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Viento nuevo

Isidro Fainé apuesta por España

«Los 600 millones destinados al pueblo no cuestan un céntimo al erario público»

Isidro Fainé apuesta por España

Isidro Fainé, presidente de Criteria Caixa. | Europa Press

El último intento (muy patético) por parte de los nuevos bolcheviques es criminalizar a los ricos. La pólvora ya empezó años atrás con las balas de Pablo Iglesias a Amancio Ortega, siguió con las recientes declaraciones de Yolanda Díaz sobre los sueldos de altos directivos y el ambiente sigue espesándose cada día, cucharita a cucharita. La sombra de un Estado intervencionista cabalga entre las sombras. Mientras nuevas grietas amenazan el muro de nuestros empresarios y directivos más sagaces, la buena gente no deja de trabajar en lo suyo, ajenos al ruido y sus réditos.

Salta ahora la duda a los medios sobre la posible sucesión de don Isidro Fainé como presidente de Criteria hasta 2027. Es el financiero más relevante desde los años 90, inasequible al desaliento, trabajador a tiempo completo, humanista hasta la médula, comprometido sin titubeos ni menoscabos con su tiempo y su país. Preside la Fundación La Caixa y ha convertido la modesta y antigua caja de ahorros, tras comprar Bankia, en el primer banco español sin género de dudas. La Caixa va sobre ruedas, gracias a la gestión de Fainé y Criteria, su instrumento financiero piensa ya por si mismo. 600 millones dedicará la prestigiosa empresa a obra social. En 2026 cumplirá 12 años al frente de la institución. Los doce años que exigen como límite de mandato al resto de quince patronos de La Caixa no afectan a Fainé. En Criteria ha sido renovado hasta el 2027, con Angel Simón como consejero delegado. Muchos apuntan a esa sustitución: Simón será el heredero natural del genio financiero Fainé. Patronos de la entidad son Pablo Isla (Inditex), Álvarez-Pallete (Telefónica) o Marc Murtra (Indra).

En los tiempos en que muchos bancos cierran, diversas sucursales se pierden en la marasmo de nuevos alquileres, cajeros automáticos y bancas digitales reemplazan al bancario al uso, el monopolio crediticio de las entidades bancarias compite con nuevas y coloridas empresas, va cumpliéndose, sí, la novela de terror descrita por Miguel Ángel Fernández Ordóñez en su célebre libro (Adiós a los bancos), mientras La Caixa aguanta y reinvertirá socialmente 600 millones de euros en nuestro país. Difícil encontrar una empresa que supere dicho mecenazgo. Fainé tuvo claro desde el principio la inversión en obra social como mejora entera de vida para todos y no se ha movido un centímetro de la ruta marcada. El empresario, directivo y banquero español, Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil (2003), Caballero de la Orden Nacional de la Legión de Honor (2010), Cruz de San Jordi (2010) y Premio Financiero del Año (2011 y 2017), quiere un país fuerte y ajeno a debilidades, complejos, traumas y pequeñeces. Mirada limpia, vista alta, trabajo duro: su modelo es ya una leyenda en el mundo de los negocios. 

La Universidad de Navarra formó al genio, al artista de la ciencia económica que perfecciona sus estudios en Harvard y una cascada de bancos desde los años sesenta (Atlántico, Asunción, Riva y García, Jover, Bankunión) lo dotan de una experiencia única en su campo: visionario, tantas veces profeta, cráneo privilegiado, humilde, tenaz, pura inteligencia práctica, ajeno a jactancias o raptos de vanidad. Inevitable la pregunta: ¿Qué pasaría si todos los bancos españoles devolvieran a  la sociedad 600 millones de beneficios en forma de obras sociales, ya extintas por la mayoría, cerradas para siempre en casi todos los casos? Isidro Fainé no quiere un pueblo analfabeto y sabe cuánto la Cultura, en mayúsculas, mejora al hombre y lo hace competitivo. La vacuna de inyectar Cultura a la sociedad es siempre el mejor salvavidas para la seguridad de todos y la supervivencia de los mejores. El Mal, en la gran mayoría de los casos, no es más que otra cara de la ignorancia rasa.

El también presidente de Gas Natural Fenosa (2016) y de la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA), además de vicepresidente de Telefónica y de European Savings Banks Group (ESBG), y consejero en otras tantas firmas extranjeras, lo tiene claro: «Se puede repartir cuando se crea riqueza, sin declaraciones grandilocuentes, ni parafernalia vana». Es el hombre del silencio, ajeno a protagonismo y flash mediático, enormemente interesado en paliar las mayores necesidades sociales de su país, casi treinta millones más de euros a obra social que en el ejercicio anterior, el mayor abanderado contra la pobreza infantil en todo el planeta, obseso de la creación de empleo, enemigo feroz de toda vulnerabilidad. Números, sí, que mejoran la vida de la gente. Números, sí, que son paraguas bajo la tormenta y puentes sobre los peores agujeros. 

Lo sentenció sin ambages: «Nuestro propósito no es otro que el desarrollo social y humano, el progreso colectivo y el bienestar de cada persona considerada y tratada como individuo». Los 600 millones destinados al pueblo –conviene subrayarlo- no cuestan un céntimo al erario público. Efectivamente, se puede repartir cuando se crea riqueza, no hay otra fórmula. Isidro Fainé vive ajeno a medallas y a premios que son sonajeros: tiene claro su cometido en el mundo y cada paso suyo mejora la vida de muchos. Todos, hoy, debemos partirnos las manos en el aplauso y congratularnos de su apuesta decidida por España. Es de los que piensan que tenemos dos manos para eso: una para ayudarnos a nosotros y otra para los demás. De todas las virtudes -dijo Aristóteles- la generosidad es la más estimada. 

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