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Los feriantes, atrapados en el laberinto del covid: "Nos han dejado tirados como perros"

Los feriantes, atrapados en el laberinto del covid: «Nos han dejado tirados como perros»

«Si los parques de atracciones pueden abrir, ¿por qué nosotros no?», «¿tenemos que ser Walt Disney o la Warner Bros para que nos dejen trabajar?». Son las preguntas que se hacen los miles de feriantes de este país que aseguran encontrarse con «la soga en el cuello» como consecuencia de la suspensión de los eventos populares y las ferias. Un colectivo del que forman parte unas 30.000 familias en España y que genera unos 200.000 empleos entre febrero y octubre y que ahora se encuentra atrapado en un laberinto del que no ven salida: «Al no haber fiestas a nosotros nos han condenado, nos están ahorcando de tal manera que nos estamos muriendo».

Son las palabras de quien después de 45 años trabajando y padre de cuatro hijos, ahora se ve «abandonado como un perro» por gobiernos e instituciones que los miran de soslayo y, asegura, los han dejado «abandonados a su suerte». Quien hace estas declaraciones a The Objective es Ángel Barata, presidente de la Asociación de Feriantes de Zaragoza, nieto e hijo de feriantes que reclama «feria sin fiestas» o, ante la imposibilidad, «una ayuda económica para poder subsistir».

Ángel y sus compañeros piden que en las fechas en las que son las fiestas les dejen instalar sus ‘cacharros’ con todas las medidas de higiene, de aforo y de distanciamiento establecidas, al igual que los parques de atracciones. «Hemos visto a alcaldes de renombre de este país subidos en atracciones de los parques temáticos para su reapertura, esto es una vergüenza, a nosotros ni nos han llamado para decirnos qué va a pasar con nuestro sector, nos hemos enterado por la tele, somos unos pagafantas, sólo nos llaman cuando hay que pagar», nos cuenta Barata desde el otro lado del teléfono, quien junto a su mujer y sus cuatros hijos hace unas 20 ferias al año.

«Comenzamos en Semana Santa en Calanda, Teruel, y finalizamos en el mismo pueblo para las Fiestas del Pilar». Este año Aragón ha suspendido las fiestas y las atracciones hasta el 30 de septiembre como mínimo, por lo que el Pulpo Rupi, la Nube, el Jamaica y el Dragón de Ángel permanecerán cerrados por primera vez en décadas. Quedarán hacinados en los camiones.

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Dos hijos de Ángel Barata con una de las atracciones cerradas. | Foto cedida por Ángel
«Al no haber fiestas a nosotros nos han condenado»

La temporada de ferias y verbenas se extiende principalmente entre los meses de abril a octubre, un periodo en el que el colectivo de feriantes, formado en un 98% por autónomos y pequeñas empresas familiares, obtiene los ingresos para subsistir todo el año. Pero la pandemia les ha pillado antes del inicio de la temporada, por lo que la inmensa mayoría lleva sin facturar desde octubre, y se prevé que los festejos populares no se vayan a permitir antes de noviembre, cuando ya la temporada ha finalizado, para entonces, muchos ya llevarán hasta 19 meses sin trabajo. Esta situación va a provocar situaciones críticas para muchas familias, denuncian desde la Asociación Cultural Unión de Feriantes de la Comunidad de Madrid (ACUFCAM), alguna de las cuales ya han empezado a depender de la beneficencia.

“Algunos compañeros han tenido que solicitar ya la ayuda de Cáritas o Cruz Roja porque no pueden hacer frente a sus necesidades diarias. Y esto no ha hecho más que empezar, pues si no vamos a poder ingresar nada hasta la temporada de 2021, para muchos va a ser imposible hacer frente a este año en blanco”, lamenta a este medio Fernando Piqueras, presidente de la Asociación Cultural Unión de Feriantes de la Comunidad de Madrid (ACUFCAM), que explica que al tratarse de una actividad estacional, muchos feriantes se dan de alta en el Régimen Especial de Trabadores Autónomos (RETA) exclusivamente para los meses de abril a octubre, «así que esta crisis les ha pillado fuera del sistema de ayudas, y no pueden acogerse a las prestaciones extraordinarias por cese de actividad que ha aprobado el Gobierno».

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Fernando Piqueras en una de sus atracciones cerradas por el COVID-19. | Foto cedida por Fernando

Fernando, tiene 53 años, y junto con su mujer y sus dos hijas, de 24 y 22 años, recorren cada año unas 17 ferias de la Comunidad de Madrid. Tiene una churrería y una pista de coches infantil y también un préstamo de 30.000 euros que sacó meses atrás para arreglar los cacharros sin imaginar lo que se le (nos) venía encima. «Sigo pagando el préstamo, pero llegará el día que no lo pueda pagar, porque con una ayuda de 661 euros difícilmente llegas para comer», nos cuenta, explicando que, además de su mujer y sus hijas, para él trabajan otras tres personas que ahora se encuentran sin ningún tipo de ingreso. «O nos dejan trabajar, porque nosotros nos vemos capaces de poder trabajar adaptándonos a la nueva normalidad, o tendrán que rescatar al sector», sentencia el presidente de ACUFCAM.

«No pedimos trabajo, pedimos trabajar»

Para arrancar cada temporada, los feriantes tienen que invertir unos 5.000 euros en el pago de seguros de carretera para los camiones, seguros de carretera para las atracciones, responsabilidades civiles, certificados de ingenieros, boletines de la luz… un dinero que «se perdió ya, es cómo si hubiésemos encendido una fogata y hubiésemos quemado 5.000 euros en ella».

Nos lo cuenta emocionado el presidente Asociación de Feriantes de Zaragoza, quien sacó un préstamo de 5.000 euros para arrancar esta temporada, una temporada que sin empezar ya ha terminado. «Ahora viene el colegio, no sé cómo lo voy a hacer. En mi vida me han dicho los profesores que le falta un libro a mis hijos, pero este año no sé cómo lo voy a hacer porque no tengo ni para comprarle unas zapatillas, es así de triste».

Situación parecida vive Gelo, feriante de nacimiento, «a mí me pesaron en una romana de pesar la fruta», cuenta nostálgico para quien la feria es «la sonrisa de un niño, la juventud, la vida». Y es que a sus 53 años, ahora se ve sobreviviendo gracias a la ayuda de su madre: «Ahora se acaba de ir de mi casa que me ha traído una hogaza de pan para mi mujer, para mi hijo y para mí. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a esta situación?», se lamenta emocionando quien desde el 19 de marzo hasta el 21 de octubre está deambulando de feria en feria cada fin de semana con su tómbola, su Súper Mario y su hinchable. «Este mes tuve que pagar 400 euros del IVI y 200 euros de luz, los 661 del cese de actividad ni los vi», se justifica.

Ahora, lo que se preguntan la mayoría de feriantes es cómo arrancarán la temporada que viene si en esta no van a tener ningún tipo de ingreso. «¿De dónde sacamos el dinero para la temporada que viene si no tenemos ya ni para comer?». «No pedimos trabajo, pedimos trabajar. Tenemos los negocios. No sabemos poner ladrillos, no somos fontaneros, no somos electricistas, somos feriantes».

El negocio del vaivén está a punto de quebrar. El de las luces, el del olor a algodón, churros y chocolate, el de la música estridente, el que lleva la ilusión a los pueblos. España era un país de ferias, y ahora nadie hace nada.

 

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