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Esperanza Aguirre

Sánchez y la calle

«La mayoría de los españoles cuando, en cualquier sitio, ven al cómplice de todos los que quieren destruir España, lo abuchean. Por eso no puede salir a la calle»

Opinión
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Sánchez y la calle

Pedro Sánchez a su llegada al desfile militar con motivo de la Fiesta Nacional del 12 de octubre. | Europa Press

Otra vez ha vuelto a pasar. Solo que esta vez, aún peor. El presidente del Gobierno ha utilizado todos los poderes del Estado para evitar que el día de la Fiesta Nacional el pueblo le manifieste lo que piensa de él y de su concepción de la Nación. Para empezar, se encargó de que el pueblo llano estuviera muy lejos de donde él iba a estar para que no le vieran, para que sus gritos y abucheos no los captaran las cámaras y, sobre todo, para no oírlos él, enfatuado como está por ser el presidente del Gobierno del Reino de España y convencido, además, de su condición de Petronio, esta vez con corbata, posible señal de que ya empiezan a refrescar los días.

Hasta esta ocasión había puesto siempre a todos esos poderes del Estado en guardia para conseguir que su llegada al lugar del desfile ocurriera dos o tres segundos antes que la del Rey y la familia real para no tener que esperar mucho y dar así ocasión a la gente para que le diga lo que piensa de él. Pero este año ya no ha querido disimular más y se ha presentado después que el Rey, ni siquiera esos dos o tres segundos de los años anteriores.

Es imposible creer que se haya tratado de una equivocación de las personas que cuidan del protocolo, como tampoco se puede creer que se trate de otro lapsus como el que dicen que tuvo en aquel besamanos en el Palacio Real en el que se colocó, con cónyuge incluida, en el lugar de los Reyes.

Que se considera por encima del Jefe del Estado parece que no ofrece ya dudas. Sobre todo desde que ha hecho suyo el pensamiento (vamos a llamarlo así) de Podemos, que descalifica al Rey por no haber sido elegido, olvidando que el 90% de los españoles decidió en 1978 que la Jefatura del Estado residiera en la familia real. Por cierto, que el balance de estos 44 años de actuación de los Reyes de España que tenemos no puede ser más apabullantemente positivo. ¡Ya quisiéramos los españoles que el funcionamiento del resto de las Instituciones del Estado estuviera a su altura!

«Sería deseable que Sánchez no utilizara la monarquía para esconderse detrás de los aplausos a la familia real»

Que, como buen podemita, aspire a acabar con la monarquía, no debería sorprendernos, pero sí sería deseable que, hasta que no acabe con Ella, no la utilizara para esconderse detrás de los aplausos a la familia real y evitar así los abucheos y silbidos que para muchos, muchísimos, españoles se merece.

Pero en el fondo del asunto todo esto no es sino una señal inequívoca de que sabe de sobra que el pueblo no está con él. Al menos el pueblo que se siente español, que está orgulloso de serlo y que una vez al año quiere pregonarlo a los cuatro vientos. Y, aunque su entorno le anime diciéndole que lo está haciendo muy bien y que ya falta menos para acabar con el Régimen del 78 y para volver a resucitar del todo la Guerra Civil de hace ¡86! años para ahora ganarla, Sánchez sabe que él vive en La Moncloa y viaja en Falcon porque ahí le han colocado todos los que odian a España y están dedicados a destruirla y romperla. Sánchez lo sabe, a pesar de todos esos que le adulan.

La mayoría de los españoles, esos españoles que se afanan cada día por trabajar y salir adelante, sienten que ser español es una suerte y que los que quieren acabar con España son sus máximos enemigos. Por eso, cuando, en cualquier sitio, ven al cómplice de todos los que quieren destruirla, lo abuchean y silban. Por eso, Sánchez no puede salir a la calle.

Seguro que no faltan aduladores del poder que le digan que esos abucheos son obra de una minoría, orquestada y manipulada desde algún lugar lejano y oculto, excusa tradicional de los regímenes autoritarios y dictaduras. Pero que no se lo crea. España, y los españoles, es mucho más grande de lo que él y sus socios se creen. Y el día de la Fiesta Nacional es una buena ocasión para expresarlo claro y fuerte. Aunque él trate de engañarnos escondiéndose detrás de los aplausos a la familia real.

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