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Historias de la historia

17-19 de julio de 1936. ¿Pero cuándo empezó la Guerra Civil?

La fiesta nacional durante el franquismo era el 18 de julio, pero el alzamiento empezó el 17 y no cobró cuerpo hasta el 19

17-19 de julio de 1936. ¿Pero cuándo empezó la Guerra Civil?

El general Mola era 'el Director', el organizador y jefe efectivo de la rebelión, y fijó el 19 de julio como día del alzamiento. | Wikimedia Commons

«El 17 a las 17», esa era la consigna que el Director había hecho llegar a los conspiradores en Marruecos. Traducido a un lenguaje claro quería decir que el general Mola, organizador del la rebelión militar contra el gobierno del Frente Popular -todavía no era contra la República- ordenaba al ejército colonial que se sublevase el día 17 de julio a las cinco en punto de la tarde.

Hubo sin embargo una unidad que se adelantó a la hora. El Tabor de Regulares de Alhucemas, un regimiento indígena, se declaró en rebelión en la madrugada del 17, abandonó su guarnición y se dirigió hacia Melilla, la plaza más importante, para llegar a tiempo a la cita de «el 17 a las 17».

Fijar un acontecimiento histórico con un juego de palabras resulta atractivo. Cuando en 1918 se firmó el Armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, se fijó que entrase en vigor a las 11 horas del 11 de noviembre, es decir, «a las 11 del 11 del 11». Sin embargo no sería «el 17 a las 17» la fecha que pasase a la Historia.

«En esa fecha la rebelión ya se habría consolidado en el Marruecos español, donde estaban realmente las únicas fuerzas militares operativas»

Para el general Mola el día decisivo sería el 19 de julio. En esa fecha la rebelión ya se habría consolidado en el Marruecos español, donde estaban realmente las únicas fuerzas militares operativas, y sería el momento de que en España los militares fuesen tomando el poder en todas las ciudades importantes. Un día después, el 20, debía llegar desde su exilio en Portugal el general Sanjurjo, elegido por los conjurados jefe supremo del alzamiento.

Esa parte del plan no saldría, porque el avión de Sanjurjo se estrelló al despegar y el general murió, pero a las 10 de la mañana del 19 de julio de 1936, Mola, el Director, proclamó el «estado de guerra», que jurídicamente significa que la autoridad militar asume el poder civil, y se dirigió al país a través de Radio Navarra: «Españoles: El movimiento salvador iniciado por el ejército está en marcha camino de la victorias definitiva». 

En Barcelona iniciaron la sublevación aún más temprano en la mañana del 19, y en Madrid el general Fanjul proclamó el estado de guerra por la tarde, pero la situación era muy diferente en los tres puntos clave de la rebelión. Mola tenía a priori un control total, pues contaba no solo con las unidades militares de su región obedeciendo disciplinadamente sus órdenes, sino con el apoyo de 8.000 milicianos carlistas, los requetés, perfectamente armados, equipados y entrenados militarmente. 

En Barcelona en cambio el avance de los alzados desde la periferia de la ciudad al centro, para tomar los centros de poder, fue rechazado por la Guardia Civil, la Guardia de Asalto y las milicias anarquistas. 

En cuanto a Madrid, estaba aún en peor situación, pues el general Fanjul no llegó a sacar las tropas a la calle, sino que se encerró en el Cuartel de la Montaña con 1.500 hombres, incluidos civiles falangistas y monárquicos. Esperaba la llegada de refuerzos, que nunca se produjo. En vez de eso, fuerzas leales a la República, iniciaron un bombardeo aéreo y de artillería el día 20, hasta que los defensores se rindieron, siendo la mayoría de los prisioneros masacrados de inmediato. Entre los combates y los asesinatos hubo unos 900 muertos, a los que posteriormente se sumaría Fanjul, condenado a muerte en juicio y fusilado.

Ese mismo 19 de julio el alzamiento o rebelión, según el lenguaje de una parte o la otra, triunfó en la mayor parte de Castilla la Vieja y León, que con Navarra y Álava, también sublevada ese día, formó la base territorial compacta de los rebeldes. También se se sumaron a la sublevación dos territorios aislados, las Baleares -excepto Menorca- y Albacete.

Sin embargo, tampoco pasaría a la Historia el 19 de julio. La fecha fundacional para el nuevo régimen salido de la Guerra Civil, el día de la fiesta nacional durante el franquismo, sería el 18 de julio. Incluso se introdujo una «paga extra del 18 de julio» para darle un carácter amable a la efeméride. ¿Por qué se eligió glorificar el 18 de julio? Porque fue el día en que se sublevó Franco.

Franco se adelanta a todos

Los periódicos de Madrid del 18 de julio aparecieron sin ninguna noticia sobre la rebelión del Ejército de África. Para algunos lo que no sale en la prensa es como si no hubiese pasado, pero sí que había pasado. Y pasaba desde muy temprano.

A las 7 y 10 de la mañana, desde la radio de Santa Cruz de Tenerife, un mensaje fue lanzado a las ondas: «Gloria al heroico Ejército de África. España sobre todo. Recibid el saludo entusiasta de estas guarniciones…» Lo firmaba Francisco Franco, el comandante militar de las Canarias. El mensaje era inequívoco, suponía la adhesión al golpe de «estas guarniciones». Y precisamente eran las guarniciones bajo mando de Franco, sin duda la figura militar con mayor prestigio profesional de España, pues había alcanzado el generalato a los 33 años, tras una carrera brillante y heroica en la Guerra de África.

Con este mensaje de radio Franco se adelantaba a todos los demás generales comprometidos en la conspiración. Para alguien con ambiciones políticas esta primacía resultaría muy importante. 

Poco después, desde la Comandancia Militar de Las Palmas, Franco declaró el estado de guerra, lo que daba carácter oficial a su rebelión. Inmediatamente sus fuerzas ocuparon todos los centros del poder y los gobernadores civiles de Las Palmas y Tenerife fueron detenidos. A las 12 del mediodía el alzamiento había triunfado en Canarias.

Faltaba sin embargo otro gesto simbólico, la emisión del llamado Manifiesto de Las Palmas por las emisoras canarias, un texto dirigido por Franco a los «Españoles», en donde explicaba las razones del alzamiento y pedía el apoyo del «honrado pueblo español». Pero lo más importante del Manifiesto era que estaba fechado en Tetuán el 17 de julio, como si Franco hubiera estado presente en el inicio del golpe en Marruecos.

«Franco se asociaba así, o mejor dicho, encabezaba la rebelión del Ejército de África, la baza fundamental con la que contaban los conspiradores»

Franco se asociaba así, o mejor dicho, encabezaba la rebelión del Ejército de África, la baza fundamental con la que contaban los conspiradores, y por lo tanto un arma política para que su jefe se convirtiese en el jefe efectivo de la rebelión. De hecho, a las dos de la tarde del 18 de julio, asegurada la situación en Canarias, Franco se subió a un avión que había venido de Londres especialmente para eso y, tras hacer noche en Casablanca, llegó a Tetuán a las 7.30 de la maña del 19 de julio, tomando inmediatamente el mando del Ejército de África.

Había otro general con ambiciones políticas similares a las de Franco, Gonzalo Queipo de Llano, que también quiso adelantarse a Mola, aunque no contaba con los recursos de Franco. Queipo era algo extravagante. Era republicano, había tenido incluso que huir al exilio por conspirar contra la monarquía, y era familia de Alcalá-Zamora, el primer presidente de la República. El cese de éste por el Frente Popular fue una de las razones que le empujaron a la rebelión.

Queipo carecía de mando en tropas, no tenía una guarnición a sus órdenes como Franco o Mola. Él quería encabezar el golpe en Valladolid, su tierra, donde el triunfo era casi seguro, pero en vez de eso «me largaron el mochuelo de Sevilla», en sus propias palabras. Tuvo que ir de cuartel en cuartel convenciendo, amenazando y echándose faroles, lo que se le daba muy bien porque tenía mucha labia, hasta conseguir sublevar a la guarnición, tras neutralizar a muchos jefes que no querían sumarse al golpe. Eran las 14 horas, pero hasta última hora de la tarde no consiguieron los rebeldes asegurar la situación en el centro de Sevilla.

Siguiendo las instrucciones de Queipo, las guarniciones de Córdoba, Cádiz y Málaga también se alzaron el día 18, aunque en Málaga fracasaron. La Andalucía rebelde aceptó así el caudillaje de Queipo del Llano, que se convertiría en el rival más importante de Franco tras la muerte de Mola en accidente aéreo. 

En resumen, en una docena de capitales las tropas se sublevaron el 18 de julio, en una quincena, incluidas Madrid y Barcelona, el 19, y otras diez se retrasaron hasta el 20 y el 21 de aquel julio ardiente de 1936 que marcó el inicio del gran drama español.

Hubo varias ciudades donde no llegó a estallar la rebelión, la más importante de ellas Valencia. Pero el caso más extraordinario fue el de Badajoz, donde el alzamiento se retrasó hasta el 6 de agosto.

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