THE OBJECTIVE
José Carlos Llop

Contra natura

«Recuerde los hechos de Cataluña en 2017: los vimos en directo por televisión, por la radio, leímos de todo, pero a este paso lo que ocurrió no ocurrió nunca»

Opinión
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Contra natura

Ilustración de Erich Gordon.

De vez en cuando, bajo la taiga siberiana, encuentran un mamut congelado, como en el glaciar de Hauslabjoch –recuerdo el nombre porque aparece en una de mis novelas– encontraron al hombre de los hielos. Lo bautizaron como ‘el hombre de Ötzal’ y ya parece de la familia, con su zurrón y su cayado, sus semillas y otros remedios naturales, ahí mirándonos con ojos de cristal. Y como la ciencia avanza que es una barbaridad, con el ADN de aquellos mamuts de Siberia han ido experimentando hasta asegurar que en pocos años volverán a pacer por la taiga, tan vivos como nosotros si aún lo estamos. Tendremos al yeti en el Tíbet, al mamut en Siberia y espero que muy pronto al uro original en Centroeuropa. Salvo el yeti, que es como Nessie en Escocia, una hermosa ficción, el mamut y el uro forman parte de una mitología real previa a los mitos, la misma que buscamos en los bisontes de Altamira y en los ciervos y caballos de Lascaux. Cuando la Historia no existía y los hombres aún no sabíamos si amanecería al día siguiente o si habría día siguiente incluso.

La Historia no existía, tampoco la palabra escrita y la memoria poseía un recorrido muy corto. O si lo prefieren bastante limitado. A veces, ante la reproducción de los caballos de Lascaux en un muro rocoso del Museo de La Aquitania –en las cuevas sólo he estado en una ocasión–, pensé en la reproducción de las pinturas de Altamira para evitar el daño de la humedad producida por sus visitantes en los pigmentos. Y en si acabaríamos viviendo en un mundo donde la reproducción de la Historia fuera una forma de vivir en un decorado sin más sentido que el ornamental. Que combinado con la inteligencia artificial podría hacernos vivir en cualquier período sin vivir en ninguno. Un horror, cierto, pero es lo que harán estos mamuts paciendo en la taiga cercana a Chernobil cuando salgan de laboratorio. Y nosotros algo parecido al contemplarlos.

– Usted está hablando de Parque Jurásico

– No, yo hablo de vivir en el puro fake, pero con más vida que en un holograma, que es como vivimos desde que nos encerraron en casa.

– La reproducción de la Historia en otro mood, por seguir con la cursilería.

– Efectivamente, como ocurre en ciertos aspectos de su revisión ahora.

–¿ Con mamuts?

– Con lo que desee… Porque si somos capaces de devolver a la vida una especie extinta, somos capaces de hacer que Boabdil no pierda Granada, que el tambor de Bruch fracase frente a los franceses, que la República –o sus restos– gane la Guerra Civil…

– Vuelve a hablarme de Memoria Histórica… O de la Historia como un parque temático con las piezas intercambiables.

– Quizá sea la solución. Y que cada uno crea lo que quiera y visite eso que todavía llamamos Historia como quien elige un menú a la carta.

Ucronías a la carta: la literatura reciente está llena: los alemanes han ganado la II Guerra Mundial, Japón se ha adueñado de Asia entera y en España no hubo franquismo…

– O sea que no estamos inventando nada.

– Nada de nada, pero si se institucionaliza, quizá nos dejen tranquilos y no nos levantemos un día con que España es una cosa y al siguiente con que es otra y el día después con que no es, ni fue… Una ensoñación, vamos, y que cada uno elija en qué parte de esa ensoñación quiere habitar.

– Ya veo por donde va…

– Pues tiene usted suerte porque ni yo mismo sé ya el terreno que piso. Pero ya que estamos: recuerde los hechos de Cataluña en 2017: los vimos en directo por televisión, los transmitió la radio, nos los contaron nuestros amigos y parientes de Barcelona y no digo lo que leímos en los periódicos porque leímos de todo, pero a este paso lo que ocurrió no ocurrió nunca.

– La crisis de la realidad frente al triunfo del relativismo, ya nos lo anunció Ratzinger…

– No se ponga filosófico y encienda la televisión, a ver qué fantasía leguleya nos depara el día de hoy. Y a esperar a los mamuts en Siberia, que están al caer.

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