Andalucía demanda ayudas al Gobierno contra el alga asiática en Cádiz

El alga invasora llamada Rugulopteryx okamurae se sigue propagando por el litoral andaluz. Su presencia invade principalmente el fondo del Estrecho de Gibraltar y sigue extendiéndose con el paso de las semanas. No solo ha sido vista en las costas gaditanas sino también en Granada o Málaga. La situación para el turismo, la biodiversidad marina y el sector pesquero es preocupante y exige unas medidas concretas para paliar la situación.

Carmen Crespo, consejera de Agricultura, Pesca, Agua y Desarrollo Rural ha pedido al Gobierno de Pedro Sánchez que ofrezca un paquete de medidas que pueda frenar la proliferación del alga invasora asiática, la cual «provoca daños en las artes de pesca y reduce las capturas de los barcos». Carmen Crespo ha subrayado la importancia del sector pesquero en la economía andaluza y la vulnerabilidad ante la que se encuentra. 

A estas declaraciones también se ha sumado el consejero de Presidencia, Interior, Diálogo Social y Simplificación Administrativa de la Junta de Andalucía, Antonio Sanz, quien ha tildado de «fraude» el plan de acción publicado por el Gobierno para combatir contra el alga invasora. Antonio Sanz ha asegurado que el plan resulta insuficiente y no aguarda medidas concretas ni financiación. El Gobierno Central ha tardado más de tres años en reconocer al alga asiática como una especie invasora, y lo que ha ofrecido hasta ahora resulta «insultante» para la población afectada, según declaró Antonio Sanz la pasada semana.

Fernando Alarcón, fundador de la ONG Equilibrio Marino y director de EcoReef arrecifes artificiales ecológicos ha asegurado a THE OBJECTIVE que uno de principales efectos de la proliferación del alga es que cuando coloniza la zona, este alga no se la come ningún pez, por lo que los peces se desplazan de ese sector. Los depredadores, que se comen a otros peces, también se van desplazando debido a la falta de especies: «Esto afecta a la concentración de peces de una forma muy grande porque las zonas se van quedando sin habitantes». 

Fernando Alarcón explica la dificultad añadida en las labores de pesca: «Las redes que los pesqueros echan son casi invisibles. Cuando hay muchas algas flotando, las redes se llenan de algas. Esto hace que los pocos peces que quedan las vean y no se enganchen. El pescador cuando sube la red, está llena de algas. Pesan muchísimo y pueden romper las artes de pesca».

Otro de los principales problemas que ya se empiezan a notar en la zona, según las fuentes consultadas por THE OBJECTIVE, es la reducción de turismo. Los comercios locales han observado un descenso generalizado en sus ventas debido a que los turistas comienzan a optar por otras playas. Este tipo de algas supone una incomodidad para los bañistas. Además del mal olor que genera la putrefacción de este tipo de algas, los insectos son atraídos hacia la zona, generando un problema de salud pública. 

Este problema no es nuevo. En 2015 fue localizada el alga Rugulopteryx okamurae en Ceuta, y más tarde en zonas como Tarifa o el Puerto. En los últimos años también se ha notado la presencia de las algas asiáticas invasoras en la zona que se extiende desde Caños de Meca al Cabo de Trafalgar. 

Las ayudas que hasta ahora se han ofrecido resultan insuficientes. La Diputación Provincial puso en marcha hace dos años un plan de ayuda a aquellos municipios que estuviesen sufriendo las consecuencias de esta invasión. La última ayuda se ofreció en el mes de abril con un presupuesto total de 261.925 euros, para la retirada, limpieza y eliminación de estas algas que aparecen en las costas andaluzas. Según ha asegurado La Voz de Cádiz, Tarifa recibirá 103.925 euros, Barbate 60.000 euros, La Línea 73.000 y Algeciras 25.000 euros.

«Se produce un fenómeno especial, las algas en estas costas crecen a una velocidad enorme porque las condiciones aquí son favorables a ellas. Uno de los motivos que creemos los científicos es la gran contaminación existente» asegura Fernando Alarcón.

El informe ofrecido por el Ministerio para la Transición Ecológica desconoce si existen vías de entrada intencionales, aunque reconoce que las aguas de lastre y los cultivos marinos son vías de entrada no intencionales que agravan la situación. En cuanto al impacto de la biodiversidad, el estudio recoge «un impacto negativo sobre diferentes comunidades marinas», concretamente en especies como las algas fotófilas o corales como las gorgonias. También se encuentran en riesgo algunas especies incluidas en el Catálogo Nacional y Andaluz de Especies Amenazadas en la categoría «vulnerable», como el coral estrellado. 

Rugulopteryx okamurae es una especie procedente de las costas del Océano pacífico noroccidental cálido y templado – Corea, Japón, China, Taiwán y Filipinas -. Según el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras: «La especie está reproduciendo importantes impactos ecológicos como alteraciones del hábitat marino, pérdidas de biodiversidad, afectación a especies y espacios protegidos incluidos en la Red Natura 2000».

Fernando Alarcón, fundador de la ONG Equilibrio Marino y director de EcoReef arrecifes artificiales ecológicos, explica que la única solución que quizás exista la tenga la naturaleza: «Puede ser que el mismo ecosistema encuentre un virus y eso afecte al gran número de algas que ha proliferado en la zona. Eso ayudaría a controlarla. Si no es así, la situación que se nos presenta resulta difícil».

La Junta de Andalucía ha puesto en marcha estudios de investigación con el fin de ofrecer utilidad al alga invasora en diferentes campos. Uno de ellos es en el agrario, donde se estudian las posibilidades del alga asiática como fertilizante. El Instituto Andaluz de Investigación y Formación Agraria, Pesquera, Alimentaria y de la Producción Ecológica (Ifapa) actualmente estudia la eficacia que pueden tener elaboraciones a partir de las algas Ulva ohni y Rugulopteryx okamurae para el control de enfermedades fúngicas en la viña. 

La investigación durará tres años y ha sido recientemente aprobada por la Agencia Estatal de Investigación. Si se alcanzan los objetivos del estudio, se conseguirán obtener «unas plantas más saludables, una mayor biodiversidad en el suelo y planta, y una mejor calidad de la uva y del vino obtenido a partir de ellas».