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El gran engaño: la selección femenina de Qatar lleva sin jugar un partido oficial desde 2014

El combinado femenino catarí no figura en el ranking femenino de la FIFA, y ni siquiera tiene un hueco en la página web de la Federación de Qatar

El gran engaño: la selección femenina de Qatar lleva sin jugar un partido oficial desde 2014

Jugadoras cataríes. | womenfootballqatar.org

La ‘suerte’ está echada. El Mundial de Qatar tiene los días contados –bueno, los minutos, concretamente, 90 más una posible prórroga–. Este domingo finaliza una aventura que comenzó hace más de una década en Zúrich, en un acto en el que la FIFA anunció las candidaturas ganadoras para albergar la Copa del Mundo en 2018 y 2022. Rusia y Qatar eran las elegidas, una elección con polémica, especialmente en el caso de Qatar, cuyo nombramiento estuvo rodeado de acusaciones de corrupción desde el principio.

La delegación catarí se enfrentaba a otras sedes candidatas: Australia, Corea del Sur, Japón y Estados Unidos. El organismo presidido entonces por Joseph Blatter se defendió de las acusaciones, esgrimiendo que casi todos los países en concurso ya habían organizado un torneo mundialista previamente. Estados Unidos albergó el Mundial de 1994, mientras que Corea del Sur y Japón hicieron lo propio en el de 2002. Solamente Australia y Qatar no lo habían organizado antes y, entre ambos, el escogido fue el emirato.

Para poder organizar este Mundial que está a punto de acabar, Qatar tenía que cumplir con una serie de requisitos logísticos y otros más ‘de cara a la galería’. Uno de ellos era tener un equipo nacional femenino. Fundada en 2009, la selección femenina catarí jugó su primer partido en 2010, justo antes de que la FIFA anunciara a Qatar como sede de la Copa del Mundo de 2022. En su oferta para conseguir albergar el torneo mundialista, la delegación de Qatar prometió que se comprometería con la «promoción del fútbol femenino, incluida la creación de instalaciones especiales» para este propósito.

La FIFA no requiere oficialmente que un país anfitrión de un Mundial tenga un equipo nacional masculino y otro femenino. De hecho, las 211 asociaciones que pertenecen a la FIFA tampoco están obligadas a tener equipos nacionales masculinos y femeninos. Varios países no cuentan con selecciones femeninas. Sin embargo, en 2010 la FIFA llevaba ya organizados cinco mundiales femeninos, y mediáticamente no quedaba muy bien que el país anfitrión del torneo masculino ignorara el fútbol jugado por mujeres (aunque tampoco quedaba muy bien que ignoraran los derechos de estas y del colectivo LGTBI, pero la FIFA decidió correr un tupido velo).

Un fantasma futbolístico

Años después se revela el engaño. La selección nacional femenina de Qatar jugó por última vez un partido oficial en abril de 2014. Han pasado más de ocho años. Aquel partido tuvo lugar en el Campeonato Femenino de la Federación de Fútbol del Oeste de Asia (WAFF, por sus siglas en inglés), una subdivisión de países dentro de la Confederación Asiática de Fútbol de Asia Occidental. La selección de Jordania, que salió vencedora de todos los encuentros, fue la ganadora de aquel torneo.

Actualmente, el combinado femenino catarí es como si no existiera, directamente. No figura en el ranking femenino de la FIFA, y ni siquiera tiene un hueco en la página web de la Federación de Qatar.

Tal y como relata The New York Times en un reportaje en su edición digital, la selección femenina de Qatar sí ha disputado algunos partidos amistosos y varios intercambios culturales, incluida una visita de jugadoras de un equipo estadounidense en 2020 y un viaje de algunas jugadoras cataríes a Nueva York y San Francisco a principios de este año para aprender sobre el fútbol femenino en Estados Unidos, una superpotencia global. Más allá de eso, la nada.

De hecho, y tal y como recoge el diario neoyorquino, en los últimos años se han publicado algunas fotos del equipo. Las jugadoras visten en ellas ropa deportiva con el parche oficial de la Federación catarí, pero las camisetas están confeccionadas por la firma Burrda, cuya asociación con la Federación catarí terminó hace años. La selección masculina vistió camisetas fabricadas por Nike en los encuentros que jugó en la fase de grupos de su propio Mundial.

Pero, ¿qué ha pasado? ¿Cómo es posible que hace 12 años Qatar prometiera que se comprometería a desarrollar el fútbol femenino y resulte que, a fin de cuentas, su equipo nacional ni siquiera compita en citas oficiales? The New York Times le preguntó directamente a la FIFA por esta circunstancia, y el organismo se salió una vez más por la tangente: «No hacemos comentarios sobre el estado del desarrollo del fútbol en países individuales o la situación de asociaciones miembro específicas». Arreglado.

La exjugadora alemana Monika Staab, que a día de hoy entrena a la selección de Arabia Saudí, estuvo a cargo del combinado catarí entre 2012 y 2014. Su marcha respondió a que la Federación de Qatar quería que el equipo femenino estuviera entrenado por un hombre que hablara árabe, por lo que ella no encajaba. Desde que se fue, la selección ha estado estancada. Los resultados no han acompañado, es verdad, pero sin apoyo de su Federación, sin sustento financiero, sin proyección mediática y sin un proyecto sólido desde la base, este equipo que Qatar creó para quedar bien ante la prensa internacional es un fantasma futbolístico. Uno de los grandes engaños de un Mundial que será recordado por muchas cosas. Algunas deportivas, otras tantas –por desgracia– extradeportivas.

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