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'La ballena' y la segunda oportunidad de los actores

Con motivo del estreno de la película protagonizada por Brendan Fraser, analizamos la reaparición de intérpretes apartados de las pantallas

‘La ballena’ y la segunda oportunidad de los actores

Brendan Fraser con el premio al Mejor Actor Protagonista por 'La ballena' en la 28ª edición de los Critics Choice Awards en el Fairmont Century Plaza Hotel, Los Angeles (2023). | Dave Bedrosian / Zuma Press / Europa Press

Hace unas semanas, un emocionado Brendan Fraser agradecía con voz trémula y lágrimas en los ojos el Premio de la Prensa Cinematográfica al mejor actor por La ballena, que le pone en la pista de despegue para ganar el Oscar al que también está nominado. Tenía motivos sobrados para que se le hiciera un nudo en la garganta. La película es la culminación de su regreso a la pantalla, después de más de un lustro apartado por una suma de factores. Por un lado, su etapa estelar con blockbusters como La momia había entrado en declive por una sucesión de fiascos que lo convirtieron, a ojos de los ejecutivos, en veneno para la taquilla. A esto se sumaron problemas personales, cuando denunció haber sufrido un asalto sexual en una entrega de premios que le provocó una depresión. 

Tras cinco años de sequía y con un notable sobrepeso, inició el regreso. Participó en un papel secundario en Sin movimiento bruscos de Steven Soderbergh (estupenda película policiaca para HBO) y ahora es el protagonista de La ballena de Darren Aronofsky, que acaba de estrenarse. El acto, con la ayuda de un traje prostético, se luce en el papel de un obeso mórbido. Con este regreso a lo grande, Fraser pasa a formar parte de la cofradía de las estrellas cuyas carreras descarrilaron por motivos variopintos y han logrado salir del hoyo gracias a un papel potente que los rescata del olvido. Antes de iniciar un sucinto repaso, permítanme un apunte sobre La ballena. Todo el mundo habla de la obesidad del personaje, pero en realidad eso no deja de ser relativamente anecdótico. El verdadero tema de fondo es la redención, en la que tiene un papel crucial una redacción escolar sobre Moby Dick, la otra ballena a la que hace referencia el título. El conmovedor final de la película -adaptación de una brillante pieza teatral de Samuel H. Hunter- se produce al desvelarse quién la ha escrito. Dicho lo cual, vamos con un recorrido por los nombres más destacados del club de los actores resucitados.

Cartel de la película

La primera extinción masiva de carreras actorales se produjo cuando el cine pasó del mudo al sonoro. Se quedaron por el camino los que tenían voz aflautada, acento extranjero o excesiva tendencia a la sobreactuación. Años después, de entre las cenizas, resucitó una de las grandes divas de aquel periodo: Gloria Swanson. El canto del cisne de la actriz en la etapa muda fue La reina Kelly de 1928, película de rodaje muy accidentado que dirigió (hasta que la actriz lo despidió) el excesivo y genial Erich von Stroheim, que también era actor. Veintidós años después, en 1950, Gloria Swanson renacía para interpretar en El crepúsculo de los dioses de Billy Wilder a una enloquecida estrella del cine silente que vivía encerrada en una mansión con un criado que antaño fue su marido y director (interpretado por… Erich von Stroheim). Realidad y ficción se mezclaban entre Swanson y su personaje, Norma Desmond. Solo que la actriz no estaba loca y supo reinventarse como exitosa empresaria. Hoy todo el mundo la recuerda por su resurrección en El crepúsculo de los dioses

En la década en que se rodó esta película emergía con fuerza un nuevo medio que le iba a hacer la competencia al cine: la televisión. Allí acabaron muchos actores cuyas carreras en la gran pantalla hacían aguas. El caso más interesante es el de Lucille Ball, que iba de mal en peor en Hollywood porque los estudios le ofrecían papeles poco adecuados para desplegar su talento. Harta, se pasó a la naciente televisión con I love Lucy, la primera gran sitcom (para entendernos: la bisabuela de Cheers, Friends, Seinfeld y The Big Bang Theory). Sin embargo, la contribución de Lucille Ball al mundo de la pequeña pantalla va más allá de su papel protagonista en I love Lucy. Con su marido y pareja en la serie, el músico cubano Desi Arnaz, fundaron Desilu, la productora que puso en marcha series como Los intocables, Misión: imposible y Star Trek entre otras. 

Foto publicitaria del reparto de ‘I Love Lucy‘: William Frawley (Fred Mertz), Desi Arnaz (Ricky Ricardo), Vivian Vance (Ethel Mertz), Lucille Ball (Lucy Ricardo). | Wikimedia Commons

En la década siguiente, los sesenta, la vía de escape para rehacer trayectorias desnortadas fue Europa, concretamente Italia, gracias al spaghetti western. Un ejemplo: Lee Van Cleef, actor condenado en Estados Unidos a papeles secundarios de malo (por la cara de malo que tenía), se convirtió en una estrella en las películas del oeste a la italiana. Debutó allí con La muerte tenía un precio de Sergio Leone, en la que también actuaba Clint Eastwood, un joven actor encajonado en la televisión, que consiguió saltar a la gran pantalla gracias al cine italiano.

En la siguiente década, concretamente en 1972, se produjo una de las resurrecciones actorales más sonadas: la de Marlon Brando. Su carrera iba cuesta abajo: ¿quién se acuerda hoy de Candy, La noche del día siguiente o Los últimos juegos prohibidos? Además, tenía merecida fama de sabotear y retrasar los rodajes con sus caprichos y excesos (un ejemplo legendario es el de Rebelión a bordo, que llevó al director, Carol Reed, al borde de acabar en un psiquiátrico). Sin embargo, un joven cineasta llamado Francis Ford Coppola se empeñó en que lo quería para El Padrino. Charles Bluhdorn, entonces propietario de la Paramount, no quería ni oír hablar del conflictivo Brando pero, ante la insistencia de Coppola, puso tres condiciones para aceptarlo: que hiciera una prueba, trabajase gratis y pagara una fianza por si retrasaba la producción. De las tres se acabó cumpliendo solo la primera, que el director disimuló para no ofender al actor diciéndole que se trataba de una prueba de maquillaje. Esa prueba forma parte de la historia del cine: Brando se metió unos kleenex en la boca, se puso betún negro en el pelo y ante el pasmo de los presentes construyó de la nada uno de los personajes icónicos de la pantalla: Don Vito Corleone y ganó su segundo Oscar.

Fotograma de la película ‘El Padrino‘, Marlon Brando en el personaje de Don Vito Corleone

Varias estrellas de acción ochenteras han tenido también resurrecciones diversas: Mel Gibson pasó de actor supertaquillero a apestado por una sucesión de declaraciones racistas y homófobas. Ha renacido como actor de serie B y ha protagonizado algunas películas que no están mal. Agotado el ciclo testosterónico, Jean-Claude Van Damme supo reinventarse tirando del humor. En JCVD se interpreta a sí mismo atrapado en el atraco a un banco y en la serie de Amazon Prime Jean-Claude Van Johnson se autoparodia como héroe de acción. Por su parte, Kurt Russell, estrella en su día de varias cintas de John Carpenter, fue repescado en Death Proof y Los odiosos ocho por Quentin Tarantino, el director que ha convertido el rescate de actores olvidados en un auténtico arte. 

Tarantino sabe que un actor atesora en el rostro todo un bagaje de experiencias y sabe sacarle partido. Revitalizó la carrera de Travolta en Pulp Fiction. Y ha rescatado a figuras que protagonizaron el cine exploitation setentero, menospreciado por los críticos sesudos y que él reivindica con fervor. Así, Jackie Brown le ofreció un papel estelar a la olvidada Pam Grier, que había sido la reina de la blaxploitation, las películas de acción destinadas al público afroamericano. También redimió en esa misma obra al gran Robert Forster, otro veterano que había caído en el olvido. En Kill Bill recuperó a David Carradine y dio un pequeño papel al astro de la serie B japonesa Sonny Chiba. Pero la repesca más sorprendente fue la de Lawrence Tierney como el jefe de la banda de Reservoir Dogs. El rudo Tierney había vivido su momento de gloria en los años cuarenta, con Dillinger y Nacida para el mal. Después su turbulenta vida fue una sucesión de borracheras, peleas a navajazos, arrestos y hasta llegó a ser investigado por asesinato. Tarantino contaba que en el rodaje se las hizo pasar canutas porque era un tipo correoso y testarudo. 

Fotograma de la película ‘La ballena (The Whale)’, Brendan Fraser en el personaje de Charlie

Aunque sin una lista tan extensa de rescates, Darren Aronofsky también ha hecho su aportación al asunto. A Mickey Rourke, hundido y con la cara como un mapa por unas desastrosas operaciones de cirugía estética, le hizo el regalo de El luchador, un personaje no muy alejado de sus propios naufragios personales. Y a Brendan Fraser le ha puesto en bandeja con La ballena el papel de su vida. El último en incorporarse a la lista de resucitados es Ke Huy Quan. ¿El nombre no les dice nada? Les cuento: de niño hizo de chinito simpático en dos exitazos de los ochenta: Indiana Jones y el templo maldito y Los Goonies. Su carrera entonces no dio para gran cosa más y desapareció. Ahora, ya cincuentón, tiene todos los números para ganar el Oscar a mejor actor de reparto por Todo a la vez en todas partes, la loquísima y estupenda película de los Daniels que, con once nominaciones, es la que más acumula este año. 

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