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Opinión

El efecto Ayuso

«Frente al efecto Ayuso, la izquierda lo tiene muy, muy difícil»

El efecto Ayuso

Isabel Díaz Ayuso. | Europa Press

Isabel Díaz Ayuso ya tiene callo en las campañas electorales. No en vano, la presidenta lleva tres en otros tantos años y ya se prepara la cuarta, la de las elecciones autonómicas del 2023.

Una de ellas ha comenzado este domingo. Aunque no es una carrera del PP contra otros partidos hacia la Puerta del Sol, sino una carrera por el liderazgo interno del PP en Madrid. La campaña se ha iniciado con un acto de presentación para demostrar lo en serio que se toma en el asunto.

Y muchos se preguntan: ¿dónde está la clave del efecto Ayuso? ¿Cómo puede ser que una mujer que hace apenas tres años veíamos como una jovencita atolondrada y sin experiencia se haya convertido en uno de los más importantes, sino el principal, activos del PP? ¿De dónde saca pa tanto como destaca?

Este artículo va a intentar explicar algunos –no todos– de los factores más importantes del efecto Ayuso.

Cómo se construye un candidato

Los electores, en realidad, tenemos el candidato que queremos.

Y esto es porque se parte de un estudio del electorado para diseñar cualquier estrategia de comunicación que se utiliza en una campaña política. Y este estudio a su vez parte de encuestas, grupos de enfoque y diferentes estudios de opinión, con el objetivo de descubrir qué candidato es ideal para ese electorado. Después se intentará construir, diseñar, crear (elija la palabra que más le guste) a ese candidato ideal.

Y hay algo muy importante que debemos tener en cuenta: el electorado nunca elige al candidato mejor preparado. Elige al más carismático. De esta manera los asesores de comunicación de un candidato deben potenciar la esencia del candidato y del partido político para dejar satisfechas a las audiencias. Y delinear estrategias en función de lo que la gente necesita. Por ejemplo, si las encuestas te dicen que una de las mayores preocupaciones de tu electorado es la seguridad, tu candidato debe aparecer seguro, viril y fuerte. ¿Qué mejor que ponerle una barba?

Pablo Casado en 2015 vs. Pablo Casado en 2022. | Fotos: Europa Press

Y esto es porque todos, todos y cada uno de nosotros, yo incluida, votamos por una cuestión emocional antes que racional. Ninguno nos leemos con detalle los programas. Y, aunque lo hiciéramos, nos daría igual porque todos sabemos que ningún programa se cumple, que los programas están para traicionarlos. Además, todos nos creemos capaces de evaluar el carisma de alguien, si nos cae bien o mal o si nos transmite confianza, pero muy pocos, excepto los macroeconomistas, pueden evaluar programas de políticas públicas en materia de economía.

La comunicación política tiene algo parecido a comprar un piso. Lo primero que haces al entrar al portal de idealista es teclear en el buscador la zona dónde quieres buscar el inmueble. Después ya decidirás si quieres dos baños, tres habitaciones, trastero o garaje Pues lo mismo en el caso del candidato. Lo primero a evaluar es dónde lo presentas y quién es su electorado.
Y a partir de entonces, trabajas.

Si el electorado está buscando un candidato cercano tienes que trabajar en la simpatía de ese candidato. Si va a trabajar en comunidades de exclusión social nunca puede llevar corbata, o bolsos de marca. O, por ejemplo, debes tener en cuenta que no es lo mismo representar a sindicatos en Galicia que llevar una cartera de ministra a nivel nacional.

Yolanda Díaz en 2019 vs. Yolanda Díaz en 2022. | Fotos: Europa Press

Ni tampoco es lo mismo ser activista en la periferia de Madrid que llevar una cartera a nivel nacional.

Irene Montero en 2016 vs. Irene Montero en 2021. | Fotos: Europa Press

Por lo tanto, para construir a tu candidato o candidata debes establecer una relación con el electorado y para eso tienes que trabajar en su imagen: cómo se viste, cómo habla, en la forma en la que gesticula.

En una campaña política se necesita un consultor, un spin doctor, un Miguel Ángel Rodríguez o un Iván Redondo, pero también otros consultores de apoyo, juniors y masters. Y este equipo no solo va a tener que construir al candidato, sino que… ¡También debe crear estrategias para destruir la imagen del candidato rival!

Efecto de desinformación de contexto

Cuando Isabel Díaz Ayuso se presentó en las elecciones del 2019 mi impresión era que la candidata no tenía muchas luces. ¿Por qué? Por lo que ya les he dicho antes. Porque todos, todos y cada uno de nosotros, yo incluida, votamos por una cuestión emocional antes que racional.

Y porque, como también les he dicho, las estrategias de comunicación incluyen no solo diseñar un candidato perfecto para tu electorado sino destruir la imagen del candidato rival. Esas estrategias algunas veces pueden ser muy sucias.

Una de las estrategias más comunes en estos tiempos de Internet consiste en aplicar el efecto de desinformación de contexto a un vídeo.

En un artículo anterior les expliqué cómo se había manipulado un video para que los internautas creyeran que Miguel Ángel Rodríguez había empujado a una reportera.

A estas alturas, muchos sabemos que eso no sucedió, que no hubo tal empujón, pues de haber sucedido Andrea Ropero podría haber denunciado por delito leve de maltrato de obra y no lo hizo. (El delito leve de maltrato de obra viene previsto en el artículo 147.3 del CP: «El que golpeare o maltratare de obra a otro sin causarle lesión, será castigado con la pena de multa de uno a dos meses.»)

Conozco bien este efecto porque a mí me hicieron exactamente lo mismo hace tiempo. Utilizaron un extracto de un vídeo mío que se había publicado en Instagram y aseguraron que yo estaba reenviando fotos de desnudos de una persona. En realidad, en el vídeo yo contaba que me había llegado a la foto de desnudo de una persona y que la había reenviado a la papelera

Voy a darles otro ejemplo:

En este caso, a Rubén Sánchez «se le olvida» decir que en el vídeo original Macarena Olona inicia su intervención diciendo que la homosexualidad no es una enfermedad. En cuanto al tema del vídeo, Macarena Olona se hace un lío entre terapia de conversión y terapia de indagación (es un tema complicadísimo que ya las explicaré otro día), pero en ningún caso Olona defiende o aboga por las terapias de conversión. El periodista «explica» lo que Macarena dice y nos convence de que Macarena Olona cree lo que no cree, y que o bien es ignorante o bien está enferma de odio. El siguiente paso es viralizar el vídeo.

En la campaña del 2019 este tipo de estrategia de desinformación de contexto se utilizó continuamente contra Isabel Díaz Ayuso.

Efecto cámara de eco

Si usted se abre un perfil en Twitter lo normal es que comience a seguir a personas afines a usted. En Twitter, pero también en otras redes, seguimos la misma estrategia que usamos con el resto de los medios de comunicación: preferimos leer a gente con la que estamos de acuerdo o que tiene opiniones similares a las nuestras.

A partir de entonces el algoritmo les recomendará a personas también afines. Si usted sigue, por ejemplo, a mil personas lo normal es que esas mil personas sean de una ideología política similar a la suya. Esto nos impide tener acceso a una diversidad de opiniones, se ahoga cualquier voz disonante y se nos encierra en una cámara de eco que nos refuerza en nuestros prejuicios. Si existiera una opinión ponderada y razonable del otro lado, nunca la veremos. Esto sucede en Twitter, pero también le puede usted suceder en Facebook o incluso en Instagram o WhatsApp.

Campaña de desvalorización

Era Pablo Casado el que elegía a sus candidatos para las elecciones de Madrid. Tanto al candidato a la alcaldía como a la candidata de la Comunidad de Madrid. En el 2018 se daba por hecho que el candidato a la Comunidad de Madrid iba a ser Antonio González Terol, alcalde de Boadilla.

La elección de Isabel Díaz Ayuso nos pilló a todos los periodistas por sorpresa. Casado eligió –se supone- a Isabel Díaz Ayuso por tres razones:

En primer lugar, porque era alguien a quien conocía desde hacía tiempo, desde que habían coincidido en Nuevas Generaciones, porque era una persona en la que él podía confiar.

En segundo lugar, porque tenía miedo de que Terol le hiciera sombra. Terol tenía más experiencia, más carisma e incluso, si me apuran, más nombre en Madrid que el propio Casado.

En tercer lugar, por este video:

Si ustedes has visto los cinco minutos de vídeo quizá hayan reparado en lo siguiente:

  • Díaz Ayuso habla desde el yo. No dice «el partido cree», sino «yo creo».
  • Díaz Ayuso gesticula constantemente con las manos, reforzando así lo que quiere decir con su discurso.
  • Díaz Ayuso es políticamente incorrecta y no se corta a la hora de utilizar expresiones que podrían resultar muy impopulares como «los independentistas racistas».
  • Díaz Ayuso utiliza lenguaje coloquial: «Ellos son la izquierda simpática y a nosotros nos colocan entre Nueva Zelanda y Marte».

En resumidas cuentas, Isabel Díaz Ayuso habla de manera cercana y comprensible. Al escucharla, tienes la impresión de que se expresa como lo haría cualquier militante del PP en una barra de bar después de tomarse unas cañas. Es obvio que el discurso no está preparado ni ensayado. Que ella lo siente así, que le sale desde dentro, Resulta convincente y fácil de entender.
Este vídeo se viralizó en su momento entre los militantes y votantes del PP. 

Y supongo que en las filas del bloque de izquierda se dieron cuenta de que la mayor virtud de Isabel , su naturalidad, se podía usar en su contra.

En aquel momento se empezaron a viralizar vídeos cortados y manipulados de Isabel. El que quizá recordemos más todos es aquel en el que Isabel Diaz Ayuso decía que «los atascos son una seña de identidad de Madrid». Obviamente, la frase estaba cortada dentro de unas declaraciones.

Desde mi pequeña cámara de eco en Twitter yo empecé a recibir ese vídeo, además de muchos otros. Recordemos que yo no tenía acceso a perfiles del PP. Por lo tanto, solo me estaban dando una imagen sesgada de lo que era Isabel Díaz Ayuso. En general me llegaban vídeos en los que se había cortado parte del discurso de Isabel. Por lo tanto, se veía solo una frase. En otros casos, lo que se viralizaba era alguno de sus característicos gestos.

Isabel Díaz Ayuso es muy, muy expresiva, y no es difícil sacarle una foto en la que componga una mueca. Así que da pie a una estrategia fácil de desvalorización: basta con hacer correr un repertorio de fotos que vengan acompañadas del mote que le habían puesto: IDA, las iniciales de Isabel Díaz Ayuso. Más tarde, en siguientes elecciones, el PP y Vox contratacarían y le pondrían otro mote a Mónica García; MEMA, por «médica y madre», que es como a ella le gusta definirse.

El resultado de las elecciones del 2019 lo conocemos. Isabel Díaz Ayuso quedó por debajo de la lista del PSOE, aunque si se juntaban todas las listas de votos de derecha, las formaciones de derecha tenían más votos que las formaciones de izquierda. Y por eso Isabel Díaz Ayuso acabó como presidenta.

Tanto yo como otras tantas personas que nos habíamos comido con patatas los vídeos manipulados de Isabel pensábamos que nos tocaba tener a una presidenta muy mona y no particularmente inteligente, con un toque excéntrico, para algunos, o un poco «ido» para otros.

El efecto bumerán

Entonces llegó la pandemia. Como todos sabemos, el PSOE nos planteó la disyuntiva entre economía y vida. Según el PSOE lo que correspondía era hacer cerramientos y confinamientos constantes para poder así atajar la pandemia. Como todos sabemos también, Isabel Díaz Ayuso se plantó frente a la propuesta del Gobierno central. También se enfrentaron en temas como fiscalidad, burocracia y regulación y gasto público.

La imagen de la presidenta cambió. De la niñita tonta a la batalladora incansable. El relato también cambio. Se produjo un efecto bumerán: De la presidenta que había caído en su puesto por carambola a la señora que estaba cada día enfrentándose con Sánchez.

El efecto rebote o boomerang (Skaperdas y Grofman, 1995) se define como la acción que realiza un partido en campaña el objetivo de aumentar su intención de voto, pero que, sin embargo, termina produciendo su efecto contrario. En este caso, el hecho de haber hecho quedar de«ida» a Isabel Díaz Ayuso tuvo como efecto que en el momento en que la presidenta demostró un mínimo de agallas pareció mucho más inteligente que si hubiéramos estado esperando que las tuviera. El efecto bumerán acabó produciendo más sentimientos negativos contra el emisor del mensaje (el bloque de izquierda) que contra el objetivo del mismo (Ayuso).

El efecto bumerán está más relacionado a las acciones negativas que a las positivas. Es decir, es más fácil que una campaña contra el adversario se vuelva en tu contra a que lo haga una campaña autolaudatoria. En cristiano: si atacas a tu adversario, ten mucho cuidado, porque si se demuestra que este ataque era infundado, se volverá contra ti.

En marzo del 2021 Ayuso llama a las elecciones anticipadas para evitar una moción de censura por parte de PSOE y Ciudadanos. Y aquí es importante de nuevo ver los aciertos y las cagadas de los asesores de comunicación de ambas partes.
Ciudadanos estaba condenado a desaparecer porque ningún partido tránsfuga tiene muchas posibilidades en unas elecciones. La etiqueta de traidor es de las más difíciles de despegar. Si has traicionado a la propia persona para la que trabajabas ¿cómo no vas a traicionar a tus votantes? Era previsible que el electorado de Cs se moviera hacia el PP.

En el caso de las elecciones de 2021 – y esto lo digo a título completamente personal- creo que Isabel Díaz Ayuso ganó de calle las elecciones no tanto porque su estrategia electoral fuera buenísima como porque la estrategia de comunicación de campaña de sus rivales fue la más nefasta que hemos visto en España en mucho tiempo.

Se basó en la estrategia del fear factor, la estrategia del miedo.

La estrategia del miedo, el fear factor

En comunicación política la estrategia del miedo se ha demostrado muy útil para inducir a la población a votar. Por ejemplo, toda la campaña de Mauricio Macri se basó casi exclusivamente en el miedo. Pero lo cierto es que en aquel momento sus votantes tenían algo a lo que tenerle miedo, dado que el gobierno de los Kirchner había sido uno de los más corruptos de Argentina. (Y hablamos de Argentina, que ya es decir).

No hablamos de un invento reciente ni del último grito en estrategia electoral. Desde que Cicerón o Julio César utilizarán el miedo al bárbaro como estrategia en el Senado romano, se viene utilizando el miedo como instrumento de dominación y de movilización política. Una estrategia que han utilizado tanto regímenes totalitarios y democráticos, como ideologías de todos los pelajes.

Un metanálisis realizado en el 2015 y sus colegas encontró que los mensajes con miedo son casi el doble de efectivos que los mensajes sin miedo. Los políticos que utilizan la estrategia del miedo deben demostrar que ellos (o su partido) son los más adecuados para abordar un tema. Después hay que hacer que las personas teman esa amenaza para que busquen consuelo al unirse a las filas del grupo percibido como más capaz.

Pero hay que tener cuidado con esta estrategia porque si se te va un poco la mano puedes hacer el ridículo. Y te puede salir el tiro por la culata

Fue el caso de la estrategia de las balas.

En aquella campaña tres personas dijeron haber recibido cartas con amenazas y balas:  María Gámez, directora de la guardia civil, en la sede del Instituto Armado; Fernando Grande-Marlaska, Ministro de Interior y el ex vicepresidente y candidato de Unidas Podemos en los comicios madrileños, Pablo Iglesias, en la sede del Ministerio del Interior.

Si nos remitimos a lo personal en aquel momento yo estaba recibiendo amenazas diarias por parte de personas afines a Podemos, el Partido Socialista y Más Madrid. No voy a hablar más del tema puesto que está judicializado, pero baste con decir que la identidad de los remitentes se identificó. Como comprenderán, que se quejaran de las amenazas recibidas unos señores que tienen guardaespaldas, cuando tanto yo como muchas compañeras de Confluencia Feminista recibíamos amenazas diarias, pero en nuestro caso sin protección ninguna, me pareció de un ridículo espantoso.

Pero sobre todo me hizo dudar. Dudar de sus palabras. 

Por razones que no vienen al caso he tenido que ir en numerosas ocasiones al Ministerio del Interior. Obviamente en el Ministerio del Interior existe un arco de seguridad para comprobar el contenido de las cartas y yo no me acabo de creer qué unas balas no aparezcan en el escáner. Otra gente tampoco se lo creyó.

Esto lo cuento a título personal pero, como he dicho, a mi alrededor gran mayoría de las feministas que se habían posicionado contra la ley tras estaban recibiendo amenazas a diario. por parte de lo que tenía toda la pinta de ser un grupo organizado. Estas mujeres se presentaban día sí y día también en comisaría en la gran mayoría de los casos no recibían la atención que ellas creían que merecían.

De paso todos habíamos visto en Madrid las imágenes de un mitin electoral de vox en Vallecas. Vimos cómo grupos organizados se enfrentaban a la policía y lanzaban piedras y objetos contundentes contra los oradores de vox. Los disturbios se saldaron con 4 detenidos y 35 heridos. 

Yo creo que, en democracia, si no te gusta el discurso de determinado grupo político directamente ninguneas su mitin y no asistes. Lo que no puedes hacer es atacar a los oradores.

Pero eso debe ser lo que creo yo. Porque desde Podemos pensaban otra cosa. Esto es lo que creía Pablo Echenique:

«Hoy unos pijos han ido a Vallecas a intentar provocar a los vecinos con bravuconadas. Estos les han recordado pacíficamente el poco amor por el trabajo que tiene su jefe y él se ha ido a por ellos para provocar una carga. Mañana las teles te mentirán y te dirán que fue al revés.

— Pablo Echenique (@PabloEchenique) April 7, 2021

Por si su primer tuit no había quedado claro Echenique añadía un nuevo mensaje, poniendo en duda la cobertura mediática de los hechos: «La orgía de blanqueamiento del fascismo que va a haber mañana en las tertulias no te lo quiero ni contar».

Después, borró los dos tuits. 

Este medio se promociona como «periodismo digital para lectores inteligentes», así que doy por hecho que mis lectores sabrán unir la lista de puntos y entender por qué después de esos disturbios el PP ganó por primera vez en la historia en Vallecas. Vallecas, hasta entonces conocido como«el bastión rojo de Madrid», cayó el 4M como una losa. El voto a Isabel Díaz Ayuso en este barrio obrero se extendió desde los que habían apoyado siempre al PP hasta quienes habían sido votantes de PSOE e, incluso, de Unidas Podemos. Y es que, obviamente si alguien te dice que si va un pijo a tu barrio alguien le va a pegar, lo lógico es que a ti te entre el miedo. Sobre todo, porque parte de Vallecas ya es un barrio inseguro, y nadie quiere añadir más leña al fuego de la inseguridad.

Así que el factor miedo funcionó… pero a la inversa. 

Como he dicho, cualquier persona que viva en Vallecas está ya harta de la inseguridad y no quiere más inseguridad añadida. Pero eso no lo podía entender Echenique que entonces vivía en el barrio de Salamanca.

En aquel momento, el Partido Socialista había perdido a una gran parte de sus militantes mujeres. Una de sus candidatas, Carla Antonelli, había protagonizado y sigue protagonizando rifirrafes arrabaleros en Twitter con militantes del PSOE que se escandalizaban con su apoyo ciego a la Ley Trans de Montero. ¿La solución de Carla? Bloquear a toda la confluencia feminista, mediante una herramienta de blockchain (bloqueo en cadena). El Partido Socialista nunca se dio cuenta de la sangría que le supuso su apoyo a la ley trans pues la gran mayoría de las militantes socialistas en Madrid se oponían a esa ley.
Pero no fue eso lo que llevo al descalabro del partido Socialista.

Yo creo que el punto de inflexión se dio cuando Gabilondo exclamó estas palabras: «Pablo, tenemos 12 días para ganar las elecciones».

Y esta fue la última paletada de tierra sobre la tumba de su debacle electoral.

Muchos de sus potenciales electores, entre ellos yo, le teníamos más miedo a Pablo Iglesias que a un tornado. Yo desde luego no quería en el gobierno de mi ciudad a un señor cuyos amigos me estaban amenazando ( repito que no me puedo extender más sobre el tema porque el caso está judicializado) ni a una formación que consideraba normal e incluso justo que se le tiraran piedras y adoquines a los oradores de un mitin.

Como digo, la estrategia de campaña de Isabel Díaz Ayuso tampoco fue nada del otro mundo. Pero su mensaje positivo y esperanzador contrastaba muchísimo con el mensaje airado de su contraparte. Frente a la crispación opuso serenidad, frente al odio opuso sonrisas, frente a las balas, cañas. No fue la gran estrella de los debates electorales ni tuvo unos discursos maravillosos que recordemos como el cenit de la oratoria madrileña a la Castelar, pero apareció tranquila, simpática y cercana. No le hacía falta más.

La estrategia del miedo, a la que podríamos rebautizar como«estrategia que viene el lobo», funciona cuando es cierto que tus votantes tienen miedo y puedes utilizarlo, pero en la comunidad de Madrid si alguien se le tenía miedo era precisamente a Iglesias, no a Vox.

El miedo a la violencia

Hay que recordar que las elecciones tenían lugar en mayo del 2021 y que en febrero del 2021 las calles de Madrid habían visto una batalla campal que se saldó con numerosos heridos y detenidos cuando fuerzas afines a podemos se manifestaron a favor de la libertad de Pablo Hasél.

De nuevo Echenique había mostrado su apoyo a los integrantes de esa manifestación a los que había calificado de «jóvenes antifascistas que están pidiendo justicia y libertad de expresión en las calles».

Luego, como ya es costumbre en él, borró el tuit, pero aquí lo tenemos, recuperado por Carlos Sánchez Mató.

Si tenemos en cuenta que dicha manifestación se saldó con numerosos escaparates destrozados, ¿le sorprenderá a alguien que el pequeño comerciante, que ya estaba muy a favor de Ayuso se aterrorizara ante la posibilidad de que en un gobierno de la Comunidad estuvieran los afines a Pablo Iglesias?

El PP, después de casi 30 años gobernando en Madrid, ha logrado crear un relato no sé si creíble, pero al menos coherente, en el que nos cuenta una especie de mito americano, pero a la madrileña: en Madrid todo el mundo es libre y todo el mundo se fue de forjar un futuro venga de donde venga. Este discurso es muy interesante porque marca su seña distintiva respecto al discurso antiinmigración de Vox. El discurso de Díaz Ayuso parte de que cualquier persona de cualquier parte del mundo puede llegar a Madrid y construirse aquí una vida.

De momento, Isabel Díaz Ayuso tiene prácticamente ganadas las elecciones del 2023 a no ser que suceda algo muy espectacular que desarticule todo el panorama político madrileño en el año que nos queda.

Los partidos de izquierda deberían aprender de sus errores y cambiar de estrategia. El PSOE, al parecer, ya lo está haciendo. Ha desterrado gran parte de su discurso posmoderno, y el otro día hizo un gesto cara a las feministas que no muchas personas van a entender: iba a eliminar de la parrilla de TVE un programa, Gen Playz, que había sido especialmente crítico con el feminismo clásico que es mayoritario en el PSOE –finalmente, el programa se mantendrá–.

Todo apunta a que desde el PSOE dejarán de lado derivas identitatarias y enarbolarán la bandera por el medio ambiente. Pero sospecho que, si llevan a Carla Antonelli en las listas, nunca recuperarán a las militantes feministas perdidas. (De hecho, ya hay una campaña en internet en la que se reclama al PSOE que expediente a Antonelli por acoso).

En fin, ya se sabe que cuando todo está perdido todo queda por ganar, y a un año de las elecciones no podemos afirmar categóricamente que el bloque de izquierda en Madrid lo tiene todo perdido. Lo que sí podemos decir es que, frente al efecto Ayuso, lo tiene muy, muy difícil. Pero ya se sabe que, a la hora de iniciar una campaña para unas elecciones que se dan por perdidas, lo primordial es mostrar una saludable falta de respeto por lo imposible.

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