THE OBJECTIVE
El buzón secreto

Sánchez dejó de espiar a Aragonès y Otegi, ¿qué hará Feijóo si gana?

Si hay cambio de gobierno, ¿ordenarán al CNI volver a vigilar al independentismo?

Sánchez dejó de espiar a Aragonès y Otegi, ¿qué hará Feijóo si gana?

El líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi, el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el líder de ERC, Oriol Junqueras | Europa Press

Yo lo había publicado en uno de mis libros y Alberto Saiz lo contó, con toda la carga de autoridad que le daba haber sido director del CNI, durante una entrevista: «Las personas más espiadas por el servicio secreto son las que han estado en contacto con ETA del mundo de la política abertzale, porque eran objeto de seguimiento y control exhaustivo. Posiblemente el más destacado sea Arnaldo Otegi».

Coordinador general de EH Bildu en la actualidad, en 1977 ya era miembro de ETA y cometió sus primeras acciones terroristas, entre ellas el secuestro de Javier Rupérez, secretario general de la UCD. Detenido y condenado por otros delitos, salió de prisión en 1993. Después entró en política en Herri Batasuna, partido que seguía estrictamente las órdenes de ETA. Si ya le habían abierto un expediente en el servicio secreto como terrorista, posteriormente fue engordando de manera imparable. 

Su teléfono estuvo pinchado durante muchos años, parece que en su casa también se los colocaron y, lo que es seguro, las sedes de su partido tenían las líneas intervenidas. Tantos años de seguimiento no se frenaron cuando ETA anunció el cese definitivo de la actividad armada el 20 de octubre de 2011, ni cuando anunció su desaparición el 4 de mayo de 2018. El motivo fue que, año tras año, los gobiernos mantuvieron la orden permanente al CNI de vigilar al movimiento independentista vasco. Fue por este motivo por el que el servicio de inteligencia le metió a Otegi el virus Pegasus en su móvil, tras conseguir la autorización del juez del Tribunal Supremo

45 años después del inicio de la actividad terrorista de Otegi, los abertzales descubrieron este pinchazo tras estallar el caso Pegasus y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, cesó a la directora Paz Esteban y ordenó a su sustituta, Esperanza Casteleiro, que dejara de investigar las actividades de los dirigentes independentistas vascos. La nueva directora ordenó demoler la estructura del servicio en el País Vasco dedicada a este trabajo. Fin al espionaje a Otegi.

La pregunta que surge ante la proximidad de las elecciones generales es la posibilidad de que Alberto Núñez Feijóo gane y forme gobierno. Si fuera así, ¿volvería a ordenar al CNI que obtuviera información sobre el movimiento independentista?

En Cataluña, más de la mitad

La situación en Cataluña no ha sido nunca tan radical e intensa. Mikel Lejarza, El Lobo, infiltró un topo en Terra Lliure, el grupo terrorista independentista, y acabaron con sus actividades en 1992. Pero el servicio secreto siempre ha ido detrás de ellos y especialmente de ERC. El 4 de enero de 2004, un equipo operativo del CNI siguió al número dos de la Generalitat, el conseller en cap Josep Lluís Carod Rovira, hasta Perpiñán, en el sureste de Francia. En ese momento era presidente en funciones de la Generalitat y se reunió con la cúpula de la banda terrorista dirigida por Mikel Antza y Josu Ternera. El motivo era llegar a un acuerdo para que ETA no perpetrara atentados en Cataluña. El CNI informó al presidente Aznar y este filtró la noticia, que obligó a dimitir a Carod Rovira.

El espionaje sobre los independentistas catalanes, moderados o radicales, no paró. Cada año, los gobiernos del PSOE y el PP ratificaban la orden al CNI, al igual que en el caso vasco, para que siguieran de cerca sus movimientos por si llevaban a cabo alguna acción, como ocurrió unos años después en Cataluña. Pasado el referéndum, activados los jueces y el proceso, y condenados los dirigentes, el espionaje continuó hasta que los afectados descubrieron que sus teléfonos habían sido infectados con el virus Pegasus por el CNI. Gran escándalo y, al final, orden del Gobierno para abandonar el control del movimiento independentista, con el consiguiente traslado de los agentes que se dedicaban en Cataluña a ese trabajo.

La pregunta es la misma que con los independentistas vascos: ¿si gana, Feijóo reactivará una misión que es típica de cualquier servicio de inteligencia? Lo normal, me atrevo a pronosticar, es que sin Sánchez y sin un acuerdo de gobierno con ellos, el control regrese. Eso sí, alguien les dirá a los espías que la próxima vez tengan más cuidado y no los pillen con el carrito del helado.

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