THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Caza de brujas feminista

«Como aún no es demostrable que Rubiales cometiera un delito con el beso, se le decapita en los medios para ejemplificar lo que se hace con un ‘machista’»

Opinión
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Caza de brujas feminista

Yolanda Díaz e Irene Montero en un acto de Unidas Podemos. | Europa Press

Que sí, que fue feo y torpe, como tantas cosas que ha hecho Rubiales, desde el desvío de fondos para juergas, llevarse con Piqué la final española a Arabia Saudí, mirar hacia otro lado con el caso Negreira, o tocarse los huevos en plan Bardem como si la Copa del Mundo fuera Jamón, jamón. Venga, que lo lapiden, figurativamente hablando, claro. Es el precio de estar en primera línea y que el rodar de su cabeza sea ejemplarizante para el Comité de Salud Feminista.  

Lo significativo del caso es que constituye una muestra de la dictadura que vivimos. Que levante la mano el hombre que no piense dos veces si lo que hace, dice o piensa no será tachado de machista, y no sepa decir por qué. Del mismo modo, que se señale el que no crea que resulta más fácil la existencia si se acepta sin chistar el lenguaje, las imposiciones y el comportamiento de dicho Comité. Ahora, en un ejercicio de abstracción, sustituya el dogma feminista por cualquier ideología totalitaria de esas que limitan la expresión del pensamiento, asociación y manifestación, y que castran la individualidad en aras de un sociedad perfecta definida por quienes manejan el Estado. 

Si en esos totalitarismos hay contradicciones, hipocresía e inmoralidad, también ocurre con este feminismo del Comité de Salud tan alejado de la igualdad de las personas. Los dogmas, y este feminismo lo es, son instrumentos para la transformación del orden social y económico, y como tales se constituyen como religiones civiles estatales. ¿Qué pasa con toda creencia que se convierte en la fe oficial y única de un Estado? Pues que es obligatoria a no ser que uno esté dispuesto al ostracismo, y que para velar por su cumplimiento están la ley y los mecanismos de creación de opinión pública. 

Si la ley no llega para castigar el comportamiento o palabras «machistas» de alguien, se hace un juicio público a través de los medios y de las redes sociales y asunto terminado. El mecanismo es el mismo de la cultura de la cancelación que nos viene de Estados Unidos: cualquier actitud que hiera la sensibilidad de un colectivo «protegido» se convierte en un delito que, al no tener viabilidad todavía ante un tribunal, se salda públicamente. Ejemplo: como aún no es demostrable que Rubiales cometiera un delito con el beso, se le decapita en los medios para ejemplificar lo que se hace con un «machista». 

«En un país donde la ministra de Igualdad debería haber dimitido ya por la excarcelación de agresores sexuales nos vemos bajo una dictadura feminista empeñada en una caza de brujas por el beso feo y torpe de un patán»

En todo esto, la afectada, Jenni Hermoso, les importa un higo a las componentes del Comité de Salud Feminista. No hay presunción de inocencia y, por tanto, la futbolista ha de entender obligatoriamente que ha sido víctima de una agresión por alguien de su entorno profesional. La «agredida», además, es tratada como menor de edad, incapaz de sacar conclusiones por su cuenta o de gestionar sus emociones. El susodicho Comité decide pensar por ella porque su objetivo no es proteger a la supuesta víctima sino llevar a cabo una eficaz cacería de brujas. 

Es entonces cuando las feministas del Comité empiezan a señalar a personas que no se han manifestado contra Rubiales y contra el machismo. En caso contrario, si se callan o no lo hacen público, son cómplices de ambos. Es así que sacan listas de hombres futbolistas, de políticos o periodistas que no han dicho nada, y todos, no casualmente, están identificados con opciones de derechas o son críticos con la izquierda. La finalidad es el ostracismo de todos ellos, su condena y apartamiento, e incluso la humillación pública porque no se postraron ante el dogma oficial cuando lo dijo el Comité. 

En un país donde la ministra de Igualdad debería haber dimitido ya por la excarcelación de agresores sexuales por su culpa, uno de ellos reincidente, nos vemos bajo la dictadura de un Comité de Salud Feminista empeñado en una caza de brujas liberticida por el beso feo y torpe de un patán. Es para darle una pensada. 

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