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Más difícil todavía: madres solteras con hijos menores en pandemia

Parejas bien avenidas con hijos menores están viviendo la pandemia como un reto de conciliación y cuidado. Sienten que no llegan. ¿Cómo se sentirán entonces las madres que están solas?

Más difícil todavía: madres solteras con hijos menores en pandemia

Marcin Jozwiak | Unsplash

«La gestión de mi hijo es complicada porque su círculo social es muy limitado y acaba haciendo las mismas cosas con las mismas personas. Esto hace que los problemas y las conductas se vuelvan repetitivas. Hay veces que me siento incapaz de dar solución a sus problemas». «Nuestra hija es pequeña y casi toda su vida ha sido en pandemia. Nos han dicho en la guardería que a estos niños les cuesta un poco más socializarse y ese es el miedo que tenemos». «Nosotros podemos turnarnos, mi marido y yo tenemos trabajos flexibles. Hemos tenido suerte, no hemos tenido muchos confinamientos de guardería. Estábamos acojonados con eso. Incertidumbre porque en cualquier momento te confinan a la niña, es vivir al día. El día que abre la guardería es la felicidad». «Lo más complicado fue la primera ola: compatibilizar nuestro teletrabajo con el estudio de mi hijo a distancia. Hemos renunciado a ver a los abuelos y yo creo que es lo que más ha notado mi hijo». «A mí me pilló la pandemia teniendo que reincorporarme al trabajo después de haber tenido a mi primera hija. Mi preocupación era volver a luchar por mi puesto, reincorporarme al mundo laboral. Lo he llevado bien porque el teletrabajo me ha permitido flexibilizar mis horarios. Es verdad que a veces te sientes una mala madre y acabas exhausta al final del día porque intentas llegar al trabajo que hacías antes, a tu hija y a todo. Cuento con mi marido, menos mal, porque no tenemos abuelos aquí. Nos coordinamos y acabas trabajando por la noche cuando tu hija está durmiendo».

Estos son testimonios de padres y madres que viven con sus hijos menores de edad. Todos viven en pareja y no han tenido problemas económicos ni laborales graves en el último año. Aun así la pandemia de coronavirus, y no solo los meses de confinamiento inicial, está siendo una dura prueba. 

Pobreza entre las familias monoparentales

Pero no todos los padres y sobre todo las madres han vivido la pandemia sin problemas económicos. Según la última Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística, publicada en junio de 2019, el 42,9% de las familias monoparentales de España están en riesgo de pobreza. Ese año había en España 1.887.500 de hogares monoparentales y el 82% estaban encabezados por mujeres. 

La cifra de riesgo de pobreza en familias de madres solas ha empeorado durante la pandemia, denuncia Carmen Flores Rodríguez, presidenta de FAMS (Federación de Asociaciones de Madres Solteras). «Sea biparental o monoparental los gastos son los mismos y en una monoparental solo entra un salario. La pandemia está afectando muchísimo y hay verdaderas situaciones dramáticas. Hemos tenido muchas mujeres que han perdido el empleo por no tener opciones de cuidado. Muchas madres solteras trabajan en servicios –hostelería, tiendas– de manera presencial sin posibilidad de teletrabajar. Los colegios ya están abiertos pero los menores están ahora menos tiempo allí y se dan situaciones de clases confinadas, y si tu hijo está contagiado tienes la baja, pero si no, no. Una reducción de jornada para nosotras no es una opción porque implica reducción de salario. Como no se ha pensado en nuestras familias, no se ha pensado en alternativas».

Antes de la pandemia las madres solteras ya demandaban una ley, una regulación estatal de familias monoparentales para visibilizar su realidad.

«Con la pandemia a las madres solteras se les ha multiplicado el estrés, que ya estaba antes porque el día a día de una madre que afronta la crianza en solitario es un rompecabezas desde que te levantas hasta que te acuestas, pero antes podías tener más colocada tu agenda con abuelos, vecinos, familiares, colegio. Muchas madres nos han contado que han tenido que enfrentarse a la tesitura de mantener el puesto de trabajo o quedarse en casa cuidando a sus hijos… y han perdido el empleo. Además a las madres que han perdido su trabajo durante la pandemia les está siendo muy difícil acceder al empleo. Hay mucho miedo e incertidumbre. La pandemia ha multiplicado lo que ya ocurría antes», prosigue Flores. «Y todo sin poder desconectar, a nivel de salud mental está afectando bastante», cuenta Flores.

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Muchas madres solteras trabajan en servicios de manera presencial sin posibilidad de teletrabajar. | Foto: Standsom Worklifestyle | Unsplash.

Antes de la pandemia las madres solteras ya demandaban una ley, una regulación estatal de familias monoparentales para visibilizar su realidad. «Podría facilitar recursos públicos de conciliación alternativa de cuidado que no sea solamente el colegio, por ejemplo», continua Flores, que considera el hecho de que todavía no exista una ley como «una penalización de nuestro modelo de familia porque el sistema está pensado para la biparental y no se ha actualizado teniendo en mente otros tipos de familia. Las madres solteras nos encontramos en una situación de invisibilidad cuando se dictan normativas de apoyo a las familias. Ahora en pandemia nos llegan muchas dudas de madres sobre cómo solicitar el ingreso mínimo vital. Esta es de las pocas medidas donde sí se nos nombra a las familias monoparentales, pero ni por esas. Este ingreso habla de unidad de convivencia monoparental y esto deja fuera a familias monoparentales que comparten piso con otras personas. Hay mujeres que ganan menos de 600 euros al mes y tienen que compartir vivienda porque es todo lo que se pueden permitir. Alquilan una habitación para ella y sus hijos en una casa donde vive más gente. Entonces ya no se considera una unidad de convivencia a la madre y sus hijos puesto que comparten casa. Para nosotras la familia es monoparental cuando la crianza no es compartida, así que son las familias más pobres, las que están en peor situación, las que se están quedando fuera de recibir el ingreso mínimo vital», concluye Flores.  

Una madre soltera en pandemia

Rosa Maestro no es una de esas madres solas que ha perdido su empleo. Tampoco es una de esas madres que tiene problemas económicos para sacar adelante a sus hijas durante la pandemia. Y aun así cuenta: «Yo soy madre soltera por elección, tengo dos hijas de 17 y 12 años. Cuando llegó la pandemia empecé a teletrabajar, además de convertirme en profesora de la pequeña, que estaba en sexto de primaria. La mayor se marchó a estudiar el bachiller con una familia al Reino Unido. Pasé a no tener un horario fijo porque tenía que preocuparme de otras muchas cosas. Todas las mañanas podía recibir una media de cincuenta mails del trabajo y veinte del colegio con tareas: página 27 del libro de Matemáticas, ejercicios 1, 2, 3, 4 y 5, apáñatelas como puedas… Si querías que tu hija avanzara tenías que ponerte tú y era imposible porque al mismo tiempo que le estaba explicando algo, atendías a tu jefe, llamadas…».

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La cifra de riesgo de pobreza en familias de madres solas ha empeorado durante la pandemia, denuncia Carmen Flores Rodríguez, presidenta de FAMS (Federación de Asociaciones de Madres Solteras). | Foto: Kelly Sikkema | Unsplash.

«Antes desayunábamos y comíamos fuera: yo en la empresa y ellas en el colegio, con lo cual al mismo tiempo que teletrabajaba y me dedicaba a ser profesora pasé también a cocinar. Evidentemente esos meses de confinamiento mi salud mental se deterioró, me estresé muchísimo, una ansiedad espantosa. Comía y comía, y engordaba. No sabía muy bien cómo llevarlo todo. Llegó un momento en que me descolgué de los estudios de mi hija. Dije que sea lo que dios quiera, pero claro, eso fue desatenderla. Pero yo tenía que teletrabajar y mantener el trabajo. Psicológicamente nos afectó muchísimo y a la que más a la pequeña. Ella es adoptada y se manifestó un trastorno del apego: déficit de atención, una ansiedad tremenda y estrés emocional. Con las vacaciones de verano eso se paró un poquito, pero a la vuelta mi hija pasaba al instituto con compañeros nuevos, más las medidas, el miedo, las mascarillas… fue como un tsunami del que ahora estamos empezando a ver un poquito la luz. Yo ya cuento con que mi hija, como otros muchos hijos, no va a sacar este curso adelante o que si lo saca, lo saca mal». 

«Con todo esto yo también voy a tener que buscar algún tipo de apoyo terapéutico porque es complicado tirar para adelante con todo. Si caigo yo, cae toda la torre»

«Mi vida sigue en el mismo sitio que cuando empezó la pandemia. Ha cambiado en que yo he perdido parte de mi estabilidad emocional, hay días que me siento muy deprimida, poco comprendida, no consigo conciliar bien trabajo y multitarea. Con la pequeña estoy con psicólogos y buscando academias o centros de aprendizaje de estudio. Mi hija, como muchos otros, ha salido tocada psicológicamente y no hay servicios. Lo de la salud mental en la sanidad pública te mueres de la risa. Si en tu familia hay algo de economía y puedes pagar algunos sitios privados para poder salir adelante, bien. Si no hay economía, aguántate. Además nosotras tuvimos el temporal Filomena y hemos estado seis semanas confinadas en el distrito. Desde mi edificio a la izquierda no nos podíamos mover. Mi hija tiene todos sus amigos a la izquierda porque su instituto y todo está allí, así que no podía quedar absolutamente con nadie». 

«Con todo esto yo también voy a tener que buscar algún tipo de apoyo terapéutico porque es complicado tirar para adelante con todo. Si caigo yo, cae toda la torre, entonces me tengo que cuidar a mí misma, empiezas a preocuparte por ti y a buscar… a ver si hago algo de ejercicio, algo de meditación, pero ¿de dónde saco tiempo? Hay días que terminas de trabajar a la una, aunque sea sábado o domingo. Y a las siete de la mañana levántate para tirar del carro. Una se levanta todas las mañanas y sobrevive. Al cabo de la semana te das cuenta a veces de que no has tenido tiempo ni para peinarte. Muchos días ni para ducharte, estás en casa sin parar y urge más hacer la comida o los deberes que eso. Cuando terminas caes redonda en el sofá y hay días que soy incapaz de moverme hasta la cama». 

«Me he sentido marginada como madre, la conciliación olvidada completamente y como familia monoparental no te quiero ni contar, no pensaron en ningún momento en nosotras como no piensan nunca. Mis hijas han pasado por problemas psicológicos y aquí la única que está bregando para que recuperen su salud mental, sus ilusiones, sus proyectos en un futuro muy incierto, soy yo», concluye Maestro.  

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