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Sociedad

Las personas trans y el abismo laboral

A falta de cifras más precisas, las estimaciones apuntan que ocho de cada diez personas trans no tienen empleo. ¿Por qué no encuentran trabajo las personas trans? ¿A qué realidad se enfrentan en las entrevistas? Y cuando consiguen un empleo, ¿qué trato reciben?

Las personas trans y el abismo laboral

Winnie | The Objective

Llega tarde y avergonzado por el retraso. Después sabré que trabaja 56 horas a la semana y a veces –como esta semana– más. De lunes a sábado es asesor de belleza en Olay. Los viernes, sábados y domingos es reponedor en el turno de noche de Carrefour. Y si lo llaman entre semana de Carrefour para que haga una jornada extra porque tienen lío, como sucedió anoche, pues él va. Su horario en Carrefour es de once a siete, llega a casa a las ocho. Nosotros habíamos quedado a las diez, así que lo sorprendente no es que se haya quedado dormido, sino que llegue con buen humor y ganas de hablar.

Allen Desmond Fernández tiene 25 años y es un hombre trans.

Hace años que circula la cifra de que la tasa de desempleo que afecta a la comunidad trans alcanza el 80%. Hay investigaciones que así lo reflejan, como un estudio que realizó la Universidad de Málaga en 2012. Pero entonces y hoy es imposible saber cuántas personas trans no tienen trabajo, aunque lo que sí se sabe es que son muchas. «Ten en cuenta que hay muy pocos datos y estudios en general sobre la comunidad trans. Ni siquiera conocemos cuántas personas conforman la comunidad, muchos están invisibilizados por miedo», explica Pedro Bogo, responsable del Proyecto Ámbar de la Fundación 26 de Diciembre, un proyecto financiado por el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad y la Unión Europea para la inserción sociolaboral del colectivo trans. 

Las barreras laborales a las que se enfrenta una persona trans

Bogo dice que la principal barrera que se encuentra una persona trans es el mero hecho de acceder al mercado laboral. La transfobia no tiene que estar ligada siempre al odio, muchas veces es simple desconocimiento. Si no conoces algo, lo excluyes. Es habitual que los rechacen en los procesos de selección. Hay miradas, risitas, preguntas inadecuadas. «Las empresas tienen miedo de contratar a una persona trans por el desconocimiento que tienen de esa realidad», explica Bogo.  

Otra de las barreras más importantes es los prejuicios ligados al colectivo. Muchas empresas ven a estas personas desde la marginalidad, el conflicto, dando por hecho que tienen poca formación o ninguna, cuenta Bogo. Se ha escrito el relato –el escaso que existe– de las personas trans desde esa perspectiva. «Te pongo un ejemplo: La Veneno. Pero claro, muchas veces la sociedad no le ha dado la oportunidad a las personas trans y hay quien se prostituye porque no tiene otra opción».  

En este escenario, cómo no, las mujeres lo tienen más difícil que los hombres. Bogo explica que una mujer es más visible como persona trans que un hombre, para el que es algo más fácil pasar desapercibido. La mujer está sometida a una doble discriminación: como mujer y como persona trans. «Nosotros en el proyecto tenemos un 80% de mujeres trans, la demanda de empleo por su parte es mucho mayor». 

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Allen Desmond Fernández. | Foto: Winnie | The Objective.

Cuando te crías en el rechazo

Bogo insiste mucho en que el mundo laboral y otros como el educativo tienen que tener en cuenta el proceso vital que ha atravesado y atraviesa una persona trans. La mayoría no ha tenido un pleno desarrollo como sí lo ha podido tener otra persona.  En la educación, por ejemplo, muchos sufren bullying o se sienten incomprendidos por compañeros y profesorado. Por ello las cifras de abandono escolar son mayores entre la comunidad trans, denuncia. Muchos son rechazados también por sus familias y años después en el mercado laboral. En general una persona trans tiene miedo a hacer una entrevista de trabajo por todas las veces que ha sido rechazada en su vida en tantos ámbitos. «Dónde queda tu autoestima», pregunta Bogo. 

Allen dejó su formación antes de lo que hubiera querido. «Siempre he tenido que dejar los estudios por trabajar, porque necesito el dinero. Desde los 16 años, que me fui de casa, he trabajado. En mi casa estaba la cosa bastante tensa, yo he pasado por varios centros de menores y cuando empecé la transición fue peor, por parte de mi hermano mayor hubo agresiones y todo. Así que yo siempre lo que quería era irme». 

«Tengo certificaciones de profesionalidad en el sector textil: costura, patronaje, pero mi sueño era hacer Bellas Artes, soñaba con ser profesor. Hacer una carrera más un máster a la vez que trabajo tantas horas no puedo y ahora ya sé que no iré a la universidad. Me saqué el bachillerato de adultos, este año me faltaba la selectividad y lo he tenido que dejar otra vez porque no me da», cuenta.

Allen ni sabe la de trabajos que ha tenido desde los 16 años. «Incluso trabajos por días, ¿sabes estos que te regalan las salchichitas en el súper para que las pruebes? Pues ese era yo», dice riéndose. 

Si calcular los trabajos que ha tenido es muy difícil, saber la cantidad de entrevistas que ha hecho es imposible. «Me han rechazado en muchas, lo que nunca sabes es en cuántas ha sido por ser trans. Yo entiendo también que puede ser porque no encajo en el puesto o porque hay otra gente mejor que yo, pero sé que en alguno me han rechazado por ser trans. Me acuerdo de un proceso de selección que pasé, estaba ya para firmar el contrato cuando tuve que dar el número de la Seguridad Social, y ahí todavía no estaba cambiado mi nombre. Entonces les comenté lo que pasaba y me dejaron fuera diciéndome que el puesto no se adaptaba a mí… y estaba a punto de firmar el contrato». 

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«A mí me gusta trabajar, yo me siento realizado trabajando aunque no sea el trabajo de mi vida» | Foto: Winnie | The Objective.

Experiencia laboral de un hombre trans

«Yo no creo que vaya a trabajar mejor o peor porque sea trans. A mí me gusta trabajar, yo me siento realizado trabajando aunque no sea el trabajo de mi vida. Me siento realizado reponiendo aceitunas, colocas todo y dices mira, qué bonito ha quedado», dice Allen con una sonrisa.

De todas las experiencias laborales la que peor recuerda es en un taller de costura, que fue justo cuando inició su transición. El trato con el director era bueno pero no con sus compañeras y alguna de sus superioras. «Me querían poner uniforme con falda y me hacían preguntas incómodas tipo ¿cómo quieres que te tratemos en masculino si eres femenino? Yo a ese trabajo ya fui muy nervioso a la entrevista. No sabía cómo vestirme, qué hacer y me vestí de mujer. Lo pasé supermal y es algo que nunca volví a hacer. Les expliqué a todos mi situación y el único que la entendió fue el director. En un trabajo pasas muchas horas y si no van bien las cosas llegas a casa amargado. No es lo mismo ir asqueado a un trabajo que ir bien, pero nunca he dejado un trabajo hasta que encontraba otro porque necesitaba el dinero. También entiendo que durante la transición estás más susceptible y como todo el mundo te está diciendo cosas, pues todo te afecta más».

«¿Estás operado de ahí abajo? Es una pregunta que te hacen en los trabajos, tanto en las entrevistas como tus compañeros. Al principio yo siempre respondía a todas las preguntas que me hacían, pero luego ves que no te preguntan con interés por conocer tu realidad, porque ahí yo cuento lo que haga falta, lo que ves es la connotación de cotilleo, por el morbo», explica Allen.

«También me han explotado en muchísimos curros, pero eso da exactamente igual que seas trans o que seas cis».

Estas situaciones laborales han generado inseguridad en Allen. Como ya anunciaba Bogo, él es de los que tiene miedo cuando va a una entrevista solo con pensar que va a tener que pasar por lo mismo otra vez. «Ya como que prejuzgas tú y a lo mejor coincide que en ese caso son unas personas estupendas, pero no lo puedes evitar, vas con miedo», dice Allen. «Ahora no tengo miedo porque estoy en dos empresas que estoy a gusto, son dos empresas inclusivas, estoy muy bien con los compañeros, nadie me ha hecho preguntas incómodas».

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Hasta que llega el cambio de nombre en el DNI te sientes forzado a dar explicaciones. | Foto: Winnie | The Objective. 

DNI: tu nombre sentido y oficial

Bogo dice que el nombre genera mucha ansiedad: ¿cuál pones en el currículum, el que recoge el DNI o el sentido?

«Yo tengo el cambio del DNI desde hace dos años pero hasta entonces siempre había que dar explicaciones. Y luego, cuando te cambian el DNI, pasa un tiempo hasta que te cambian el nombre de la Seguridad Social. Y también está el tema de los títulos, cambiar las titulaciones que he hecho a lo largo de mi vida. Algunas las he podido cambiar y otras no. Todo esto es muy duro porque tienes que explicar muchas cosas. Yo pienso que visibilizarme con naturalidad, cuando surge, es una manera de normalizarlo y eso está bien. Pero con el tema del nombre te ves forzado a visibilizarte y a dar explicaciones sí o sí», cuenta Allen. «Ahora que mi masculinidad es más notoria y que ya tengo cambiado el DNI y la Seguridad Social, voy a las entrevistas de trabajo y me callo que soy trans por miedo a que no me cojan. Porque cuando te ves forzado a dar explicaciones siento que me estoy jugando que no me contraten y yo en una entrevista estoy para hablar de mis aptitudes, de mi conocimiento, de mi experiencia, vamos, creo yo». 

Y sin embargo…

«La realidad hoy es que se está avanzando, hay más visibilidad aunque la situación siga siendo mala», dice Bogo. «Tenemos una acogida muy buena del Proyecto Ámbar por parte de las grandes empresas, trabajamos con 60. En las pequeñas y medianas, que son la mayoría, hay mucho trabajo que hacer todavía», cuenta. Google, por ejemplo, ha lanzado unas becas de formación para mejorar la empleabilidad de las personas trans. 

Desde que empezó Ámbar en 2019 han trabajado con más de 750 personas y han encontrado empleo unas 90. Puede parecer poco, dice Bogo, pero es bastante para lo que esperaban porque la realidad laboral es adversa. «Ahora tenemos a 380 personas en la bolsa de empleo. El 90% tienen formación, habilidades, conocimiento, competencias, pero no encuentran trabajo. Tenemos perfiles universitarios, de FP y también formativos más bajos», sigue Bogo. 

Donde sí se ve un cambio grande es con respecto a las personas trans mayores. Ellos sí que lo tuvieron difícil. Allen se siente afortunado dentro de lo que cabe. «Soy de una generación que tenemos lo que tenemos gracias a la lucha que ha habido antes. Lo que han pasado los mayores es tela». 

Visibilizar es clave para derribar prejuicios y conocer la realidad de las personas trans. Por este motivo Allen colabora con Ámbar y ha dado charlas en empresas como Microsoft. «Les hablo de cómo ha sido mi vida, de mi familia, de mis trabajos. Es una labor que hay que hacer, además los que van a estas charlas están predispuestos a escucharte y te preguntan dudas porque de verdad quieren conocer, y eso me parece muy bueno». 

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