THE OBJECTIVE
La otra cara del dinero

¿Está matando Francia la gallina de los huevos de oro?

Tras perder a Messi y Neymar, el caos y la violencia se están adueñando del fútbol galo

¿Está matando Francia la gallina de los huevos de oro?

Kylian Mbappe en un partido de la Ligue 1. | Sarah Meyssonier (Reuters)

Cuando el fondo soberano Qatar Sports Investments (QSI) se hizo con el PSG, algunos pensaron que al fútbol francés le había tocado la lotería. Los buenos tiempos del Olympique de Marsella quedaban muy lejos (aquella Champions que le ganó al Milan en 1993); los de su homónimo de Lyon, solo un poco menos (aquella semifinal de la Champions de 2010 que el Bayern les ganó por un solo gol); y la final del Mónaco en 2004 había sido poco más que una grata sorpresa sin continuidad. Por lo demás, un triste deambular que no interesaba a casi nadie fuera del país. 

Los fichajes a fondo perdido del PSG movieron los focos del mundo futbolero a la Ligue 1, su primera división. A cambio de una evidente desigualdad con el resto de los equipos, por supuesto, pero estos también se beneficiaban de una notoriedad que llegó a su punto culminante con el fichaje de Messi en 2021. Con Mbappé y Neymar ya en el equipo, de repente la francesa pasó de ser una liga intrascendente, más exportadora que importadora, a contar con los tres mejores futbolistas del mundo.

Aunque en lo deportivo la cosa no terminaba de carburar, las audiencias televisivas, el verdadero quid de la cuestión financiera del fútbol, se multiplicaron. La patronal, que comparte nombre con la española, LFP, se apresuró a explotar la nueva moda. La idea de su presidente, Vincent Labrune, era sobrepasar el Rubicón de los mil millones de euros por temporada de su producto estrella, la Ligue1. Pero las cosas se han complicado. 

A principios de mes, L’Equipe explicaba que la gran referencia en estos asuntos, la Premier League, acaba de conseguir un acuerdo por el doble: 2.000 millones de euros por temporada. Poco después, hace unos días, confirmaba que Labrune seguía sin poder cerrar el equivalente para el fútbol francés: las negociaciones con DAZN, Amazon y beIN Sports se están complicando y, de momento, las pretensiones han bajado a los 900 millones. 

Las comparaciones son odiosas. La Premier League es imbatible. De acuerdo, pero el verdadero problema es que la inercia de la Ligue 1 va en dirección contraria. Aunque los ingleses también tienen sus problemas, ya vimos por aquí cómo están empezando a plantear soluciones. Lo de Francia es más complicado.  

Por supuesto, está el hecho de que han perdido a Messi y Neymar a manos de estadounidenses y árabes, pero el problema más preocupante es de fondo. En la última jornada de grupos de la Champions League, el PSG pasó por los pelos a la siguiente ronda, gracias una inopinada victoria del Milan en Newcastle, y el otro equipo francés, el Lens, cayó eliminado y logró al acceso de consolación a la Europa League en el último momento, aprovechándose del calamitoso momento del Sevilla FC.

«La Premier League es imbatible. De acuerdo, pero el verdadero problema es que la inercia de la Ligue 1 va en dirección contraria»

El Lens le ganó al equipo hispalense en un encuentro marcada por el bochornoso veto de los aficionados sevillistas a su estadio. Al final se levantó la prohibición, pero ya toda Europa había sido testigo de la reconocida incapacidad de las autoridades francesas para evitar la violencia en sus estadios. ¿Qué está pasando en Francia?   

El pasado verano, Daniel Riolo abrió una entrevista en Le Figaró con unas tremendas declaraciones: «Nuestro fútbol está guetizado, el comportamiento de escoria se está generalizando».  Uno de los periodistas deportivos más prestigiosos de Francia, Riolo acababa de publicar, con Abdelkrim Branine de coautor, Chaos Football Club (Hugo Sport), un libro de investigación sobre el «aterrador panorama del fútbol francés plagado de violencia, identitarismo y excesos financieros».

La presente temporada no ha hecho más que darle la razón. Marcelino, un entrenador español de prestigio captado por la liga francesa, dimitió de su cargo en el Olympique de Marsella por las amenazas de los ultras. Un Montpellier-Clermont tuvo que suspenderse después de que un proyectil lanzado desde la grada derribara al portero visitante. Antes y después de los partidos, las peleas callejeras son cada vez más frecuentes

El 30 de octubre, L’Equipe abrió una noticia sobre el clásico entre los Olympique de Marsella y Lyon con la fotografía de la cara ensangrentada del entrenador del equipo visitante tras el apedreamiento de su autobús y el titular: «OM-OL, mala publicidad mientras la L1 busca vender sus derechos de televisión en el extranjero». 

Hace un par de semanas, un aficionado del Nantes de 31 años murió acuchillado la noche antes de la Nantes-Niza. Le Figaro dio cuenta de la alarma social, que ilustraba el grito de la ministra de Deportes: «‘¡Basta! ¡Ya basta!’, Amélie Oudéa-Castéra quiere poner fin al caos en el fútbol francés». Desde el Gobierno han lanzado un mensaje claro: «Una situación radical requiere medidas radicales», dijo Amélie Oudéa-Castéra, que abrió la posibilidad de prohibir los viajes de los aficionados.

Justo este año se han cumplido 10 años sin aficionados visitantes en los estadios de fútbol argentinos. Tras los incidentes en Francia, Clarín tituló con malicia: «En Francia quieren copiar a la Argentina». Todo el mundo por allá reconoce que su fútbol local es una ruina de proporciones colosales. Y lo que no es el futbol… 

Todo empieza por permitir el caos. ​​En Francia, Daniel Riolo y Abdelkrim Branine acaban de ponerlo negro sobre blanco: «Chaos Football Club». En eso se está convirtiendo el fútbol francés. ¿Y lo que no es el fútbol?

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