THE OBJECTIVE
Francisco Sierra

Nos fallará hasta Puigdemont

«Esta adicción que ha descubierto Puigdemont de humillar a Sánchez es la única esperanza real que tenemos los españoles para repetir elecciones»

Opinión
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Nos fallará hasta Puigdemont

Ilustración de Alejandra Svriz.

Dado el estado de podredumbre jurídica que sufren todos los que tienen un cargo que dependa del presidente en funciones, Pedro Sánchez, y que están demostrando ser capaces como él, no ya de cambiar de opinión, sino de traicionar sus más íntimos criterios políticos, jurídicos y éticos.

Dada la vergüenza de ver cómo, al igual que su líder, estos tiralevitas y abrazafarolas, que diría el maestro García, son capaces de decir ahora que la amnistía es constitucional y hasta recomendable para el bien de España, aunque se rompa el Estado de Derecho, la Constitución, el espíritu de la Transición, la soberanía nacional, la igualdad de los españoles ante la ley o la separación de poderes. Aunque se rompa toda la ética y el consenso de un país que ha entrado en la deriva por las ansias de poder de Pedro Sánchez.

Dado que ni siquiera en el campo jurídico se pueden esperar soluciones o frenos a esta locura. Con ministros jueces como la siempre complaciente y buenista ministra de Defensa, Margarita Robles (que también tragará con Arabia Saudí y Telefónica) o el actual ministro del interior, Fernando Grande-Marlaska, que lo único que ha hecho certero en estos cinco años es el acercamiento de todos los asesinos condenados de ETA al País Vasco o la persecución constante, y en todas sus modalidades, de la Guardia Civil.

Dado que el Poder Judicial está en escombros. Con un CGPJ y un Tribunal Supremo y decenas de puestos en distintos tribunales más, en funciones. Con muchos, afortunadamente no todos, jueces y magistrados emboscados en sus sillones y algunos actuando como auténticos comisarios políticos como se ha visto ahora en la indecente forma de aceptación del Tribunal Constitucional del recurso del PSOE sobre el recuento de votos nulos en Madrid. Un TC controlado por Sánchez y que podría ser el que diera la puntilla final a la Constitución si aceptara una amnistía que supondría el reconocimiento internacional de que el régimen político en el que vivimos en España desde 1978 no es democrático, nuestras leyes no son democráticas, nuestros jueces no son democráticos y nuestra Constitución no es democrática.

Dado el asustante y ruidoso silencio de la mayoría de votantes socialistas que de nuevo tragan con otra mentira de Pedro Sánchez, esta vez la de que nunca habría amnistía. Y que se preparan ya para tragar sin esfuerzo la mentira de que no habría referéndum.

«Grande Puigdemont. Tiene cogido a Sánchez por la bolsa de sus ansias de poder. Quiere el todo para luego negociar los detalles»

Dado el desprecio de insolventes políticos como la ministra portavoz del gobierno, Isabel Rodríguez, que es capaz de desdeñar las opiniones de Felipe González, de Alfonso Guerra y de muchos más históricos dirigentes socialistas cintas las aberración de las amnistía. Una generación de políticos sociales que sí consolidó la democracia tras un golpe de estado, modernizó el país y nos metió en Europa. Pues la también sonriente, y nula ministra de administraciones públicas (pero nula, nula) se cree por encima de ellos como si este Gobierno hubiera conseguido hitos parecidos. Puede que los indultos rápidos a los sediciosos o la eliminación del delito de sedición o la rebaja de la corrupción sean para ella los grandes hitos de la generación de Isabel Rodríguez.

Dada esta situación surrealista, este harakiri a la soberanía y la unidad nacional y la propia Constitución, en la que los que buscan romper España son entendidos y defendidos por el propio Gobierno del estado al que quieren romper y que ningún teórico del derecho político o constitucional del mundo había previsto nunca en sus estudios.

Dado todo esto, solo nos quedaría confiar en la locura de Puigdemont. Ese loco de Waterloo que se descojona vivo de la sumisión del Gobierno de España. Y que considera que hacer»mear sangre» a Sánchez es poco. Exige la amnistía y un mediador internacional para el referéndum antes de sentarse incluso a negociar. Antes. Para luego ya decidir qué hacer. Grande Puigdemont. Tiene cogido a Sánchez por la bolsa de sus ansias de poder. Quiere el todo para luego negociar los detalles. Quiere hasta tal punto la sumisión del líder socialista que le avisas de que después de que consiga todo seguirá intentado la independencia unilateral.

Esta adicción que ha descubierto de humillar a Sánchez es la única esperanza real que tenemos los españoles. Que siga pidiendo más y más hasta que sea imposible concederle todo y no quede más remedio que unas nuevas elecciones.

Desgraciadamente nos fallará también Puigdemont. Ahora en esta situación que ha creado Sánchez, puede humillar. Pero sabe que en unos nuevos comicios puede ser él el humillado.

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