THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

«Ahora te voto yo a ti, Txapote»

«Además de Txapote, que estaba claro que lo iba a votar, muchos, demasiados, millones de españoles se unieron al asesino múltiple y votaron a Sánchez»

Opinión
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«Ahora te voto yo a ti, Txapote»

Ilustración de Alejandra Svriz.

Antes de las penúltimas y de las últimas elecciones, el pueblo llano, la gente de la calle, al margen de cualquier agencia de comunicación o publicidad de los partidos políticos, acuñó un eslogan que tuvo un éxito sin precedentes: «¡Que te vote Txapote!».

Era un grito dirigido a Sánchez, que entonces llevaba ya cinco años en La Moncloa, gracias, entre otras cosas, al apoyo de Bildu, es decir, de ETA. Porque Bildu es ETA, con la única diferencia de que hoy no asesina. Y no asesina porque ahora para conseguir sus objetivos no necesita asesinar. Pero la prueba de que no ha renunciado al crimen como arma política es que ni condena los crímenes cometidos en el pasado ni colabora para desentrañar la autoría de los más de trescientos cuyos autores aún no se conocen y, para que no haya dudas, agasaja y homenajea a los criminales en cuanto tiene ocasión.

Esto lo sabe todo el mundo. Y el primero que lo sabe es Sánchez. Pero también lo saben los votantes, simpatizantes, militantes, dirigentes del PSOE y todos los que le deben su sueldo a este partido (éstos últimos tienen la excusa de que «más cornás da el hambre», que dejó dicho «El Espartero»).

Y, a pesar de saber que su partido gobernaba gracias al apoyo de los bilduetarras y que estaba dispuesto a seguir haciéndolo, a ninguno de ellos le ha temblado el pulso a la hora de votarle de nuevo ni han dejado de dormir tranquilo una noche.

Pero ante un grito que ha tenido tanto éxito entre la gente corriente, quizás sería bueno analizarlo un poco más. En él se cita a Txapote y no sé si todo el mundo sabe exactamente quién es Txapote. Es uno de los asesinos más destacado de la banda ETA. Está condenado por haber metido, el 12 de julio de 1997, dos tiros en la cabeza de Miguel Ángel Blanco y por haber participado en primera fila en los asesinatos de Alfonso Morcillo, sargento de la Policía Municipal de San Sebastián, el 15 de diciembre de 1994, en el del líder del Partido Popular en el Parlamento Vasco y en el Ayuntamiento de San Sebastián, Gregorio Ordóñez, el 25 de enero de 1995, en el del dirigente socialista Fernando Múgica, el 6 de febrero de 1996, en el del concejal del Partido Popular en Rentería José Luis Caso Cortines, el 11 de diciembre de 1997, en el de José Ignacio Iruretagoyena, concejal del PP en Zarauz el 9 de enero de 1998, en el del también concejal popular de Rentería, Manuel Zamarreño, el 25 de junio de 1998, y en el de los guardias civiles Irene Fernández Pereira y José Ángel de Jesús Encinas el 20 de agosto de 2000 en el municipio oscense de Sallent de Gállego. Es bueno saber todo esto y, además, que a lo mejor participó en más crímenes porque sigue habiendo incógnitas.

A este sujeto el Gobierno de Sánchez lo ha trasladado a una cárcel del País Vasco, para que no sufra la lejanía de sus familiares y amigos. Y hay fundadas sospechas de que, en un breve plazo, será amnistiado para que pueda ser homenajeado y vitoreado por los mismos que sostienen a Sánchez en La Moncloa.

Pues bien, en el grito que estamos analizando se utilizaba el subjuntivo «vote» para expresar el deseo que el pueblo llano tenía de que a Sánchez y a los suyos los votara este acreditado asesino. Aunque, en el fondo, el deseo de los que gritaban eso era que sólo votaran a Sánchez y a los suyos los que comulgan con lo que ha hecho Txapote, con la ingenua esperanza de que, además de miserables, no fueran muchos.

«Por cierto, ¿saben en las instituciones europeas que la nueva presidenta del BEI ha sido ministra gracias al apoyo de etarras y junto a comunistas?»

Desgraciadamente, además de Txapote y los txapotes, que estaba claro que lo iban a votar, muchos, demasiados, millones de españoles se unieron al asesino múltiple y votaron a Sánchez y a los suyos.

Eso ya sería motivo más que suficiente para la depresión que produce vivir en un país con tanto irresponsable, por no llamarles miserables.

Pero no sabíamos lo que nos esperaba. Y lo hemos descubierto el otro día en el Ayuntamiento de Pamplona. Ya no se trataba de que Txapote votara a Sánchez y a los suyos. El salto cualitativo, yo diría el salto mortal —y nunca mejor dicho—, de Sánchez ha sido el de darle la vuelta al grito popular.

Ahora no es Sánchez el que busca el voto de los asesinos, ahora es él el que, con entusiasmo, los vota.

Olvidémonos de las reiteradas promesas de Sánchez de que jamás colaboraría a que hubiera gobiernos de Bildu en ninguna institución, cuando se miente tanto ya no se engaña a nadie. Por eso, sabemos que va a haber referéndum en Cataluña y amnistía para etarras. Y cuantas más veces lo niegue más claro estará.

Es lamentable el entusiasmo que, ante el voto a Bildu de Pamplona, comparten los suyos, empezando por el ministro Puente, que salta de alegría porque en Pamplona va a haber un gobierno progresista, y no es un chiste, porque donde hay partidarios de asesinos siempre hay progresismo, según este señor.

Como el de todos sus ministros, entre los que hay algunos que tienen cierta preparación profesional y que, sin embargo, no se inmutan al saber, porque lo saben, que son ministros porque Bildu-ETA ha querido que lo sean.

Por cierto, ¿saben en las instituciones europeas que la nueva presidenta del BEI ha sido ministra gracias al apoyo de etarras y junto a comunistas, esos comunistas que sembraron la miseria sobre media Europa? Es una pregunta a la que no darán respuesta porque si la dieran, sería un sólido argumento para imitar a los británicos.

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