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Opinión

Inés Hernand, ¿ordinaria o extraordinaria?

«Haría mejor en reconocer su desacierto en lugar de andar buscando excusas que poco ayudan a superar el bochorno»

Inés Hernand, ¿ordinaria o extraordinaria?

Inés Hernand en la gala de los Goya. | Gtres

Un mal día lo tiene cualquiera, incluso Inés Hernand, la icónica presentadora de RTVE Play, el canal digital joven de TVE, y del Benidorm Fest, donde siempre luce su lado más divertido y gamberro. Inés tuvo uno de esos malos días el pasado sábado, como pudimos apreciar a lo largo de la presentación de la alfombra roja de los Goya. Por mucho que le pese, haría mejor en reconocerlo en lugar de andar buscando excusas que poco ayudan a superar el bochorno vivido en el directo.

Pero ella sigue en sus trece y no solo no da su brazo a torcer sino que acusa a la televisión pública de toda la polémica: «RTVE tiene una brecha generacional, mucho edadismo y machismo». La animadora, que no periodista, juega ahora al victimismo: «Entiendo que es por una cuestión de forma al dirigirme al presidente del Gobierno, o por otro tipo de cuestiones, pero me sigue llamando la atención que haya bastante diferencia entre mis compañeros varones que llevan cubriendo la alfombra de los Goya desde 2014. Que de siete horas de directo se me destaque un eructo o decir ‘me suda el coño’, o cosas así, me parece un trabajo sesgado por parte de personas que, de forma capciosa, quieren degradar mi profesionalidad. Personalmente, creo que no lo van a conseguir porque también es lo que hay».

«La ‘animadora’ no estuvo muy acertada y cometió errores objetivos, calibrables, que no se pueden obviar»

A lo largo de todos estos años, la retransmisión de la alfombra roja por parte de TVE ha sido impecable. Que yo recuerde, sus compañeros varones han estado siempre al pie del cañón ofreciendo entrevistas interesantes con los protagonistas de la noche. Y si alguno hubiera soltado ‘me suda la polla’ o ‘estoy hasta la polla’, o hubiera eructado regodeándose ante los micrófonos, seamos honestos, les hubieran llovido las críticas igualmente. Es más, uno no se imagina a Carlos del Amor o a José Fernández confundiendo a María León con su representante, como hizo Inés. No porque sean hombres, sino porque han demostrado su rigor a lo largo de todos estos años. Conocen perfectamente a Silvia Abascal y a Nuria Gago, porque son profesionales como la copa de un pino, al contrario que Inés, a quien le vino grande el evento.

Para serles sinceros, cuando llegó el momento cheerleader con el icono «perro sanche», yo también estaba hasta el coño de todo. El comodín del machismo cansa cuando se ve a la legua el truco de trilera de falsa feminista. Porque, la verdad, feminismo no es poder decir «me suda el coño» en prime time. Esa bandera merece más respeto como para ondearla en un caso de merecida crítica ajena al género de su protagonista, por mucho que se empeñe en hacernos creer que es la clave de todo.

Menuda manipulación. La ‘animadora’ no estuvo muy acertada y cometió errores objetivos, calibrables, que no se pueden obviar: mearse encima, o por lo menos decir en directo que lo has hecho, y eructar ante los micrófonos, soltando los gases con una naturalidad poco edificante, no pueden entenderse como actos provocadores a estas alturas del siglo XXI, por favor, que son cosas que mi sobrino nieto de cuatro años hace con naturalidad todos los días sin creerse el más moderno y el más guay; uno puede estar cansado, pero es una falta de respeto para la audiencia quejarse de esa manera («llevo cinco horas, estoy hasta el coño») cuando la jornada laboral en España es de ocho, te quedan tres horas para poder decir algo, y además es probable que te estén pagando muy por encima de la media, así que ten un poco de empatía para con el resto de trabajadores y sobre todo, para con los periodistas y/o humoristas en paro que ya quisieran estar en tu puesto, porque transmites la idea y la sensación de que lo haces con desgana y, para eso, chica, no lo hagas.

Y ahora resulta que señalar esos errores es machismo y edadismo, cágate lorito. No, Inés, no. Siéntate un momento, pilla el ordenador y repasa la retransmisión: no vamos a entrar en el debate de cuántos cafés te tomaste para ir tan acelerada, pegando gritos y haciendo cortes de manga cuando no venía a cuento. Tú sabrás. Lo cierto es que había una desconexión total entre tu tono y el de los invitados que iban desfilando, generando un llamativo contraste. Era como si estuvieras en fast forward y ellos en pause. Chocante. Eso sí, todos iconos. Como si no hubiera más palabras en el mundo.

Con lo sencillo que era decir, «perdón, me he equivocado», que en su momento lo hizo hasta el Rey y no pasó nada.

P.D. Si consideras que es capcioso resumir todo tu trabajo y reducirlo a «la de los eructos», ¿qué te parece convertir toda la labor del equipo de La sociedad de la nieve para dejarla en «la de los caníbales»?

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