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La otra cara del dinero

El PP madrileño es un hatajo de ineptos, porque lleva décadas desmontando la sanidad sin éxito

Aunque Madrid es la región que menos invierte en sanidad, es también la que mejores resultados obtiene, según los indicadores del Ministerio de Sanidad

El PP madrileño es un hatajo de ineptos, porque lleva décadas desmontando la sanidad sin éxito

Un grupo de manifestantes censura la supuesta privatización de la sanidad madrileña el pasado domingo 12 de febrero, en el entorno de la plaza de Cibeles. | TO

«Las marchas por la sanidad pública desbordan Madrid», titulaba El País este lunes. Las imágenes no mostraban una afluencia mayor que el pasado 21 de enero, cuando tomaron Cibeles los críticos de Pedro Sánchez (como se puede apreciar aquí y aquí). Pero se trataba, por lo visto, de una ilusión óptica. El domingo a la Delegación del Gobierno le salieron 250.000 manifestantes y el 21 de enero, 31.000.

Había, de cualquier modo, mucha gente, eso es indiscutible. Y estaba muy indignada.

Los organizadores calificaron la situación de la sanidad madrileña de «dramática», especialmente en atención primaria. El sistema «era modélico», señalaron, pero «se degrada día a día», porque «los sucesivos Gobiernos del PP» se han dedicado a deteriorarla «intencionadamente».

Es un caso de ineptitud verdaderamente llamativo.

Porque resulta que los populares llevan casi 30 años intentando cargarse la sanidad y esta no solo continúa en pie, sino que se encuentra entre las mejores de España, si no es directamente la mejor.

Plazos de demora en la sanidad

Empecemos por las listas de espera.

Según el propio Ministerio de Sanidad, a 30 de junio de 2022 el tiempo que un paciente debía aguardar para una cirugía era de 90 días en España. Las comunidades que ofrecían las demoras más cortas eran Melilla (49 días), País Vasco (56), Comunidad Valenciana (62), Andalucía (64), Navarra (64) y, en sexto lugar, Madrid (67).

No parece un drama.

Para consultas, la media nacional era de 79 días. Madrid estaba aquí también muy por debajo: 51 días. Era la quinta. Únicamente tenía por delante a Ceuta (22), Melilla (32), País Vasco (29) y Baleares (50). Tampoco está tan mal.

«Ya», me dirán, «pero las listas de espera se pueden maquillar».

Es verdad. Ofreces al paciente pasar a un centro concertado o privado y, si te dice que sí, fenomenal, porque lo borras, y si te dice que no, fenomenal también, porque le vuelves a poner el contador a cero. ¿Y quién es, según la izquierda, una consumada tramposa en este arte?

Isabel Díaz Ayuso, naturalmente.

Los más longevos de España

Así que las listas de espera no son de fiar. ¿Qué dicen otros datos?

La Secretaría General Técnica del Ministerio de Sanidad ha compilado en Indicadores de salud 2020 múltiples variables básicas desagregadas por comunidades. La primera es la esperanza de vida al nacer y, en 2017, Madrid era la región más longeva, con 85,1 años. Las siguientes eran Castilla y León (84,2), Navarra (84,1) y País Vasco y La Rioja (ambas con 84).

Cabría ahora objetar: «Claro, pero eso es por la herencia recibida, seguro que ahora está cayendo».

Pues tampoco. En todas las comunidades se registró un incremento de la esperanza de vida entre 2005 y 2017, aunque los mayores se dieron en Canarias (3,8 años) y en Madrid (3,5).

Esperanza de vida con buena salud

De todos modos, como advierten los autores del informe, las «medidas tradicionales […] son actualmente insuficientes para evaluar el estado de salud, caracterizado por enfermedades y problemas de carácter crónico que no se traducen en mortalidad de forma inmediata». En otras palabras: no debemos limitarnos únicamente a consignar cuánto años se vive; también importa saber con qué calidad se viven, o lo que es lo mismo, cuál es la esperanza de vida con buena salud (EVBS).

Esta información se obtiene mediante encuesta.

Se pregunta al interesado: «En los últimos 12 meses, ¿diría usted que su estado de salud ha sido muy bueno, bueno, regular, malo o muy malo?» y, para España, la EVBS al nacer era en 2017 de 60,9 años. Por autonomías, los mejores resultados se obtuvieron en Baleares (67 años), Extremadura (64,6), Castilla y León (63,3) y Madrid (63,2).

El otro lado del espejo

Otro modo de evaluar un modelo sanitario es observarlo desde el otro lado del espejo, el de la mortalidad.

La «exhaustividad de la información» que ofrece este registro, así como «la objetividad del fenómeno que recoge», lo convierten en un «instrumento adecuado para la monitorización de los problemas de salud».

¿Y cuál es el resultado?

«Madrid y Castilla y León fueron las comunidades autónomas con una menor mortalidad general en 2017». Sus tasas ajustadas por edad fueron inferiores a las del conjunto del país en 15 y ocho puntos, respectivamente.

Mortalidad por enfermedades

Los autores de Indicadores… relacionan a continuación las prevalencias de mortalidad para una larga serie de males: tumores malignos variados, enfermedad isquémica del corazón, cerebrovascular, pulmonar obstructiva, del aparato circulatorio, etcétera.

No quiero aburrirles, pero en el indicador general, es decir, en la mortalidad por todas las causas, Madrid presenta la menor tasa de España: 378,4 por cada 100.000 habitantes, muy por debajo de la media nacional de 445.

Y cuando se va al detalle de cada enfermedad, se aprecia que Madrid figura sistemáticamente entre las cinco comunidades con menor prevalencia. Hay pocas excepciones: la cirrosis hepática, en que es sexta; los tumores de estómago y útero, en que es séptima y décima, respectivamente…

El reproche del gasto

Por supuesto, siempre queda el reproche del gasto.

Madrid es, efectivamente, la región que menos invierte en sanidad: 1.284 euros per cápita en 2022, casi la mitad que Euskadi. Pero el dato económico aislado es poco elocuente. Asturias, por ejemplo, realiza un esfuerzo similar al vasco y está a la cola en mortalidad, con una tasa de 464,8.

Allí no salen, sin embargo, a pedirle cuentas a nadie con una pancarta que dice: «¿Cuántos muertos más?», como en Cibeles.

No es justo ni práctico usar como vara de medir exclusiva la partida presupuestaria. Hay que fijarse sobre todo en los resultados y, en el caso de Madrid, dibujan una situación que solo una combinación de miopía y mala fe puede tildar de dramática.

Pero, claro, si la izquierda analiza las estadísticas igual que cuenta a los manifestantes, no me extraña que saque las conclusiones que saca.

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