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Vox busca el voto de los barrios obreros

Vox busca el voto de los barrios obreros

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Vox ha inaugurado la campaña electoral. Sus dirigentes abogan por mantener a sus militantes en tensión. Quieren que estén listos ante cualquier eventualidad. «Estamos preparados para unas elecciones y, además, las reclamamos», reconoce a THE OBJECTIVE Jorge Buxadé, eurodiputado y vicepresidente de Acción Política en la formación. Hace dos semanas presentaron Agenda España, una alternativa a la Agenda 2030 de Naciones Unidas que resume sus postulados políticos en apenas 20 puntos. Como partido que aboga por la tradición, apenas introduce novedades. «Son prácticamente las 100 medidas que presentamos hace tres años. No queremos cambiar el discurso. Otros lo han hecho y se han desinflado», reconoce un destacado miembro de la organización. El objetivo es propagar el mensaje y aumentar el electorado. El principal caladero lo advierten en los barrios obreros y el descontento de sus vecinos.

La Agenda España es la nueva hoja de ruta de Vox. La base de su evangelización política. La primera parada tuvo lugar el jueves por la tarde en Valladolid. Una multitud, apilada, sin mascarilla, se concentraba en la calle san Benito, en las proximidades de la iglesia. El líder de la formación, Santiago Abascal, fue recibido con banderas de España al grito de «presidente». Apenas podía caminar. Todos querían hacerse fotos con él. Todos querían saludarle. «Es un auténtico rockstar», afirma un colaborador. Luego, desgranó las 20 medidas, que calaron entre sus fieles como una auténtica religión. Abascal es su mesías. 

Los nuevos mandamientos abogan por el localismo frente a las ideas «globalistas» de la Agenda 2030. Para Abascal se trata de «una agenda ideológica redactada fuera de nuestras fronteras que representa el consenso progre» y a la que se han plegado tanto el PSOE como el PP. En el documento alternativo, de 46 páginas, se exhibe el ideario clásico de Vox[contexto id=»381728″]. Asuntos que apelan a los sentimientos: soberanía, patria, familia, unidad. Pero también otros que llaman a la movilización ciudadana, como la seguridad, la inmigración, el empleo, el acceso a la vivienda, la educación o la igualdad. Cualquiera que escarbe en su arqueología encontrará múltiples referencias a estas cuestiones. La intención ahora es penetrar con ellas en los barrios humildes. Confían en que el descontento se traduzca en votos. 

«No es una estrategia electoral, sino una apuesta política que, obviamente, tiene una consecuencia electoral. Hay millones de trabajadores desamparados. La izquierda ha decidido hacer una política identitaria dejando de lado los problemas reales de los ciudadanos y la derecha clásica ha asumido el discurso. La gran masa de españoles está al margen de la agenda de los partidos», insiste Buxadé. Rocío Monasterio, líder de la formación en Madrid, conoce bien el camino. «Cosas que dan de comer a la gente», acertó a resumir en una entrevista en televisión. Por eso, para apoyar los presupuestos de Isabel Díaz Ayuso, exige que la Educación Infantil sea gratuita. 

Solo la mitad de los niños madrileños de cero a tres años están escolarizados. Para la formación, ampliar la cobertura sería un triunfo ante la opinión pública. Especialmente entre quienes viven en barrios humildes y las puertas laborales se les cierran porque deben cuidar de sus hijos. El partido de Abascal sabe dónde rascar votos. En abril presentó la candidatura de Monasterio a la Comunidad de Madrid en Vallecas, bastión de la izquierda. Y el viernes, el presidente del grupo parlamentario en Cataluña, Ignacio Garriga, visitó un barrio obrero de Reus (Tarragona) para «atender las necesidades» de los vecinos como consecuencia «de la invasión de la inmigración ilegal y la impunidad de los delincuentes». Los datos no avalan su discurso. Entre 2000 y 2014 la población extranjera residente en España aumentó de forma exponencial: de representar el 2,28% pasó al 10,74%, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Un crecimiento que no se vio acompañado de un repunte de las tasas de criminalidad. Los datos del Ministerio del Interior indican que se redujeron levemente en ese mismo periodo, del 45,9 al 44,7%.

Vox busca el voto de los barrios obreros
El líder de Vox en Cataluña, Ignacio Garriga, saluda a una vecina en Reus (Tarragona). | Foto: Vox

«Lo que importa hoy es la comunicación. Vox se presenta a la sociedad subrayando el mensaje social. En España existe hueco para una derecha que se preocupa de los barrios humildes, que se olvida del capitalismo moralista», reconoce el filósofo Miguel Ángel Quintana Paz, director académico del centro de estudios ISSEP, creado en 2018 por Marion Marèchal, nieta de Jean-Marie Le Pen. Quintana Paz califica de acertada la estrategia. «Muestran preocupación por los problemas de los trabajadores. Gente que nunca ha votado a la derecha puede verse representada». El analista, al que siguen con predicamento miembros de todas las formaciones conservadoras de España, lo tiene claro: «El caladero de votos está en los barrios obreros».

Quintana Paz sostiene que el PP ha optado por la moderación para atraer al votante de Ciudadanos, pero advierte de que ese granero de votos está totalmente exprimido. Vox, en cambio, ha ampliado el espectro. «Se centra en las zonas deprimidas, aquellas con problemas de seguridad, delincuencia e inmigración que no atiende la izquierda, más preocupada por la transexualidad que de los problemas reales». Aplaude que el partido de Abascal se haya atrevido a poner sobre la mesa el asunto de la batalla cultural, e insiste: «El campo del descontento crece, pese a las inyecciones económicas de Europa, que se dedican a los temas que impone el establishment. Cuando mayor descontento, mejor para Vox».

Perfil del votante

«En parte, Vox es la expresión del descontento ciudadano», asume Buxadé. Rechaza etiquetas y huye de calificativos que considera anticuados: la izquierda y la derecha. «Somos patriotas», se planta al otro lado del teléfono. Los estudios sostienen que el perfil medio de su votante es el de un hombre de entre 35 y 44 años de edad, residente en una ciudad mediana, con estudios de bachillerato y perteneciente a la clase media (pequeños empresarios, autónomos y agricultores). «Está claro que si queremos crecer hay que llegar a más personas. En los barrios humildes existe una gran oportunidad», admite un cargo público que prefiere mantener el anonimato.

Quintana Paz recuerda que Vox cuenta con tantos votantes en los barrios obreros como en los barrios ricos. «No es una hipótesis, es algo que corroboran los resultados electorales: el porcentaje de voto en Fuenlabrada, por ejemplo, es similar al del barrio de Salamanca en Madrid». En las últimas elecciones generales, las de noviembre de 2019, Vox obtuvo un 20,21% de las papeletas en el distrito de Salamanca, mientras que en el de Villa de Vallecas alcanzó el 15,18%. «Nos falta implantación, pero para eso llevamos meses instalando mesas informativas en los barrios», resaltan unos militantes de base. Sospechan que, cuando eso ocurra, serán imparables. Los responsables del partido son más prudentes, pero hay un dato del que sacan pecho: han penetrado en zonas que históricamente se le han resistido al PP. No obstante, reconocen que hay lugares en los que no pueden competir con los populares: los barrios ricos, como los de Salamanca, Chamberí o Chamartín en la capital. A pesar de eso, Quintana Paz no descarta el sorpasso a medio o largo plazo. «Llegará antes de lo que muchos se imaginan», predice Buxadé.

Una de las claves para conseguirlo está en el voto juvenil. Los partidos nuevos, como Podemos o Vox, tienen más éxito entre los jóvenes. Tratan de captarles a través de las redes sociales. En Twitter y Facebook reina la formación morada, mientras que en Instagram golea Vox, que en total alcanza una audiencia de seis millones, entre cuentas nacionales y regionales. «Lo que no les llega son los trapos sucios», admite un antiguo militante que tuvo importantes atribuciones orgánicas. Se fue, dice, cansado de ver los mismos déficits que en los partidos tradicionales. «Tiene una estructura demasiado vertical», se queja. Explica que en esta formación también existen luchas internas. Y purgas: «Todo tiene que permanecer a la sombra de Abascal». Y a los que llaman fascistas a los militantes de Vox, les advierte: «Hay quien se marcha porque cree que están muy escorados a la izquierda».

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