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Cuatro amigos recaudan 70.000 euros para sacar de la guerra a 225 ucranianos

«Cuando uno ve este drama valora mucho más lo que tiene. Lo que he vivido estos días me cambiará para siempre», admite uno de los voluntarios

Cuatro amigos recaudan 70.000 euros para sacar de la guerra a 225 ucranianos

Los voluntarios, en el aeropuerto de Barajas para viajar a Polonia el sábado. | Cedida

«Cuando uno ve este drama valora mucho más lo que tiene. Lo que he vivido estos días me cambiará para siempre», admite Sergio Gómez desde el campo de refugiados de Korczowa, en la frontera entre Polonia y Ucrania. Este madrileño de 47 años que se dedica a la publicidad reconoce que no es lo mismo ver la guerra en directo que a través de la televisión. Como muchos españoles, quiso ayudar a quiénes huyen del conflicto. Lo comentó con otros tres amigos, pidieron ayuda y en apenas unos días recaudaron 70.000 euros. Con el dinero han fletado cuatro autobuses para traer a 225 ucranianos a España.

Más de tres millones de personas han abandonado Ucrania desde el inicio de la invasión rusa el 24 de febrero, según datos de Naciones Unidas. Un éxodo sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Muchos de ellos lo hacen gracias a iniciativas privadas como la de Sergio y sus amigos David Martínez, Diego Ordóñez y Jorge Guzmán. Los dos primeros han viajado hasta Polonia. Iban a hacerlo en coche, pero la gran respuesta de sus contactos cambiaron los planes iniciales a lo grande.

La invasión de Ucrania

La aventura habría sido imposible sin la colaboración de Paula y Ana, enfermeras, y Olga, traductora, que les acompañan en el viaje. O sin la de Luda, una amiga ucraniana que vive en España desde hace unos años y que se ha convertido en su «ángel de la guarda». Y por supuesto, sin la inestimable ayuda de María, que hace todas las gestiones desde Madrid. Ella es, además, la esposa de Gómez, que reconoce a THE OBJECTIVE que se muere de ganas por abrazarla. También a sus tres hijos.

«Aquí se ven historias tremendas. Observas cómo llegan familias con su madre mayor en silla de ruedas o a madres con bebés que apenas nacieron hace cuatro días», relata Gómez. Reconoce que estos días han sido «muy duros». Sobre todo, «decirle a la gente que no hay más plazas». En pocos días, estos amigos se han recorrido los pasos fronterizos de Budomierz, Krakovet, Korczowa y Medyka para recoger a las personas que les indicaban las ONG. 

Los refugiados de Ucrania comienzan a ingresar en los autobuses fletados por los amigos
Los refugiados de Ucrania comienzan a ingresar en los autobuses fletados por los amigos. | Foto: Cedida

Gómez explica que las noticias sobre la guerra les hizo sentirse impotentes y decidieron ayudar. La primera intención era conducir un coche de siete plazas hasta la frontera polaca repleto de material y volver a España con varias personas. Luego acordaron hacer la ruta con dos vehículos. Pero las ONG no respondían. Consiguieron contactar con la Fundación Madrina y con Expoacción, una organización asturiana que lleva tres lustros trabajando en Ucrania. Ya solo faltaba el dinero.

«Pedimos colaboración a nuestros amigos y familiares. En dos horas conseguimos recaudar 2.000 euros, que es el máximo que permite bizum al día. Pusimos otros números y, en 24 horas, nos donaron 16.000 euros. Entonces abrimos una cuenta y, en apenas unos días, conseguimos 70.000 euros», explica Gómez. El escenario cambió por completo. Había una cantidad suficiente para fletar cuatro autobuses y traer el mayor número de personas posible

«El miedo en sus caras»

Los tres primeros autobuses partieron el martes desde Cracovia (Polonia). Llegarán a Madrid el viernes, previo paso por Barcelona, donde se quedará una buen puñado de refugiados. El último autocar salió el miércoles y está previsto que llegue esta madrugada. Hay truco: hacen la ruta directa y cuentan con dos conductores que se alternan para no perder tiempo. «Cuando montamos en el autobús, rompieron en un fuerte aplauso. Están muy agradecidos a pesar de la desesperación», afirma Gómez.

«Ves el miedo y el horror en sus caras. Viven con mucha incertidumbre. Algunos están convencidos de venir a España, donde tienen familia o podrán comenzar una nueva vida. Otros quieren quedarse cerca de Ucrania porque tienen la esperanza de volver», insiste el publicista. De momento, el grupo de amigos no ha decidido si continuar con la ayuda. Reconoce que su capacidad es limitada y que tienen trabajo y familia que atender. 

Varios ucranianos descansan en el centro de refugiados de Korczowa, en Polonia
Varios ucranianos descansan en el centro de refugiados de Korczowa, en Polonia. | Foto: Cedida

Gómez indica que en esta aventura se han encontrado muchos particulares que han decidido ayudar por su cuenta, pero que lo recomendable es canalizarlo con una ONG. Eso sí, celebra «la solidaridad tan grande que hay». David Martínez, trabajador en la banca, sostiene que estos días le han generado sensaciones encontradas. Por un lado, cierta frustración por no haber podido sacar más gente por falta de medios y, por otro, cierta felicidad por haber conseguido ayudar a más de 200 ucranianos. Ahora el temor que tiene es si se adaptarán a España

Este miércoles, el consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Enrique López, ha enviado una carta a la delegada del Gobierno, Mercedes González, para «establecer un control» a las «incontables iniciativas privadas» surgidas para trasladar refugiados ucranianos a distintos puntos de España, y concretamente a Madrid. López propone desplazar a los países fronterizos equipos conjuntos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y de la Policía Nacional para «mejorar el tránsito».

«Nunca lo olvidaré»

«Los ucranianos que viajan en estos autobuses nos preguntan mucho qué va a pasar a su llegada a España, sobre todos los que no tienen familiares o conocidos aquí», explica Martínez. Le impacta la «tremenda desorientación vital» de estas personas. Lo ve, dice, en sus rostros y en sus miradas perdidas. Reconoce que no han querido crear vínculos con ellos. Ahora solo les preocupa que las Administraciones no les decepcionen.

Uno de los días que se alojó en el centro de refugiados de Korczowa, Martínez se topó con una niña de cinco años con heridas en la cara y en un ojo. «No eran graves aparentemente, pero sí muy llamativas e impactantes. Se me hizo añicos el corazón. Jamás olvidaré su cara», relata. Tampoco la de otra niña a la que, durante el viaje, han entregado un pastel con velas para celebrar su cumpleaños. Con música, pero menos feliz que de costumbre.

Luda habla con un niño ucraniano en la frontera polaca
Luda habla con un niño ucraniano en la frontera polaca. | Foto: Cedida
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