las niñas en todo el mundo, después de que a ella intentaran quitarle la vida precisamente por eso, por querer estudiar. En 2012, al salir del colegio, dos hombres armados dispararon contra ella dejándola gravemente herida. Su historia llamó la atención de la comunidad internacional porque la joven, en vez de renunciar a su sueño de seguir estudiando, el ataque le hizo ser más beligerante contra quienes impiden que las niñas reciban una educación para mejorar sus vidas. En 2014 se convirtió en la persona más joven en obtener el Premio Nobel de la Paz.