THE OBJECTIVE
Cine

Trabajadoras del hogar: 5 películas que visibilizan su situación

Alfonso Cuarón con ‘Roma’, Juliana Fanjul con ‘Muchachas’ o Sebastián Silva con ‘La Nana’. Te traemos cinco propuestas que se adentraron con una cámara en la realidad laboral y vital de estas mujeres

Trabajadoras del hogar: 5 películas que visibilizan su situación

Netflix

La figura de la trabajadora doméstica está muy presente, todavía hoy, en las sociedades españolas y latinoamericanas. Unas veces como «chica de la limpieza», otras como «interna» o «cuidadora». Por eso, te traemos las creaciones de varios cineastas que han sabido adentrarse en su mundo y retratar, unas veces con mayor superficialidad y otras con cierta crudeza, la realidad laboral y vital de estas mujeres. Comenzamos.

Roma (2018)

El filme de Alfonso Cuarón se ha ganado ya un lugar en la historia del cine. Nominado a infinitos galardones y premiado con el Globo de Oro, el BAFTA y el Oscar a mejor película extranjera; la película fue alabada sobre todo por tener como protagonista a Cleo (Yalitza Aparicio), la trabajadora doméstica que cuidaba de la casa y los niños de una familia burguesa mexicana. 

Ahora bien: lo verdaderamente interesante de Roma no es que el foco se ponga en la vida de Cleo como empleada del hogar, sino, y sobre todo, que se confía en su perspectiva para narrar la realidad doméstica y política del momento. El México convulso de los años 70, la historia de una familia que sigue adelante tras la marcha del padre, las tremendas diferencias sociales entre unas clases y otras en un mismo escenario urbano…Todo ello lo vemos a través de los ojos de Cleo, de su vida y de su historia. 

Por eso precisamente resulta llamativo que dicha vida y dicha historia se vean constantemente «interrumpidas» por sus «deberes» como empleada del hogar. Con esa sensibilidad que caracteriza a Yalitza Aparicio, vemos a una Cleo que nunca descansa, que pasa de puntillas por la vida, que cuando apenas parece sentarse para ver la televisión junto a la familia, tiene que levantarse a preparar un té para «el señor»; que, cuando sonríe porque le dicen que es «un miembro más de la familia», inmediatamente se le pide que baje a la cocina para preparar un batido a los niños. 

Con una sutileza que duele, Cleo es «colocada» dentro o fuera de ese ambiente familiar y cercano cuando ellos lo deciden, el cariño que se le profesa es en realidad un profundo paternalismo, y las emociones y conflictos que pueda enfrentar como mujer tienen cabida siempre y cuando no interfieran con las necesidades de la familia, que son, en realidad, las que parecen justificar el lugar de Cleo en el mundo.

Muchachas (2015)

De nuevo, nos trasladamos hasta México con este documental de Juliana Fanjul, que toma como punto de partida el término «muchacha», con el cual se nombraba en origen a las chicas de poca edad (muchas de ellas, menores de edad) que llegaban del campo a la ciudad para trabajar con familias acomodadas.

Las protagonistas de este documental tienen entre 50 y 70 años, pero siguen siendo unas «muchachas»; el tiempo puede haber pasado, pero el peso discriminatorio del término las sigue acompañando. 

Un poco como ocurría en el caso de Cuarón, Fanjul fue una niña de la burguesía mexicana que, con este filme, decide rendir homenaje a aquellas mujeres que tanto la cuidaron. Por ello no duda en incluir una voz en off para completar el relato, así como anécdotas que ocurrieron en su propia familia. Siendo consciente de que su testimonio es el de la «hija de los patrones», se reconoce desde un primer momento como responsable de haber contribuido a la situación de esas trabajadoras domésticas, y su implicación en el relato refleja esa necesidad de contar para hacer justicia.

Fue a raíz de la muerte de su abuela cuando Fanjul tuvo que regresar a México. Allí empezó a darse cuenta del papel central que Remedios, la «muchacha» de su propio hogar, había desempeñado durante toda su vida y el nulo reconocimiento que recibía. Así, desde el respeto y la admiración, quizá también como forma de expiar su culpa, Fanjul construye este documental que pudo verse en el Festival de Málaga de 2016.

Una segunda madre (2015)

En la primera media hora, lo mejor de la película parece ser, sin duda, la figura entrañable, cariñosa y auténtica de Val (Regina Casé, una de las actrices más reconocidas en Brasil y maestra de la naturalidad, un ejemplo de actriz generosa, magistral). Val trabaja de empleada del hogar para un matrimonio moderno y adinerado de São Paulo, y en su recorrido vital vemos muchos aspectos compartidos con las otras películas de este artículo: el cariño maternal con el que cuida al hijo de la familia, la superioridad y un cierto paternalismo con el que la tratan sus jefes, etc. Sin embargo, el plato fuerte de este filme todavía está por llegar.

Porque Anna Muylaert, directora del mismo, plantea con enorme inteligencia un conflicto que reflexiona en igual medida sobre las relaciones madre-hija y sobre las relaciones de clase: cuando Jessica, la hija de Val (a la que ha ido enviando todos sus ingresos durante casi 18 años pero sin poder llegar a criarla), llega a São Paulo para alojarse con su madre, de repente todo estalla. Por un lado, esa joven lista e intelectual se niega a aceptar que su madre y ella sean relegadas a una clase inferior («ni que estuviéramos en la India», llega a espetarle a Val). Por otro, la supuesta apertura de mente y el cariño con el que la jefa de Val ha recibido a Jessica se desvanece inmediatamente cuando entiende que la joven no duda en ser tratada como una invitada en lugar de comportarse como «la hija de la criada».

Una premisa potentísima desde un punto de vista cinematográfico y perfecta a nivel social para hablar de las luces y sombras de las trabajadoras domésticas hoy en día, cuando las diferencias de clase ya no se asumen tan fácilmente, cuando los valores cambian, cuando las emociones se entrometen.

Las chicas de la sexta planta (2011)

Aunque este filme del francés Philippe Le Guay se ha enmarcado siempre en el género de comedia, y el ambiente que se genera entre esas empleadas del hogar españolas es dicharachero y alegre, no debemos infravalorar su capacidad para hablar de la realidad de las mujeres españolas que emigraban a Francia en la década de los 60 y trabajaban en el servicio doméstico. Con un reparto femenino de lujo en el que encontramos, entre otras, a Carmen Maura (que se llevó el Premio César a mejor actriz secundaria) y a Lola Dueñas, la obra parte de un lugar amable y cercano.

Si bien el punto de partida es un tanto naive, esa historia aparentemente «simplona» también puede hacernos reflexionar: Jean-Louis (Fabrice Luchini), un vecino burgués del inmueble que vive sumido en la monotonía, encuentra en estas «chicas de la sexta planta» unas «amigas» en las que confiar y con las que divertirse. Una de ellas es la recién llegada María (Natalia Verbeke), una joven alegre y decidida «que provocará una revolución en el vecindario y que, junto al resto de chicas, le descubrirá a Jean Luis sentimientos y emociones que jamás habría imaginado en su mundanal existencia».

Vale, sí, desde luego el filme de Le Guay no constituye el culmen de la crítica social. Pero si analizamos lo que ocurre, esa facilidad con la que Jean-Louis se entromete en la vida de las trabajadoras, las convierte en su fuente de entretenimiento y coloca a María en una situación incómoda y con un claro desequilibrio de poder; quizá empecemos a ver esa alegría y optimismo de las chicas de la sexta planta como un intento de sobrellevar una realidad injusta con humor, conformismo y hasta cierta ironía.

Porque, como ha comentado la propia Maura respecto a la película, «muchas mujeres que habían estado en esta situación se identificaban al verla y hasta lloraban. Lo que pasa que los españoles tenemos una fuerza y un optimismo que ayuda bastante. Porque ellas tenían un par, ¿eh?».

La Nana (2009)

Frente a la dulce Cleo o las alegres y despreocupadas chicas de la sexta planta, Raquel (Catalina Saavedra) es una trabajadora sombría y malhumorada. Lleva 23 años al servicio de una familia chilena de clase alta y empezará a sentirse insegura y acomplejada frente a las nuevas «nanas» que la familia contrata para ayudarla, intentando sabotear a cada una de ellas. En primer lugar, el hecho de que no se tenga que idealizar o convertir en heroína a la trabajadora doméstica para empatizar con ella ya es un punto a favor del filme. 

Por otro lado, la película de Sebastián Silva combina esa atmósfera hosca y angustiosa que rodea a Raquel con una cierta comicidad, un humor negro derivado de la «rivalidad» entre Raquel y las nuevas nanas que, en el fondo, no es sino otra herramienta para hablar de la precariedad y la inseguridad que sienten las trabajadoras domésticas. Al fin y al cabo, muchas carecen de contrato, se puede prescindir de ellas casi sin ninguna excusa, y es como si la única estabilidad que tienen derivara de su vínculo emocional con la familia. Un vínculo que, obviamente, está sujeto a muchos desequilibrios y contradicciones (por ejemplo: cuando la familia quiere darle un regalo a Raquel por su cumpleaños, es ella la que tiene que acudir a donde sus patrones, que no dudarán en hacerla llamar con la misma «campanita» que usan para que venga a recoger los platos).

Así, esta rivalidad y sabotaje hacia las demás nanas nos habla de inseguridad, pero también nos habla de una profunda soledad. Esa rabia que siente Raquel con la llegada de cada nueva compañera nace asimismo de un claro desconcierto. No está acostumbrada a compartir lo bueno, pero tampoco ha tenido nunca la oportunidad de compartir lo malo: las faltas de respeto que recibe de los niños, los dolores de cabeza crónicos, un aburrimiento y una apatía que derivan en largas y solitarias horas frente a la televisión…Por eso, la llegada de Lucy, la tercera y última nana, acabará cambiando la vida de Raquel. 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D