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Gastronomía

Vinos para una mesa vestida de blanco

Una decena de referencias blancas que demuestran la capacidad de estos vinos para entenderse con los menús más variados

Vinos para una mesa vestida de blanco

Copas de vino blanco. | Jorge Gobbi

Porque todavía son muchísimas las personas que desconfían de los blancos como grandes elaboraciones vinícolas, considerándolos ‘menores’ frente a los tintos. El argumento más esgrimido, la falta de complejidad. Creencia y comentario que constituye todo un error pues la realidad blanca del vino español, en este momento, es bien distinta. Y esta selección de espumosos y etiquetas tranquilas son un claro e incuestionable ejemplo. Sin olvidar tampoco que compararlos con los tintos además de no tener razón de ser, pues se trata de elaboraciones muy distintas, entre unos y entre los otros los hay buenos, grandiosos, regulares y bastante justitos. 

Más allá de la frescura y riqueza aromática que se les presupone, tenemos estupendos blancos caracterizados con complejidad, volumen, amplitud, carnosos y con una corpulencia suficiente para entenderse con platos de toda índole. He aquí el motivo de esta selección, pensada para los encuentros festivos en torno a la mesa que se avecinan. Vinos espumosos y tranquilos que acompañarán a la perfección estas reuniones gastronómicas de principio a fin, y con las que podemos ‘jugar’ combinando estilos u optando por uno de ellos. Localizables en tiendas especializadas e incluso algún gran almacén, etiquetas que sorprenderán porque aguantarán sin problema el amplio y variado repertorio culinario que encontraremos en nuestras mesas en estos días de celebración. En definitiva, una selección para disfrutar y compartir… y junto a las que tendrían cabida otras muchas. 

Para empezar, cuatro grandes referencias de espumosos que por sí solas aguantarían perfectamente los menús propios de estas fiestas si los comensales están dispuestos a ‘aguantarlos’ a ellos. Potencia, corpulencia y persistencia. Un par de ellos miembros del colectivo Corpinnat, un grupo de once bodegas del Penedés que hace unos años decidieron abandonar la denominación Cava para defender por su cuenta sus propios intereses y por supuesto sus vinos. Los otros dos sí están en Cava, uno procedente de territorio catalán y el otro de Requena (Valencia). 

Jaume Codorníu Gran Reserva Brut Ars Collecta 2014 (23,95 €) de la histórica casa Codorníu este cava de edición limitada está elaborado con sus viñedos más antiguos de pinot noir, chardonnay y xarel.lo. Un coupage con más de 40 meses de envejecimiento en contacto con sus lías elaborado en el Celler Jaume, una microbodega donde innovación e investigación, tras el previo y exhaustivo cuidado de las viñas, dan lugar a cavas excepcionales de gran longevidad. Este Gran Reserva 2014 tiene intensidad, estructura y complejidad aromática (tostados, fruta madura, frutos secos…). Potente, untuoso, cremoso, persistente, muy gastronómico.

En cuanto al requenense Tantum Ergo 2019 (22,50 €), de Bodegas Hispano-Suizas es una exitosa mezcla de chardonnay y pinot noir de suelos calizo-arcillosos que viene reportando a la casa los mayores reconocimientos. Ambas variedades realizan la fermentación en barricas de roble por separado y es después que se realiza el coupage definitivo, que tiene una crianza mínima con sus lías de 22 meses. Otro vino con carácter, potencia, buen equilibrio aromático (entre las notas de crianza –frutas blancas, frutos secos, panadería– y la acidez), amplitud, complejidad y recorrido en la boca. 

En cuanto a los Corpinnat proceden de dos bodegas del Penedés con larga historia e infinitos reconocimientos. Turó d’en Mota 2007 (105 €) es de Recaredo, una casa comprometida con el territorio, pionera en la práctica de la viticultura biodinámica y firma que exclusivamente elabora vinos Brut Nature (es decir, con menos de 3 gramos de azúcar/litro). Este espumoso procede de una única viña plantada en 1940 (sobre tierra calcárea) y una solo variedad, la xarel.lo (uva estupenda para los vinos de larga crianza por su capacidad de envejecimiento), por lo que su producción es limitadísima. Tiene una crianza mínima de 120 meses en contacto con las lías y el resultado es inmejorable. Un vino elegante y expresivo, con notas minerales, especiadas, de fruta de hueso, frutos secos y fondo tostado. Sabroso, con cuerpo, fresco, con una acidez equilibrada, fluido, largo y con un amplísimo postgusto.

La última burbuja corresponde Gramona y es una de sus grandes elaboraciones: Gramona Celler Batlle Brut 2011 (60 € aprox.), 60% xarel.lo y 40% macabeo de viñas sobre suelos arcillo calcáreos. Otra firma que apuesta por la agricultura ecológica y las prácticas biodinámicas, y un vino con más de 110 meses de crianza en rima con tapón de corcho, una de las señas que identifica a los espumosos con más de cinco años de crianza que elaboran. Este Celler Batlle es una apuesta segura, un grandísimo y elegante espumoso, rico en matices (fruta blanca madura, especiados, hierbas aromáticas, panadería, frutos secos, hinojo). Sabroso, amplio, con cuerpo y un excelente equilibrio. Fresco, untuoso, con un carbónico cremoso, y un final muy largo.

Vinos blancos tranquilos

En el apartado de blancos tranquilos, una relación de vinos con crianza y complejidad en sintonía con los menús que seguro encontraremos en nuestras mesas. Un godello de la DO Valdeorras para comenzar. Guitián Fermentado en Barrica 2019 (19,50 €) elaborado por la bodega A Tapada y un estupendo representante tanto de la zona como de las posibilidades que tiene esa uva gallega. El enólogo Pepe Hidalgo en colaboración con su colega Ana Martín (profesionales de prestigio que asesoran a muy distintas bodegas del país) son los responsables de los vinos de la bodega. El que nos ocupa tiene una crianza en barrica sobre lías de seis meses posterior a esa fermentación también en madera. Es intenso en aromas, con notas cítricas, de frutas de hueso, especias dulces, frutos secos. En la boca hay potencia, intensidad, cuerpo, frescura y una buena persistencia aromática.

También de tierras gallegas procede Pazo Barrantes Gran Vino Albariño 2019 (35 €), un Rías Baixas de Pazo de Barrantes, y vino de estreno pues renueva el concepto original y la imagen. A partir de la añada 2019 los albariños de la bodega están ‘pensados’ para envejecer, para crecer con el paso del tiempo. Fermentado y criado en acero inoxidable pero con un 15% del vino que pasa por madera de acacia en pro del volumen, la longitud y la complejidad. El resultado, un blanco muy apetecible, expresivo, con recuerdos minerales, de fruta de hueso, cítricos, muy vivo y fresco en la boca, y fluido y largo en el paso. 

Otro gran blanco español, con estupenda capacidad de envejecimiento en botella, es el riojano Montes Obarenes Selección Terroir 2018 (43 € aprox.) de Gómez Cruzado, una de las bodegas vecinas del Barrio de la Estación de Haro. Es una de las elaboraciones de su gama de vinos de pueblo, ediciones limitadas que nacen con la pretensión de mostrar terruños concretos seleccionados por las características excepcionales que presentan. Compuesto en un 65% de viura junto a un 25% de termpranillo blanco, 5% de malvasía y el resto de garnacha blanca y calagraño, todas uvas autóctonas de viñas sobre suelos arcillo-calcáreos. Fermentado y criado en barricas de roble francés, con sus lías, sobre un 80% del vino, el resto hace la crianza en depósitos de hormigón. Son poco más de 3.800 botellas de esta añada, que se presenta aromática, intensa, rica en matices, con aromas de fruta de hueso, hierbas aromáticas, balsámicos, especias, fondo mineral, recuerdos de cabello de ángel. Un blanco voluminoso, envolvente, carnoso, fresco, con estupendo equilibrio, vivo (por la persistencia de una agradable nota cítrica), con un paso de boca largo y frutal. ¡Muy recomendable!

Viognier Prieto Pariente 2019 (15,90 €), bajo la indicación geográfica Vino de la Tierra de Castilla y León, elaborado por Martina Pariente dentro del proyecto bodeguero que puso en marcha junto a su hermano Ignacio hace algunos años, Bodegas Prieto Pariente. Sus vinos son fruto de viñedos viejos que localizan en diferentes zonas (en altitud) y que les emocionan por lo que les ofrecen una vez vinificados. Es el caso de este monovarietal de viognier, fermentado y criado la mitad en madera usada de gran volumen y el resto en acero inoxidable con sus lías, con la pretensión última de extraer la esencia de la variedad, «para crear un vino aromático, con volumen y peso pero fluido», como apunta su artífice. Y un objetivo logrado: vino glicérico, amable, carnoso, que llena la boca. 

El que sigue es de los que conquista a quien lo prueba. Belondrade y Lurton 2020 (39,95 €), un verdejo con crianza de la bodega Belondrade (DO Rueda), una de las firmas referentes en la zona. Es el vino emblema de la bodega, procedente de su finca ecológica Quinta San Diego y donde cada parcela se cría durante 10 meses por separado sobre sus lías en barricas francesas. Es terminado este periodo que se seleccionan esas parcelas y se hace el coupage definitivo que se embotellará. Apuntar que esta casa revolucionó Rueda por su apuesta decidida por el empleo del roble francés. Y también que con el paso de los años la frescura se ha ido imponiendo sobre la presencia de esa madera, bastante marcada en sus inicios. En conjunto un vino con estructura, elegante, contundente en la boca, graso pero con frescura (hierbas aromáticas, cítricos) y vida por delante gracias a ese carácter ‘crujiente’. Una referencia que puede sorprender en un mano a mano con platos carnívoros…

Y para terminar un clásico de Familia Torres procedente de su bodega en la denominación tarraconense de Conca del Barberà, Milmanda 2018 (63,50 €).  Un monovarietal de chardonnay de suelos arcillo-calcáreos, fermentado en barrica y considerado entre los grandes chardonnay españoles. Envejece entre 4-6 meses en barricas de 300 litros, crianza a la que siguen diez meses sobre lías en depósitos de acero inoxidable. Un vino delicado, aromático, elegante, con una nariz potente, expresiva (ahumados, fruta de hueso, tostados, flores blancas, mantequilla, balsámicos), y la boca corpulenta, jugosa (por su viva acidez), aterciopelada, cremosa, y con la barrica perfectamente integrada. Persistencia balsámica con recuerdo mineral. En resumen, otro vinazo gastronómico.

Y podrían haber sido otros tantos porque afortunadamente tenemos estupendos representantes blancos en el panorama nacional, pero estos diez son una acertada elección para compartir, disfrutar y seguro sorprender. ¡Salud y feliz Navidad!

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