THE OBJECTIVE
Opinión

Sodoma tenía más principios

«Los políticos nos están tratando como imbéciles, como a niños que no nos dejan ser mayores, porque a la mínima te crujen por un lado o por otro»

Sodoma tenía más principios

Detalle de 'Sodoma y Gomorra en llamas' por Jacob de Wet II, 1680. | Wikimedia Commons

Hay un mundo entero entre lo que pensamos y decimos y lo que nos decepciona y avergüenza. Lo llevamos en silencio, muteado, callado, ese limbo que conocemos de sobra y donde caben todas las veces que algo nos ruboriza, nos repele o incluso produce rechazo. Es la moral que somos, la que fuimos o la que nos queda frente a tanto cambio de ritmo que nos exige nuestro tiempo. Es una especie de autocensura que funcionaba mejor cuando se trataba de nosotros mismos, sin redes ni espejos sociales donde querer mostrarnos intactos. Era mucho mejor y más sincera, constructiva, duradera, no tenía atajos ni tampoco filtros. La extraño. 

Me gustaría poder mirar a ese que fui y ver los errores que con el tiempo pude corregir, aunque me tope de frente con los errores que llevo arrastrando desde hace tanto. Sería como una sesión de terapia para curarme las llagas que no quise cerrar porque nunca encontré cura alguna para ellas. Sin embargo, veo que hay muchas heridas que nos afligen sin que estemos de acuerdo, importadas, y que responden al tiempo que nos ha tocado vivir: un fin de civilización y en una Europa que también traquetea descarrilada en sus dos hileras de ruedas. 

Nadie me tiene que dar lecciones de feminismo porque siempre he pensado de la misma manera que hoy. Nadie me tiene que dar un toque por pensar en los más vulnerables porque, entre otras cosas, soy uno de ellos sin temor alguno a reconocerlo. Al revés, no concibo que hoy en día, cuando más herramientas tienen los jóvenes para ser buena gente, proliferen bukkakes y violaciones en manada como si nunca antes hubieran existido atrocidades. Pero qué demonios pasa, ¿acaso no hay más información y medios que nunca para denunciar un acoso o una injusticia? ¿Qué está fallando para que cada vez seamos peores como sociedad y muy en especial como personas? Sólo puedo mirar hacia arriba y culpar de manera directa a los que nos dirigen y mandan: los políticos. 

La escoria de la sociedad tiene su imagen y semejanza en los que dirigen los países y las comunidades. Por un trozo del pastel han sido capaces de revivir muertos, resucitar odios y ponernos de frente a los que somos iguales y siempre tuvimos la suerte de serlo. Pero qué narices hacen hablando del fascismo, la ultraderecha, los comunistas asesinos, las trincheras, si lo que somos es un trozo de aquella oscura memoria que deberíamos olvidar. Es lo peor que hemos sido y la utilizan en el Congreso como argumento para rascar más y menos votos, jugando con nosotros mientras ellos se inflan a pagas e indultos, y reflejan a los mayores bandidos del bar que es cada una de estas ciudades. Nos están tratando como imbéciles, como a niños que no nos dejan ser mayores, porque a la mínima te crujen por un lado o por otro mientras ellos mantienen ese ritmo de vida que se construye sobre la base de nuestra mezquindad. 

¿De veras no se penaliza al embustero? ¿Al mentiroso compulsivo que gestiona fondos, hace leyes y trafica con la moral del peor ser humano? ¿De veras estamos tan atentos al móvil y a los likes que no somos capaces de romper esta bola que no deja de crecer y va directa a la mierda absoluta? Ellos se indultan, hacen las normas y tienen los recursos y el poder de seguir siendo unos canallas. Tú no. 

«A este pozo nos han arrastrado políticos de todos los colores, porque la ideología hace tiempo que dejó de existir. Sólo viven de ella los que han perdido la vergüenza a todo lo demás»

Los periodistas se han vuelto voceros ideológicos. No queda sitio para alguien que diga lo que piensa porque se le cancela y se le quita el sueldo con el que seguir viviendo. Y si se mete demasiado, se le manda una inspección de Hacienda que seguro algo encontrarán. Partimos del pensamiento único, el oficial, del que no se puede diferir porque si no te aplastan. Las televisiones son un chiringuito de ultras de uno u otro color que han perdido toda la decencia y la objetividad. ¿Los medios? ¿Qué independencia queda en un medio que no recibe viruta porque se mantienen gracias a las paguitas de los señores y señoras que acaban de descubrir el chollo de vivir de la política y de hacer de España un país peor? 

Estas cosas terminan mal, se ve de lejos. Los tumores se deben extirpar para que la metástasis no crezca y arrase con todo el cuerpo que somos. Pero llegamos tarde, estamos cojeando y encima no nos permiten que tengamos ni tiempo para pensarlo porque, claro, si pasara tendrían los días contados. 

Hay que terminar con el cinismo partidista e ideológico, porque, seamos sinceros, las ideologías están sobrevaloradas en el mundo actual. Todos queremos lo mismo, aspiramos a tener las mismas cosas, y pretendemos un lugar mejor donde vivir. Pero mientras sigan existiendo líderes como éstos, nuestro destino estará en la pobreza o en una trinchera que separará a caraduras contra ciudadanos normales. Basta ya de tomarle al pelo a todo el mundo todo el rato. No me cuenten milongas de Franco, ni mucho menos que Cataluña o País Vasco tengan algo de razón. Es un negocio. 

A este pozo nos han arrastrado políticos de todos los colores: rojos, azules, morados, verdes; da lo mismo, porque la ideología hace tiempo que dejó de existir. Sólo viven de ella los que han perdido la vergüenza a todo lo demás. Un reseteo, una resituación, una forma que nos ayude a devolverle la normalidad a la calle y dejar que gestionen el día a día para construir un país mejor. Deseo de corazón que pronto, muy pronto, salgan a la calle a pedir perdón por haber convertido la sociedad actual en la peor de todas las Sodomas y cuando eso ocurra, cuando por fin seamos valientes y dejemos de tragar, comenzaremos a poner la primera piedra de una sociedad mejor. 

Hasta entonces, que te vote Txapote.

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