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La inflación lleva a los españoles a reducir el consumo de vino, que cayó un 7% en un año

El año 2022 empezó con buenos datos, pero pronto «se empezó a observar una cierta ralentización del consumo» y una reducción del mismo a partir de julio

La inflación lleva a los españoles a reducir el consumo de vino, que cayó un 7% en un año

La sección de vinos de un supermercado en Alicante. | Miguel Candela (Europa Press)

El sector del vino, como muchos otros, comenzó a recuperarse en 2021 tras los efectos de la pandemia de coronavirus y se preveía que el año 2022 fuera el que afianzara de nuevo la estabilidad. Sin embargo, la inflación y la incertidumbre comercial que marcaron el último año hicieron que los españoles redujeran notablemente su consumo de vino

En concreto, según el último informe económico publicado por la Organización Interprofesional del Vino de España (OIVE), en noviembre, último mes del que hay datos, la caída interanual fue del 7,2%, la menor cantidad para un periodo interanual desde agosto de 2021. 

«La tendencia apuntaba a que 2022 sería el año de la consolidación de la senda de recuperación iniciada en 2021, tras la fuerte caída registrada durante la peor parte de la pandemia, sobre todo en hostelería. Sin embargo, factores como la invasión militar de Rusia a Ucrania, la crisis del transporte y de suministros o el fuerte encarecimiento de la energía han desembocado en un nivel histórico de inflación que han provocado un giro de tendencia en el consumo de vino en España«, señala el informe, que recoge los datos aportados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.  

A pesar de los malos datos de final de año, 2022 empezó con «muy buenos crecimientos», apunta la OIVE, y en enero y febrero se llegó a alcanzar un crecimiento acumulado del 20,8%, pero la invasión de Ucrania por parte de Rusia provocó una incertidumbre económica por la que «se empezó a observar una cierta ralentización del consumo que derivó en una clara contracción del mismo a partir de julio». 

El consumo de vino cae más en los hogares 

La caída de consumo de vino ha afectado principalmente al sector de la alimentación y no tanto al de la hostelería, donde todavía se registran datos de crecimiento, marcados también por la diferencia con 2021, cuando todavía existían ciertas restricciones para salir a restaurantes y locales de ocio nocturno. 

Así, en las ventas en alimentación, los últimos periodos interanuales analizados muestran un descenso de entre el 6% y el 7%. Una caída que contrasta con el gran impulso que vivieron las ventas durante el confinamiento, al mismo tiempo que la hostelería sufría fuertes pérdidas por el cierre de los establecimientos. 

Mientras, en el periodo de octubre-noviembre de 2022 se registró un crecimiento del volumen de consumo de vino en hostelería del 29,3%, señala el informe, una cifra buena pero que demuestra un descenso en comparación con los meses anteriores. Desde el periodo de abril-mayo, el aumento ha sido cada vez a un ritmo menor. 

En cuanto a los precios, tanto en hostelería como en alimentación alcanzaron un máximo histórico en el periodo de octubre-noviembre de 2022. Desde la OIVE señalan que «la mejor evolución en los últimos años de los vinos con mayor valor añadido explica esta tendencia de precios al alza», pero reconocen que la hay que tener en cuenta «que se alcanzaron niveles históricos de inflación por factores que trascienden al sector». Por tanto, al hacer los cálculos teniendo en cuenta este dato, el precio medio en hostelería subió un 1,7%, frente al 9% real que ha subido el precio, mientras que en alimentación cayó un 2%, frente a un aumento del 5% del valor nominal. 

2022 también fue un mal año para la vendimia 

La subida de los precios no ha afectado solo al producto final, sino que los eslabones anteriores de la cadena, especialmente los agricultores que producen la materia prima, han visto como su rentabilidad ha disminuido notablemente, según se desprende del último balance agroganadero de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), que define a 2022 como un año «adverso» debido a «la sequía, las bajas producciones, los altos costes y la dificultad para obtener precios justos que permitan cubrirlos«.

Y es que según llevan denunciando meses, los costes de producción han subido mucho más que los precios que los intermediarios pagan por el producto en origen, como ya publicó THE OBJECTIVE a raíz de los datos de Eurostat del mes de octubre. 

«Teniendo en cuenta la reducción de la producción, la baja graduación alcohólica de las uvas en numerosas zonas, la disminución del tamaño de la baya y por tanto del rendimiento, y unos precios pagados a los viticultores, que aunque se han incrementado con respecto a los de la campaña anterior, no han subido suficiente y de manera proporcional a lo que se han incrementado los inputs que utiliza el viticultor, este año y de una manera bastante generalizada, los viticultores, y en especial los de estructura familiar, van a sufrir una considerable pérdida en su rentabilidad y con una incertidumbre al menos a corto y medio plazo nada halagüeña«, advierte la organización en su balance de 2022.

La situación provocada por el aumento de los costes, sumada a la sequía que ha afectado a gran parte de España en los últimos meses, ha hecho que las previsiones para la producción de la campaña 2022/2023 sean menores de lo habitual. Según los datos de UPA, esta se estima en alrededor de 37 millones de hectolitros de vino y mosto, lo que supone una pérdida de en torno al 8% con respecto a la vendimia anterior, datos que alejan al sector del crecimiento que inicialmente se previó para los años posteriores a la pandemia. 

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