Cómo mejorar tu forma física después de un infarto: la ciencia indica cómo hacerlo
Recientes estudios avalan las hipotéticas ventajas de hacer deporte con más intensidad tras episodios cardiovasculares
Superar un infarto es solo el comienzo de un largo camino hacia la recuperación. En él, las personas que han sobrevivido a un episodio cardíaco se enfrentan a la necesidad de rehabilitar su cuerpo. Por este motivo, en este proceso la actividad física desempeña un papel fundamental. Tras un infarto, el corazón y todo el sistema cardiovascular queda debilitado, lo que hace que sea esencial reforzar estos sistemas para prevenir nuevos problemas. Sin embargo, el ejercicio no solo ayuda a fortalecer el corazón, sino que también mejora la calidad de vida en general, al aumentar la resistencia, el ánimo y el bienestar emocional.
Numerosos estudios científicos han demostrado que la actividad física regular es crucial en la recuperación después de un infarto. Principalmente por su contribución a reducir significativamente el riesgo de sufrir un segundo episodio cardíaco. Caminar, la natación o realizar ejercicios aeróbicos de baja intensidad pueden ser una excelente manera de comenzar. Pero, a medida que el cuerpo se va fortaleciendo, es fundamental aumentar progresivamente la intensidad y la duración del ejercicio para maximizar los beneficios. También se ha de comprender, como ya te contamos en THE OBJECTIVE, que la calidad del sueño influye en la salud cardiovascular.
No obstante, aún existe un debate abierto en la comunidad médica sobre cuál es la mejor forma de ejercicio para los supervivientes de infartos. Algunos estudios sugieren que realizar sesiones de ejercicio más largas, pero a un ritmo moderado es lo más seguro y eficaz para mejorar la salud cardíaca. Otros, en cambio, abogan por entrenamientos más breves, pero más intensos. En este caso, argumenta que podrían ofrecer beneficios adicionales al corazón, aunque con mayor riesgo si no se manejan adecuadamente. Entonces, ¿qué dice la ciencia sobre cuál es la mejor estrategia para aquellos que han sufrido un infarto?
Lo que la ciencia avala sobre la actividad física tras el infarto
Un estudio reciente publicado en la revista científica Stroke ofrece una perspectiva interesante vinculando intensidad del ejercicio y la recuperación tras infarto. Este trabajo, que se centró en pacientes que ya habían pasado por la fase de rehabilitación y eran considerados supervivientes plenamente funcionales, se propuso evaluar los efectos de sesiones de ejercicio más breves, pero de alta intensidad en comparación con entrenamientos más largos y moderados.
Los resultados revelaron que los entrenamientos aeróbicos más intensos, aunque más cortos, pueden ser altamente beneficiosos para mejorar la condición física de estos pacientes. No obstante, puntualiza el estudio que la evidencia se ha manifestado en grupos de trabajo pequeños, pero supone una puerta abierta para considerar cambios en la forma de pautar el deporte en la recuperación. Además, no es la primera vez que se avala algo así.
Los investigadores encontraron que los pacientes que se sometieron a entrenamientos de alta intensidad aumentaron su capacidad física. También que experimentaron una reducción significativa en el riesgo de hospitalizaciones posteriores relacionadas con problemas cardíacos. Este hallazgo es particularmente relevante, ya que muchos supervivientes de infartos corren un alto riesgo de sufrir complicaciones o recaídas si no se cuidan adecuadamente. Sin embargo, la clave del éxito de estos entrenamientos más intensos radica en el hecho de que los pacientes ya habían completado un proceso de rehabilitación. En ese sentido, y estaban en condiciones de afrontar esfuerzos físicos más exigentes.
Es importante destacar que el estudio también señaló la necesidad de personalizar el tipo de ejercicio para cada paciente. No todos los supervivientes de infartos están preparados para realizar entrenamientos de alta intensidad. Los médicos y expertos en rehabilitación cardíaca deben evaluar cuidadosamente la condición de cada individuo antes de recomendar un programa de ejercicio de estas características. La supervisión médica es esencial para evitar posibles complicaciones y garantizar que el ejercicio sea seguro y eficaz en cada caso.
Cómo el ejercicio de alta intensidad puede ser el mejor aliado
Otro estudio, publicado en Neurorehabilitation and Neural Repair, avala la efectividad del ejercicio de alta intensidad para mejorar la condición física y la calidad de vida de los pacientes que han sufrido un infarto. Esta investigación sugiere que el ejercicio de alta intensidad, si se realiza correctamente y bajo supervisión, puede ser más eficiente. También más efectivo que las formas tradicionales de entrenamiento de baja intensidad. Al realizar ejercicios más intensos, el corazón y los músculos se ven sometidos a un mayor esfuerzo. Ello conduciría a una mejora significativa en la resistencia cardiovascular y muscular.
Sin embargo, el estudio también advierte que este tipo de entrenamiento no es apto para todo el mundo. Es crucial que los pacientes comiencen poco a poco, aumentando la intensidad gradualmente a medida que su cuerpo se va adaptando al esfuerzo. Este enfoque permite minimizar los riesgos y maximizar los beneficios, ya que el cuerpo necesita tiempo para fortalecerse después de un infarto. Además, el estudio subraya que es vital conocer las limitaciones previas del paciente y adaptar el entrenamiento a sus necesidades específicas.
La clave del éxito del ejercicio de alta intensidad radica en su capacidad para mejorar rápidamente la capacidad aeróbica y reducir el tiempo necesario para obtener resultados visibles. Pero, como en cualquier tipo de entrenamiento, es necesario que los pacientes escuchen a su cuerpo y no se esfuercen más allá de sus capacidades. Aunque el ejercicio de alta intensidad puede ofrecer beneficios sorprendentes, debe ser realizado con precaución y de manera controlada para evitar cualquier tipo de complicación.