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Empatía, información y recursos contra la violencia de género en mujeres migrantes

Derribar barreras culturales, lingüísticas y sociales en la lucha contra la violencia de género. Es el frente de lucha de Access cuyo motor, las agentes de cambio, establecen con las víctimas una relación de confianza basada en la empatía

Empatía, información y recursos contra la violencia de género en mujeres migrantes

La violencia de género es universal, afecta a mujeres de todas las edades, culturas, etcétera. Sin embargo, las mujeres migrantes son especialmente vulnerables. Cuando una mujer migra a otro país empieza de cero, aprende a vivir en una cultura distinta, pero lleva consigo el bagaje de aquello que le han repetido desde que nació. El idioma y la falta de información también son barreras difíciles de franquear, además de la discriminación racial a la que están expuestas.

Para luchar en este frente nace el Proyecto Access con misión: mejorar el acceso de mujeres migrantes a los recursos de atención a las víctimas de violencia de género[contexto id=»381727″]. En él participan las organizaciones Médicos del Mundo España, GAMS (Bélgica) y FORWARD (Reino Unido). 

La empatía y la confianza son dos de las armas principales en la lucha de las mujeres víctimas de violencia, por eso el motor de Access son mujeres migrantes: las agentes de cambio. Africanas y latinoamericanas, la mayoría de ellas han vivido situaciones de violencia y decidido apoyar a otras en su proceso de superación. 

En España, 16 mujeres actúan como intermediarias entre las comunidades en riesgo de violencia de género y aquellos a los que pueden pedir ayuda. Son guía, consejo. Comparten sus experiencias para ayudar a otras mujeres, o simplemente para dar visibilidad al problema.

Organizan distintas actividades en sus comunidades para fomentar que surjan lazos de confianza. Suelen reunirse en grupos de unas 15 personas y esperar a que las víctimas de violencia reúnan el valor para abrirse. Se adaptan a cada caso, dependiendo de en qué fase esté la persona. Dejan tiempo para reflexionar. Parten de la base de que lo primero es denunciar esas situaciones pero sin forzar ni juzgar. Solo acompañando y apoyando.  El camino que se recorre tras una situación de violencia de género lleva tiempo, y sentirse acompañado durante el proceso es importante. 

Las barreras culturales: otro frente en la lucha contra la violencia de género 1
Presentación del Proyecto Access | Foto: Twitter Médicos del Mundo

La empatía de quien lo ha vivido

En la presentación del proyecto, Imara Martínez, una de las agentes de cambio, contó que cuando le propusieron este proyecto lo asumió como un reto. Como muchas de las participantes eran africanas y ella solo tenía experiencia en América, se apuntó a un curso para aprender sobre la cultura de sus futuras compañeras. Allí conoció a la camerunense Nixon Mamb y supo que debía ser parte de Access. Así fue.

Nixon, también presente, empezó a hablar y la atención de los asistentes se podía sentir. Su español no es perfecto pero su historia es capaz de remover conciencias. Llegó a España desde Camerún en 2003, con sus dos hijas, para reunirse con su marido. Venía de un barrio en el que las puertas nunca se cerraban y los vecinos entraban sin avisar. Llegó a Zaragoza y tardó seis meses en poder decir «hola» a un desconocido en la calle. Los papeles de residencia la volvieron total dependiente de su marido, que estaba viviendo en España antes de que ella y su hija llegasen.

Le concedieron una residencia de cinco años con autorización para trabajar solo bajo el permiso de su marido, según contó a los asistentes. Como no conocía el idioma ni a nadie que pudiese ayudarla, no podía quejarse para cambiar su situación. Para ella, el matrimonio consistía en satisfacer las necesidades de su marido, pues así la habían educado. Yo lo veía como “si decide darme, bien; si no, también”, cuenta.

A base de valentía, y de tejer su propia red de apoyos, Nixon fue superando su situación.  Aun así, cuando le propusieron formar parte de este proyecto como agente de cambio tuvo miedo. Era consciente, como víctima, de que no es un problema fácil. “Mi miedo era no estar a la altura de sus necesidades, no tener fuerza o valor para estar a su lado”. 

La parte más difícil fue dar cursos en los que participaban sus hijas. “Tenía miedo de no saber separar lo que es mi profesión de mi sentimiento como madre”, cuenta en una entrevista a The Objective. Nunca antes había hablado con sus hijas de ello. “Hemos vivido situaciones duras, pero yo no quería forzarlas a entender esa situación. Quería que vivieran la vida que tienen que vivir, como niños, que fuesen capaces de sentir de verdad el proceso”, nos explica. 

Centrarse en ayudar a otras mujeres le ayudó también a ella, le dio el empujón final que necesitaba para hacerse cargo de su situación. Access, nos cuenta, le ha dado conocimiento y herramientas para luchar. “He luchado esto desde la impotencia. He luchado mucho para poder salir adelante pero creo que me faltaba esta formación”, afirma. 

Las barreras culturales: otro frente en la lucha contra la violencia de género 2
Cartel del proyecto Access | Foto: Twitter Médicos del Mundo

El origen y el fin de Access

Información y apoyo. Nixon tiene claro que son los mejores compañeros de camino cuando se trata de superar una situación de violencia. Frente a aquellos que niegan que la violencia de género existe, su posición es firme: «Estamos trabajando con hechos, con dolor, con muchísimas personas que sufren”, y añade, «las mujeres que los sufren no necesitan que nadie les diga si se merecen o no ese sufrimiento. Necesitan estar tranquilas, confiar». 

Derribar barreras culturales, lingüísticas y sociales. Dar a las mujeres migrantes información y recursos para que sean capaces de decir ‘no’ a lo que es inaceptable, independientemente de lo que les hayan contado desde niñas. Nos cuenta Nixon que, en Arabia Saudí, la mutilación genital es legal por el simple hecho de realizarse en un centro de salud. Y no es solo eso, sino que además entra dentro de las normas sociales. “Se hace solo para beneficiar al hombre y si no lo haces no te sientes digna. Siendo una persona normal y sana, te sientes mal”, explica. Lo mismo ocurre con los matrimonios forzosos en distintos países, y con otras muchas formas de violencia. De ahí el origen y el fin de proyectos como Access. Las mujeres son las primeras que negarse a aceptar lo inaceptable. 

 

 

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