THE OBJECTIVE
Luis Antonio de Villena

¿Mandan los mejores? ¿Los mejores están arriba?

«Los que gobiernan no son los mejores y el nivel general de los mandatarios da pena, pero miedo también porque mandan»

Opinión
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¿Mandan los mejores? ¿Los mejores están arriba?

Yolanda Díaz (izq), Enrique Tierno Galván (centro) y Pedro Sánchez (dcha). | Europa Press (Montaje)

Hace muy poco, alguien me contó una ya vieja anécdota que retrata algo que raramente se dice -quedar bien, hipocresía- pero que pasó y sigue pasando tanto en nuestra vida política como cultural o periodística, en cualquier ámbito, en suma, donde se ventilen asuntos de poder. La anécdota es esta: ¿por qué José Ortega y Gasset, notable filósofo y además escritor muy fino, con enorme calidad estilística, por qué no entró en la Real Academia de la Lengua? Se me dirá: Igual no quiso o fue otro desastre de la guerra. No, quiso y además fue propuesto, pero alguien con poder firme en la docta casa, se opuso frontalmente: Ramón Menéndez Pidal, el notable filólogo que, por estudioso, parecía pacífico y ajeno a mundanidades.

Al parecer cuando don Ramón publicó Orígenes del español, el libro tuvo una crítica dura en la Revista de Occidente orteguiana, esto es, Ortega no se opuso a que la crítica se publicara. Menéndez Pidal montó -que sepamos- en callada cólera, pero jamás se lo perdonó a Ortega. De forma que como el gran filólogo era una institución en la Academia, Ortega y Gasset jamás entró… Alguien muy notable fue vetado. ¿Raro? En lo que sé, no. Las enemistades y las zancadillas -con sonrisa a menudo- son harto frecuentes en la vida cultural. Yo mismo lo he padecido en un periódico nacional, por parte de un periodista bajito que sonríe siempre… Hay premios que se dan a amigos (verdad, a veces los amigos son de calidad) y nunca está de más asistir a cenas, eventos o veladas entre poderosos -del poder que fuere- porque si eres atento y te sabes valer, incluso si haces de lacayo con buen arte -el mero lacayo servil es un horror- sin duda sacarás tajada. Desde la propuesta de un premio a más o mejores colaboraciones en cualquier medio. En lo alto (culturalmente) suele haber gente notable, sí, pero también mucha medianía que ha sabido llegar al salón o que ha trabajado para caer en gracia. Menéndez Pidal y Ortega no fueron excepciones. ¿Amiguismo, nepotismo? Algo, sin duda.

«Mandan muchos ineptos, se ve cada día»

He hablado de la vida cultural, y si esas cosas pasan donde el poder es relativo, ¿qué no ocurrirá en la política, donde se manda mucho más de lo que parece? Pero pasemos del amiguismo a la categoría, porque lo que ahora mismo vemos (salvo pocas excepciones) es una inmensa falta de saber, valer y excelencia. Sí, estamos en lo que el novelista francés Jean d’Ormesson, poco antes de morir, llamó «ineptocracia». Los menos preparados para gobernar lo hacen y -peor si cabe- «todo ello promovido por una política populista y demagoga que predica teorías que sabe que han fracasado allí donde se han aplicado, a unas personas que sabe que son idiotas».

D’Ormesson no era blando: Habla de un público general, hoy, que no piensa ni sabe pensar y que carece de cultura (fácil golearlo) y de unos retrocomunistas que aún creen, en beneficio propio -no sé si de veras creen- en sistemas superfracasados como Cuba o Venezuela… Mandan muchos ineptos, se ve cada día. ¿Hasta qué punto lo son? Valga una comparación en la izquierda, que estos días se hace más visible. ¿Ven ustedes alguna diferencia intelectual, mental, entre Enrique Tierno Galván -uno entre los posibles- y la vicepresidenta en funciones Yolanda Díaz? Tierno Galván era marxista, creía en una revolución, pero supo ser no sólo moderado sino -importa igual- prudente. Al cambiar algunos nombres franquistas de las calles de Madrid, no puso nombres republicanos -eso ya iría llegando- sino nombres (los anteriores a la guerra) que no pudieran herir. García Morato -famoso aviador franquista- volvió a la inocua Santa Engracia. Y General Mola (uno de los generales sublevados contra la República) volvió a Príncipe de Vergara, que casi nadie sabe quién fue. Profesor de filosofía, traductor de Wittgenstein, que escribía en una prosa -sus bandos de alcalde- casi aurisecular ¿no queda de verdad a años luz de la señora Díaz, vivaracha y que muy frecuente se empestilla en sintaxis y en ideas? ¿Son la misma izquierda? Y moderno lo fue Tierno, que bendijo la Movida. ¿Los tejemanejes de Pedro Sánchez o el ansia vengativa de sus amigos y aún colegas independentistas, no hacen trizas y en menos que canta un gallo la Transición, sin duda revisable, pero no de hoz y coz, a mayor gloria de un ególatra? 

Los que gobiernan no son los mejores (tiempo habrá de hablar del otro lado) y el nivel general de los mandatarios da pena, pero miedo también porque mandan. La gente sigue diciendo: Respete mi opinión. No, yo debo respetarlo a usted y a su derecho a opinar, pero su opinión no tiene porqué ser respetable…   

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