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Viento nuevo

Merkel tiene frío

«La locomotora de Europa, Alemania, está «gripada», avisan los técnicos: parón del PIB y la calle en llamas»

Merkel tiene frío

La excanciller alemana Angela Merkel.

La excanciller se calienta sus salchichas, gruesas como plátanos, bien embadurnadas en mostaza para la tos, pero los temblores no merman frente a los noticiarios diarios. ¿Esta es la Europa que ella impulsó? ¿Esta es la Alemania en timbre de gloria? La locomotora alemana frena y arrastra al resto de la eurozona. El PIB teutón se estancia en el 2024 y prosiguen las manifestaciones y huelgas. Todo sabe a salchicha fría y a depresión crónica, sin salir de casa, frente a los noticiarios diarios.

La locomotora de Europa, Alemania, está «gripada», avisan los técnicos: parón del PIB, sí, inflación elevada y situación fiscal y presupuestaria dependiendo de la calle en llamas. Agricultura, transporte e industria no cesan en sus ataques. Durante las pasadas semanas los recortes al diésel en las subvenciones agrarias atascaron Berlín con 5.000 tractores. Merkel quiere cambiar de canal pero no puede. Colorín colorado, el cuento se ha acabado, y todo el mundo quiere cobrar por adelantado. Viajeros varados en los andenes, ferroviarios en huelga, el personal pide recortes de horarios y aumento salarial inmediato. 

Lo llaman la Coalición Semáforo, liderada por el socialista Olaf Scholz: el PIB cae al 0,33%, los intereses suben como la espuma en el copón de Angelita Merkel, el consumo en la calle por los suelos. Llega 2024, pronto empezamos febrero: el año del estancamiento para Alemania. El milagro sería crecer un 0,3%, pura risa floja, el milagro para el año siguiente (2025) sería crecer un 0,9%. El Deutsche Bank ya dice que ni de coña, brothers.

Canta la rana: la OCDE viene con su boleto para la porra, y los sitúa dentro del grupo de los veinte países más industrializados (G-20) en el penúltimo lugar. Ya no existe lo de «Pepe, vente pa Alemania». Ya no existe el cuento de la Merkel, Ángela, donde todos creímos que podían medirse con los Estados Unidos. Crecen, apenas un palmo, por encima de Argentina. Para llorar lágrimas como melones, lágrimas como sandías, lágrimas como las salchichas de Angelita frente a la tele. Toda la Eurozona crecerá apenas un 5% solo por el caso de Alemania, los que eran ricos ahora son pobres, los que eran norte ahora son sur, el cesto de mimbre igual rompe por arriba y no por abajo, la vida es así de cruel. La misma OCDE, tan simpática, rebaja el crecimiento para España en noviembre a 1.4%. ¿Y si el club fuera un cuento?

La locomotora centroeuropea, al parecer, contagia a sus limítrofes, y Francia e Italia serán los más afectados. Merkel mastica trocitos de salchicha frente a la tele y le saben a bombones. Francia crecerá apenas un 0,7% este año, Italia un 0,4%. El deshielo económico llega por arriba, inaudito, cuando ellos parecían intocables, cuando todos los demás parecíamos sometidos a sus gráficos y orientaciones, cuando ellos venían a decir que el club era propio. Nadia Calviño (BEI) asegura en sus reuniones del FMI que, claro, Europa está muy unida entre sí, y esta caída de Alemania es un dominó, y a todos nos afecta. La frase es para no dormir en toda la noche, mientras dejamos nuestras salchichas en la mesita al acostarnos, por si nos da la tos: «La economía europea está muy integrada entre sí». Alucina, vecina. Siempre se nos vendió que éramos el sur, los pobres, la puerta de África y sucedáneos. 

Su inflación es más alta que la sufrida tras la reunificación (1990). El récord lo tuvo en 2022 con el 7,9%. Los precios, este diciembre pasado, subieron cinco décimas con respecto al mes anterior. Pero Francia cerró el año con una inflación superior a la alemana (4,1%) e Italia con una subida de precios del 0,5%. La inflación no bajará en Alemania y esto afectará a todos los demás amigos del sabroso club. Los 20 países del euro caerán tres décimas el año próximo (2025) y dos el año en curso (2024). Alemania fue la triunfadora que, tras la Segunda Guerra Mundial, construye la industria más fuerte de toda Europa. Industria, tecnología, ingeniería. Fueron ellos, realmente, quienes crearon la Unión Europea, con su pasta larga por delante, con su ejemplo y clases particulares sobre lo que debía hacer cada cual, sobre sus deberes para casa durante el fin de semana y sus amenazas de expulsiones o aprobaciones.

Fueron ellos los dioses europeos, quienes llegaron a estar por encima de Trump, o así lo contaban con la boca pequeña, vendiendo sus productos en todo el mundo. Alemania: seis meses consecutivos de caídas hundieron al gigante. La producción industrial hizo plof, debido a la pandemia, y luego todo lo demás. Ay, qué lío. Dicen por las televisiones de Ángela: «Alemania no es un hombre enfermo sino cansado». Otra salchicha, otro brochazo de mostaza. Christian Lindner, ministro de Economía, lo contó en Davos mientras caída la nieve y seguían alquilando buhardillas a medio millón de pavos para ociosos. La pandemia y las crisis energéticas acabaron con Berlín. La guerra de Ucrania los hirió de muerte por todo el gas que venía de Moscú. Los suministros con China se cortaron porque Pekín es muy malvado. Ahora Lindner habla de «desacoplarse» de los asiáticos y cuidar mucho al muerto cansado que descansa en la UCI. «La tijera fue reinventar la infraestructura energética y el suministro en los últimos 18 meses», explica Lindner mientras Merkel, Ángela, Angelita, se atraganta. Mucho frío. «Y ahora tendré que vivir de migajas, yo que lo he tenido todo», lee ella en una página de nuestra Mercé Rodoreda. Ojú, qué frío.    

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