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Qué se puede hacer para ayudar a un niño que tiene el síndrome de Asperger

El síndrome de Asperger es un trastorno que afecta principalmente al modo de relacionarse con otras personas. Quienes conviven con alguien con Asperger aseguran que necesitan rutina y hábitos férreos

Qué se puede hacer para ayudar a un niño que tiene el síndrome de Asperger

Foto: Caleb Woods | Unsplash

José Manuel Bermejo Rodríguez, trabajador social en la Asociación Síndrome de Asperger-TEA de Salamanca, expone que, según la Confederación Asperger España, la incidencia del síndrome de Asperger es de 3-5 niños por cada 1.000 nacidos vivos. Se trata de un trastorno del desarrollo neurológico de origen genético, que se encuadra dentro de los trastornos del espectro autista o TEA. Las personas con el síndrome de Asperger presentan complicaciones con la comunicación y trato.

Desde la asociación junto con la Confederación Asperger España y otras asociaciones: «reclamamos a la sociedad y especialmente a las administraciones públicas más esfuerzos y compromisos para garantizar los apoyos que precisamos las personas con síndrome de Asperger y otros TEA de alto funcionamiento. Nuestra identidad y naturaleza diferentes no pueden ser de ninguna manera una excusa para dejar de lado a uno de los sectores más débiles y sensibles de la sociedad, aislándonos del resto y relegándonos al vagón de cola en nuestras legítimas aspiraciones sociales». Y se refieren a sus capacidades como: «divercapacidades originales, creativas y especiales, que son nuestra seña de identidad».

Mónica Cuadrado Escribano ayudando a su hijo Iker con los deberes | Foto cedida por la entrevistada

El diagnóstico de Asperger de Iker García Cuadrado, de 12 años, llegó cuando con siete. Su madre, Mónica Cuadrado Escribano, celadora en el Hospital Clínico de Salamanca, que tiene otra hija, Ainhoa de siete años, narra que, cuando su hijo Iker comenzó en una guardería con poco más de dos años, el equipo de atención temprana que actuaba desde fuera de la guardería, detectó algo. Observaban como el niño se vestía y desnudaba en el mismo orden, de igual modo que llevaba a cabo otras acciones de un modo ordenado y rutinario e intuyeron que existía un TEA. No obstante, los padres no llegaron a conectar con uno de los profesionales. La trabajadora de la institución sanitaria revela que: «no estábamos en el mismo nivel de mentalidad y es duro que de primeras les digan a unos padres que su hijo puede tener un TEA sin explicarles el concepto y nosotros pensando en los casos más severos de autolesiones y total abstracción».

La incidencia del síndrome de Asperger es de 3-5 niños por cada 1.000 nacidos vivos

Cuadrado Escribano asegura que siendo padres primerizos interiorizaban que cada niño tiene un ritmo diferente en el aprendizaje. En el caso del Iker empezó a andar tarde, pero sí se puso en pie con 10 meses y sus primeras palabras llegaron en tiempos catalogados ‘normales’. Pero, sostiene que, no tenían con quien comparar para descubrir o no síntomas significativos.

Tras la mala experiencia, les derivaron a Atención Temprana (AT) en Salamanca y allí toparon con dos fantásticas logopedas: Ana y Virginia, quienes consiguieron avances en Iker, logrando mayor soltura a la hora de comunicarse y más vocabulario. Estuvieron ese año y el próximo entró a Educación Infantil en su colegio actual, el CEIP San Mateo de Salamanca, donde recibió AT.

Foto de Iker García Cuadrado cedida por su madre, Mónica Cuadrado Escribao

La familia se siente respaldada con la asociación, con la psicóloga Lorena Alonso, quien afirma Cuadrado Escribano, ser fabulosa con el niño y haber conectado muy bien. La celadora comenta que la experta en psicología enseña a su hijo cómo enfrentarse al día a día desde la más pequeña habilidad social como saludar o entablar una conversación, algo que practican a nivel individual y en cursos de habilidades sociales con niños de su edad.

La madre del niño con síndrome de Asperger declara que en la Asociación Síndrome de Asperger-TEA de Salamanca, los padres se apoyan unos a otros y propugna que los niños deberían dejar de verse ‘invisibles’ y ser más aceptados en la sociedad. «Su forma de llevar la vida y pensar, de sentir, expresarse es distinta», subraya Cuadrado Escribano. Esta madre adiciona que su discapacidad a nivel social supone que se aíslen y tengan dificultades para entrar en un grupo.

La madre de Iker expresa que los profesores le ayudan, aunque en ocasiones entienden que no están lo suficientemente formados o capacitos y como ocurre desde su asociación, se les dan charlas para orientarles y darles directrices, aunque «el camino es largo».

Foto: Aedrian | Unsplash

Necesidad de reconocimiento como discapacidad social

Mónica Cuadrado Escribano confirma que vivir con un niño con Asperger implica aprendizaje: «aprender a tener paciencia, a ser mejor persona cada día, a no juzgar, a intentar entender que no todos somos iguales y cada uno tienen sus manías y defectos (unos más acuciados que otros), a tener todo planificado y salirse poco de la rutina, hablar al niño de un modo claro y conciso y con templanza y darles mucho cariño». Manifiesta, además, que le resulta un tanto costoso diferenciar entre la educación que da a su hijo de la que ofrece a su hija.

Iker está muy integrado en su colegio, pero iniciar nuevas relaciones es complicado para él; tiende a jugar solo. La interacción -según su madre- suele terminar en insulto o incomprensión por parte de la otra persona.

Son una familia unida y luchan por su hijo. Tienen el apoyo de su entorno y procuran mantener las amistades con niños con el mismo trastorno que Iker porque es positivo para los niños y para aprender para futuras relaciones que él construya.

Foto familiar cedida por Mónica Cuadrado Escribano

Iker tiene Psicopedagogía Terapéutica (PT), apoyo de audición y lenguaje (AL) y refuerzo en algunas áreas en el colegio. Cuadrado Escribano agradece al CEIP San Mateo su implicación por parte del personal educativo y constata que la mayoría de profesores han estado abiertos al entendimiento y compresión. Sus tutores han sido un puntual importante: Carmen en Educación Infantil, Jorge en algunos cursos de Educación Primaria y Encarna y, Elena, que estuvo en segundo y encantados.

Y remata lanzando un mensaje a las administraciones públicas: «tienen reconocida la discapacidad física, psíquica y la sensorial y necesitamos que se reconozca la discapacidad social, porque es uno de los principales obstáculos que tienen nuestros niños y la sociedad ensalza estereotipos muy marcados».

«Tienen reconocida la discapacidad física, psíquica y la sensorial y necesitamos que se reconozca la discapacidad social»

Lola Ordóñez, psicóloga infantojuvenil especializada en atención temprana, TEA y neuropsicología, refiere en cuanto a las dificultades de comunicación de los niños con Asperger y los intereses restringidos, que derivan en complicaciones en sus habilidades adaptativas, sociales y relacionales. La profesional certifica que, cuando su juego es compartido, suele estar dirigido por el niño con Asperger, que puede actuar de un modo poco flexible.

Teniendo relación con personas con TEA y síndrome de Asperger recuerda que, en sus dificultades para comprender el lenguaje, pueden confundirse con contenidos figurados, con el doble sentido y las bromas.

Foto: Jerry Wang | Unsplash

Sara Hernández Bote, psicóloga y directora en Psicología Torrejón, aclara que, para potenciar las fortalezas de los niños con Asperger resulta positivo preguntarles qué les interesa, escucharlos y prestar atención a cómo llevan a cabo actividades que les satisfacen. Y suma que, habitualmente, con la observación, se pueden descubrir sus cualidades.

Javier Gómez Morales, psicólogo colaborador en Psicología Torrejón, conviene que una forma de potenciar sus fortalezas puede ser planteando una actividad en la que el niño muestre qué sabe sobre uno de sus temas preferidos (por ejemplo: animales, coches…). Si le apasionasen los animales, se puede colaborar con él y preparar un mural o ver un documental. El experto en Asperger indica que, en clase, se puede realizar un taller donde el niño sea el protagonista y enseñe cómo dibuja o demuestre su pericia en el cálculo matemático.

Hernández Bote finaliza subrayando que hay tantas cualidades como niños con síndrome de Asperger y tan solo es preciso dejarse llevar y adentrarse en «fascinante mundo neurodivergente».

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