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Viento nuevo

La ecuación pelirroja

«Lilith Verstrynge es la auténtica ecuación sin descifrar de la política española en clave nacional»

La ecuación pelirroja

Lilith Verstrynge, en una imagen de archivo. | Europa Press

Nadie dimite en España. La historia es vieja y, salpicados hasta el tuétano por escándalos corruptos o problemas de toda índole, se han mantenido aferrados al grifo económico, impasibles e intocables. Hay algo puro, mágico, honesto y hermoso en un político que, limpiamente, dimite, cierra y abandona. Lilith Verstrynge, secretaria de Organización de Podemos, dimitió de sus cargos orgánicos en el partido y se fue por la puerta de atrás, digna y elegante, sin mayores ruidos ni tambores. El escaño vuelve a Sumar por lo que el golpe fue duro para los morados. La ecuación roja, pelirroja, tras este telón de silencio, sigue abierta.

Solo Galiacho se ha atrevido a publicar cómo Podemos jamás nació en la Puerta del Sol sino en el salón de Lilith Verstrynge. Allí, calle Aralar, casita de dos plantas, Fuente de Berro, barrio caro madrileño, se tejieron las mimbres intelectuales del cesto: Monedero, Iglesias, Verstrynge padre, Verstrynge hija y espontáneos. Publicó Galiacho que la casita le costó a Jorge Verstrynge 240.000 euros, lo que nos parece poco. Las reuniones empezaron en el 2012, y el café fue bueno de verdad en la casita de la calle Aralar, porque la victoria fue masiva (2014). El primero que subrayó el cerebro político de Jorge Verstrynge fue Fraga, y aun cuando pasó del PP al PSOE y de aquí a IU, siempre despertó respeto intelectual allá donde estuvo. Profesor en la Complutense del propio Iglesias (Facultad de Ciencias Políticas y Sociología) Verstrynge estuvo en el Podemos auténtico, ajeno a las purgas estalinistas y el protagonismo de su líder, entregado y magnifico. 

Lilith no es ninguna indocumentada: crece entre libros, crece entre escrituras, escribe artículos políticos de gran calado para la parisina Le Vent Se Lève, bilingüe desde su bachillerato en el Liceo Francés de Madrid, licenciada en Ciencias Políticas por Madrid y París, historiadora de relieve y calado tras su beca alemana en Munich, bloguera ocasional para revistas de moda internacionales. Lilith Verstrynge fue cerebro y acción, no recordamos ninguna coz suya destacada en prensa española, el buen tono presidió sus comparecencias y escritos públicos. Ella sabe mucho. Ella no dice nada. La dimisión pelirroja es casi blanca. Se alude, por medio de aludidos, con lo que la alusión siempre suele ser falsa, a problemas de salud cuya confirmación nadie tiene. Su etapa en Bruselas como asesora (1.500 euros/mes) de la eurodiputada Tania González Peñas cosechó numerosos aplausos en las comisiones de Asuntos Exteriores, Medioambiente, Agricultura, la Comisión Mixta UE y América Latina, México, África Caribe y Pacífico e India.

Lilith Vestrynge lo sabe todo de Podemos y su silencio blanco con eco pelirrojo vale oro. Optó por un breve comunicado en una red social: «Las despedidas son difíciles y tristes. Dejo mis responsabilidades políticas y también el acta de diputada. Mil gracias a la militancia de Podemos y a las personas que habéis confiado en mí estos años». El periodismo de la insidia y el bulo quiso emparentarla (sin información potable ni verificada) con Pablo Iglesias a nivel sentimental, en un posible duelo a florete con Irene Montero. Diversas cacatúas de toda índole, en un cotorreo mediocre y barato, apuntan que muere matando, porque su baja solo beneficia a Yolanda Díaz, archienemiga de los morados. La matemática política es cristalina: la lista corre y la fuga gratifica al siguiente (Sumar). Ada Colau fue su otra gran aliada, junto con Iglesias, debido a su militancia en la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH). La joven política (que habla inglés, francés, alemán y portugués) viajó por medio mundo para saberlo todo sobre el ladrillo.

«El PSOE respira aliviado porque Podemos ya no puede hacerle daño»

Señalar la excelencia allá donde se produzca, independientemente de carnés y orientaciones políticas, es uno de los deberes, entendemos, del periodismo serio y riguroso. La baja de Lilith Vestrynge es una hemorragia atroz para el partido. La fuga de los morados a Sumar es ya una cascada, puente y supervivencia para tantos, estratagema sin disimulo para los peores. El PSOE respira aliviado porque Podemos ya no puede hacerle daño. Su presencia, con la ida de nuestra princesa roja y pelirroja Lilith, es apenas testimonial, decorativa, puramente estética. Los comunes alcanzan seis diputados, y Sumar diez. Los cuatro diputados morados, los cuatro gatos sin cuenco de leche en el centro, ya no forman ningún tipo de oposición. El partido se ha disuelto como un azucarillo en el café más negro posible (incluidas enfermedades inesperadas). Hasta los que saltaron del barco con más bombo, Monedero y sus censuras televisivas, apenas cuentan nada.

Gente del partido ya confiesa lo mucho que hubiera crecido el grupo, sí, cerca de Vestrynge y lejos de Belarra. Fue bonito aquello que titularon los más líricos: «El efecto mariposa de su adiós tiene derivadas políticas para el Gobierno, para Sumar y para Podemos». Lilith es la auténtica ecuación sin descifrar de la política española en clave nacional. Desconocemos si el desencuentro fue ya crónica de una ruptura anunciada. Desconocemos si el cansancio hizo mella y callo. Desconocemos si, por elegancia personal, hay asuntos que prefiere no contar u olvidar directamente. Si contamos, garbanzo a garbanzo, el ascenso de Belarra a la dirección no hizo más que menguar la olla entera del cocido. Sigue sin resolución ni análisis la ecuación pelirroja formal. 

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