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Álvaro Laiz: «'The Edge', un viaje artístico de más de 20 mil años»

Álvaro Laiz nos habla de su recién inaugurada exposición ‘The Edge’, en la que el ADN, como lenguaje, dialoga con la cultura tradicional

Álvaro Laiz: «’The Edge’, un viaje artístico de más de 20 mil años»

Nani Gutierrez | Cedida por Álvaro Laiz

El artista y escritor Álvaro Laiz nos habla de su reciente exposición The Edge, inaugurada en el Museo Universidad de Navarra. La muestra nos invita a hacer un recorrido geográfico siguiendo las huellas de las poblaciones paleo-siberianas que, hace 20.000 años, pasaron desde Asia a América, a través del Estrecho de Bering.  

P: En tu libro The Hunt recreas, a través de la historia de la caza de un tigre, la vida de la comunidad cazadora de los udegei, ubicada en la zona más oriental de Rusia ¿Qué te llevó a hacer este relato?

R: Me impactó mucho una historia que leí en la que un cazador furtivo ruso llamado Markov se cruzó con el rastro de un gigantesco tigre de Amur. A pesar del riesgo, le disparó pero no pudo matarlo. La gente de Udege cree que si alguien ataca a un tigre sin una razón, será cazado por el animal. Durante las siguientes 72 horas el animal localizó a Markov y lo mató. Luego de que el tigre también muriese, le hacen una autopsia y descubren que la bala que le disparó el cazador no había sido la primera que había recibido. Investigaciones posteriores sugirieron que el tigre planeó sus movimientos con una rara mezcla de estrategia e instinto y lo más importante, con una escalofriante claridad de propósito, que era buscar la venganza. También resonó mucho en mí la descripción del rugido del tigre, el cual lo recuerdan como capaz de «destrozar almas». Esta manera de trasmitir conocimiento a través historias, como forma de garantizar la supervivencia, es un elemento constante en mis proyectos.

‘The Hunt’ de Álvaro Laiz.

¿Cómo comienza la idea de The Edge

Desde la publicación de mi libro hice contacto con la National Geographic y gané la beca Fellow.  La propuesta fue irme a investigar poblaciones desde el Estrecho de Bering hasta el desierto de Atacama. Los habitantes de esta zona polar tienen un nombre para describir ese lugar, que siempre es cambiante, lo llaman «Kromka», que significa filo, o the edge. Está justo por encima del círculo polar ártico, en la frontera entre Estados Unidos y Rusia. Quería seguir investigando los nexos entre cultura tradicional y el «animismo», y cómo la cultura y la naturaleza se transforman mutuamente. En Vankarem tuve el primer contacto con los chukchis. Una de las grandes ventajas de hacer el proyecto con Nat Geo es el equipo interdisciplinar con el que pude trabajar, desde expertos en genética de poblaciones, antropólogos  o científicos. A partir de este trabajo conjunto, me di cuenta que los chukchis pueden ser una de las claves para comprender el poblamiento americano, porque comparten un ancestro común con la mayoría de los poblados latinoamericanos que cruzaron por el estrecho de Bering hace unos 20 mil años.

Álvaro Laiz
‘Rios’ Foto cortesía de Álvaro Laiz

¿Cuáles fueron los principales retos para desarrollar el proyecto?

En un primer momento el acceso a Chukotka. Para llegar a Vankarem tuve que tomar dos aviones, un helicóptero, un trineo de perros,  dos motos de nieve y un tanque. Pero quise ir justamente porque es un lugar muy aislado donde  se sigue practicando caza tradicional. Debido a las condiciones climáticas ha sido un lugar muy constreñido además de ser una zona militarizada. Roman Abramovic fue su  gobernador, ahora mismo te puedes encontrar a un cazador comprando rifles por internet pero al mismo tiempo la supervivencia depende de la caza de la ballena. Esta tensión entre el mundo contemporáneo  y tradicional me llama mucho la atención. 

¿La investigación tiene una aproximación muy antropológica en cuanto al objeto de estudio ¿Qué es lo que más te impresionó de la cosmovisión de los chukchis?

La manera de percibir la temporalidad. En su tiempo y  mitología, cada persona no es solamente uno, sino que también es su padre, su abuelo, su bisabuelo y así sucesivamente. De este modo todos llevan así una pequeña parte de sus ancestros. Es un modo de contar la ciencia o la genética poblacional a través del mito. A partir de esto intenté seguir el rastro de todos los estudios científicos que se han hecho desde los años setenta. En la muestra intento representar esto, que no estamos formados por una sola identidad,  sino por una multiplicidad de capas, de identidades, que se solapan unas con otras. He trabajado con genética de poblaciones, visualización de datos, técnicas pre fotográficas como el colodión, video arte o sonido. 

Álvaro Laiz
2017-2022, Serie de 80 retratos. Foto cortesía de Álvaro Laiz

Por qué estructuraste la muestra en los bloques de tiempo, espacio y  memoria?

Porqué creo que son los factores centrales del recorrido que han hecho los hombres a lo largo de la humidad. El ser humano es un ser migrante. Hay distintas formas de entender el tiempo, no siempre se entiende de manera lineal, en las culturas tradicionales muchas veces es circular. La memoria ha sido central para nuestra subsistencia, por eso debemos crear empatía con la naturaleza, porque tenemos que ser conscientes de las futuras poblaciones.

¿Cómo has utilizado el estudio del ADN en el proyecto?

Con los especialistas de genética de poblaciones que  determinan los macro grupos paternos y maternos como linaje. Esto nos muestra de dónde venimos y cuál ha sido el viaje de nuestro ADN hasta nuestro presente. Me interesaba tratar el ADN como lenguaje, no como pura ciencia, ponerlo en diálogo con la cultura tradicional. Desde mi punto de vista, el proto lenguaje, es también la danza, me interesan las denominadas «retributivas», que se practican en todas las culturas relacionadas con el animismo y sirven para reequilibrar nuestra relación con la naturaleza. Para ello trabaje con dos interpretes de danzas chukchis en el estudio. A partir de capturas de movimientos, transformamos esas danzas en nubes de datos y las redecodificamos. 

Álvaro Laiz
‘Marrones’. Foto cortesía de Álvaro Laiz

Desde las distintas secciones de la muestra tocas temas como la incertidumbre ante lo desconocido o la necesidad innata que tenemos los seres humanos en explorar…

En «Mapas de lo invisible» intenté hacer el ejercicio de imaginar qué sintieron los primeros humanos al llegar a la tundra ártica o al adentrarse en las selvas de Centroamérica. Caminar es la experiencia que conecta al hombre con su habitad o lo que lo hace parte constitutiva de la naturaleza. También se trata de tomar conciencia de que todos seguimos en el camino y que pisamos las huellas de alguien que llegó previamente a nosotros, formando parte de este ciclo. En «La paradoja del horizonte» intervengo imágenes  de Ares Valli en Marte, captadas por primera vez por la cámara rover. Reflexiono sobre nuestra innegable necesidad de explora más allá y sobre las implicancias acerca de nosotros mismos.  

La exposición toma mayor sentido con el proyecto Beyond the Edge. ¿Porqué decidiste hacerlo?

UreCulture me propuso sumar una cualidad al proyecto, explorar e impulsar la consciencia ecológica a través del arte, en este caso con mi proyecto the Edge. Como parte de Beyond the Edge, se desarrollo (RE)FRAME, donde se aplica el pensamiento circular en las prácticas museográficas con estrategia de trabajo sistémico y colaborativo, trabajando metodologías contrastadas de cálculo de huella de carbono y análisis de ciclo de vida. Contratamos a Sara Regal una diseñadora de producto y expertos en conservación para colaborar con nosotros. Después de un proceso de investigación de varios materiales, en vez de madera procedente del Este de África, decidimos  confeccionar los marcos con un material producido en España exclusivamente a partir de residuos celulósicos 100% reciclables, sin emisión de compuestos orgánicos volátiles. Con los marcos (RE)FRAME de mi exposición reducimos el impacto de carbono en un 80% y evitamos 210 kilos de residuos de papel que hubieran sido mandados a un vertedero. También hicimos la evaluación de la huella de carbono de The Edge y el impacto que había causado a lo largo de estos 7 años. El resultado fue un dosier muy potente. A partir de aquí se cristaliza de una forma más evidente lo que la muestra también intenta concienciar. Fue una alianza muy natural, que valió mucho la pena. 

Álvaro Laiz
‘Tres’. Foto cortesía de Álvaro Laiz

¿Cuál será tu próximo proyecto?

Se llamará Memoria de invierno, lo estoy desarrollando con la Fundación Campo Cerrado, hace referencia a la vernalización de los árboles que es una capacidad de obtener memoria y con la comunicación entre especies.  En la Galería Freijó tendré una muestra en noviembre, la idea es buscar itinerancias. Con la Universidad de Navarra ya hemos hecho una serie de charlas y talleres con genetistas científicos, para poner en diálogo el arte y la ciencia. Se trata de generar espacios para que participen diversas disciplinas que muchas veces no encuentran una forma fluida de dialogar. Creo que desde el mundo del arte  se pueden generar estos espacios.

The Edge, Álvaro Laiz 

Hasta el 02 de octubre

Museo Universidad de Navarra

 

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