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Política

El candidato de Vox en Valencia excluido de un debate: «Al silenciarme insultan a los electores»

Carlos Flores denuncia sufrir la «censura» de los medios y aprovecha esta entrevista para advertir al PP: «Somos la tercera fuerza, no vamos a regalar nada»

El candidato de Vox en Valencia excluido de un debate: «Al silenciarme insultan a los electores»

El candidato de Vox a presidir la Generalitat Valenciana, Carlos Flores Juberías. | Vox

El candidato de Vox a presidir la Comunidad Valenciana, Carlos Flores Juberías, dice ser víctima de «censura». El catedrático de Derecho Constitucional acudía este pasado miércoles a intervenir en un debate organizado por eldiario.es, la Universidad CEU-Cardenal Herrera, Beers&Politics y la Asociación de Comunicación Política (ACOP), cuando se le negó la participación y se obligó a presenciar el coloquio en primera fila. Al finalizar éste, tomó el micrófono.

«Soy politólogo y doy clases en la Facultad de Derecho de la Universidad de Valencia, he escrito artículos sobre derecho electoral y sistemas electorales, y soy candidato a las Cortes Valencianas. Supongo que la razón por la que no estoy allí arriba y estoy aquí abajo es porque pertenezco a un partido que no existe», expuso Flores, que remató: «Es el partido que (…) fue apoyado por el 18% de los valencianos en diciembre de 2019, y que estará gobernando esta comunidad dentro de dos meses, pero que no ha sido invitado a subir y cuyo nombre mis compañeros no han mencionado».

-¿Y la pregunta es? [le espetó entonces la moderadora]

-La pregunta es: ¿Esto se llama censura o tiene otro nombre más elegante?

En conversación con THE OBJECTIVE, el candidato de Vox a la Generalitat Valenciana desgrana este episodio, carga contra la prensa que, «salvo honrosas excepciones», se dedican a «silenciar» o «injuriar» al partido, expone su programa de gobierno, y habla de posibles pactos postelectorales con un Partido Popular al que atiza por «engañar», en su opinión, de manera sistemática a sus propios votantes.

P. -¿Qué sucedió el otro día?

R.- Como es habitual en este tipo de casos, se nos envía una nota de prensa y una invitación genérica al partido para participar en el debate, pidiéndonos que designemos a nuestro representante. Las invitaciones nunca son ad personam, sino al partido, y en este caso el partido me designó a mi. Cuando se lo comunico a los organizadores, me plantean la objeción de que estaría descompensado, pues yo soy el candidato a la presidencia y los demás partidos van a mandar al número dos, al candidato por Castellón o Alicante. Ahí surge el problema.

P. – Usted lo considera un acto de «censura».

R. – Dos actos de censura. En primer lugar, cuando llego a la mesa redonda, el representante de eldiario.es me dice que si voy a ser yo el que intervenga me retiran la invitación, que no puedo subir a la tribuna, que puede hablar cualquier otra persona de Vox menos yo.

Ante esta decisión, optamos por quedarnos en el acto. Escuchamos religiosamente una hora y media de exposición del resto de mis compañeros y, cuando llega el turno de preguntas, yo levanto la mano para formular una pregunta. Se le da la palabra a otra persona. Vuelvo a levantar la mano, se le da la palabra a otra persona. Y así estuve un cuarto de hora con la mano levantada, sin bajarla, hasta que, agotados todos los turnos de palabra, uno de los miembros de la mesa me señaló, y ahí intervine. Son dos actos de censura, o uno de censura y otro de descortesía.

P. – Toda una declaración de intenciones de cara a la campaña…

R. – La actitud de los medios de comunicación para con Vox no es algo que vaya a descubrir yo ahora. Hay tres actitudes: por una parte están los que nos ignoran, que silencian o minimizan las convocatorias o las declaraciones de los líderes. La segunda actitud es la repetición cansina de injurias o insultos: Santiago Abascal no ha trabajado nunca, Iván Espinosa de los Monteros no paga a Hacienda, yo soy un maltratador, etc. Y luego hay una tercera actitud por parte de muchos medios que es la de la crítica inconsistente. Es decir, si dices blanco, mal, y si dices negro, también mal. Esas son las tres actitudes, con honrosas excepciones, como ustedes. Yo ya lo sabía, aunque ahora lo estoy empezando a vivir en primera persona.

P. – ¿Considera que Vox sigue resultando incómodo?

R. – Puede haber discrepancia con nuestras ideas, y no voy a achacar a mis adversarios políticos que nos ignoren, pero un medio de comunicación, que tiene como finalidad informar, no puede llevar a cabo ese silenciamiento, está engañando a sus lectores y dándoles una imagen parcial, sesgada, de la realidad. 

En el debate del miércoles no se mencionó a Vox para nada. Para nada. Hubo una ronda de debates sobre política de pactos y nadie, ni siquiera el representante del Partido Popular, mencionó a Vox. Podemos ni siquiera mencionó nominalmente a Vox. Hay una asociaicon de comunicacion politica que organiza un debate para estudiantes de políticas y les da una visión cortada, limitada, de la realidad. Es como si te venden un coche y cuando le das la vuelta al coche te das cuenta de que le falta una rueda.

P. – ¿Qué aportaciones le hubiera gustado hacer al debate?

R. – Mi intención era dar una visión lo más objetiva posible de cómo veía la campaña y, en este caso, mi análisis como politólogo. Este es: hay tres partidos que están poniendo negro sobre blanco la necesidad de apoyarse mutuamente, que son los partidos de la inquierda. En el caso de la derecha, hay un partido dispuesto a tender puentes, Vox, y otro dispuesto a derribar esos puentes. 

Vox ha dicho por activa y por pasiva que aspira a obtener el mayor número de votos posible, que aspira a gobernar, pero que se abre a otras posibilidades. El Partido Popular repite sólo la primera parte de la frase, se queda ahí, lo cual es un engaño a sus electores. Cuando a tus electores les dices que aspiras a gobernar en solitario pero no les explicas qué harás si esa posibilidad no se materializa, estás dándoles una imagen parcial, sesgada, de la realidad. En este caso, de tu estrategia.

P. – Las encuestas apuntan a que Vox será la tercera fuerza política en la Comunidad Valenciana.

R. – Somos la tercera fuerza política de la Comunidad Valenciana. Ya lo somos. La última vez que los valencianos fueron a votar, en diciembre de 2019, nos convertimos en tercera fuerza con el 18% de los votos. Tenemos seis diputados en el Congreso, mienytas que compromís tiene uno. Somos un actor clave, determinante, en lo que vaya a suceder. A partir de ahí, pondremos en valor, aunque sea una frase muy cursi, los votos que los ciudadanos nos den. Cuando una persona nos vota, lo hace para que llevenos a cabo determinadas medidas. Y eso no se puede regalar, no lo podemos dar gratis. 

P. -¿Sería condición sine qua non para un pacto con el PP entrar a formar parte del gobierno?

R. – Déjeme que cambie la pregunta: ¿Habría alguien del Partido Popular, o de cualquier otro partido en su sano juicio y que se llame a sí mismo demócrata, dispuesto a gobernar la Comunidad Valenciana con un 30 o 35% de los votos?

P. – ¿Sería un modelo óptimo, extrapolable, el de Castilla y León?

R. – En estos momentos hay tres modelos de relación entre Vox y el PP a nivel autonómico. Está el modelo de Andalucía, donde el PP tiene mayoría absoluta. Está el modelo de Madrid, donde el PP no tiene mayoría absoluta pero tampoco cuenta con Vox para su gobierno, y ahí tenemos como resultado la inestabilidad, los problemas para la aprobación de Presupuestos, proyectos legislativos que no avanzan, etc. Y está el modelo de Castilla y León, donde nos hemos incorporado lealmente al Gobierno y hay una relación razonablemente estable. Ese es el modelo más razonable para los valenciano, pero no llegaría al extremo de llamarlo óptimo porque el PP no siempre cumple sus promesas, es mucho más proclive a firmar papeles que a trasladar esos papeles al diario. El Partido Popular tiene un pequeño problema de credibilidad y de respeto a la palabra dada.

P. – ¿Sobre qué ejes oscilará la campaña de Vox en la región?

R. – No somos un partido que se ocupe de un sólo asunto. No estamos en la política valenciana por la lengua, por la agricultura, por la caza, por la pesca, por la educación o por la sanidad. Estamos por todas esas cosas. Somos un partido con vocación de gobierno. No estamos aquí para defender a un determinado sector o una reivindicación puntual. Ahora bien, hay sectores particularmente maltratados por el Botánico, como los agricultores o los pescadores, los cazadores o los médicos. Los abogados, autónomos, empresarios… Estamos hablando con todos esos sectores porque están en una situación dramática. Podemos y Compromís tienen una determinada clientela y gobiernan para esa clientela, no ya olvidándose, sino incluso maltratando al resto de la población. Ese no puede ser el caso de un partido que tiene vocación de gobierno.

P. – ¿Hay un problema creciente de seguridad en Valencia capital?

R. – Efectivamente. Estamos empezando a ver cosas que jamás habíamos visto, y que no imaginábamos ni en nuestras pesadillas: reyertas entre bandas en pleno centro de la ciudad, incremento de los delitos sexuales, y muchas otras cosas. Tenemos un problema de seguridad por dos motivos. El primero es la debilidad, la falta de apoyo institucional a nuestras Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Y el segundo es la debilidad de nuestras fronteras. La seguridad de nuestros barrios comienza asegurando nuestras fronteras, y esto hay que decirlo con toda claridad.

P. – Estos comicios, al calor de las encuestas, pueden suponer el fin del mandato de Ximo Puig. ¿Qué valoración haría de su legado?

R. – Frustración. Pérdida de tiempo. Todos los problemas, todas las reivindicaciones que hace ocho años, y que hace cuatro, se pusieron encima de la mesa y siguen estando ahí. El votante quería una nueva financiación, y no la tenemos. Quería más desarrollo económico, pero no lo tenemos. Quería pacificar determinados sectores sociales, y no lo ha hecho. Quería erradicar la corrupción, pero tampoco lo ha hecho. Hoy, ocho años después, seguimos hablando de lo mismo que hablábamos hace ocho años, pero con el agravante de que se han planteado problemas que antes no existían: la emigración, la carestía, el coste de vida… Mi sensación es que han sido ocho años perdidos.

P. – Entrando en el plano personal: ¿Qué lleva a un catedrático de Derecho Constitucional, tras cuatro décadas en la academia, a meterse en política? ¿Cómo le convencieron?

R. – Cuando una persona como Santiago Abascal, en nombre de Vox, te pregunta si quieres ser candidato a la Presidencia de la Comunidad Valenciana no hay mucho que pensar. Si acaso que vaya responsabilidad. No hizo falta muchas más explicaciones. Dije que sí inmediatamente. Por supuesto.

P. – ¿Qué ha descubierto en estos meses dentro de la política?

R. – He descubierto cosas buenas y cosas malas. La precampaña es una oportunidad inmejorable para empaparte de los problemas de tu sociedad, es cuando vives y conoces mejor tu tierra. He hablado con gente con la que nunca habría hablado, he conocido rincones de la Comunidad Valenciana que nunca había visitado, he hecho amigos que no tenía. La parte negativa es lo rudo, vicioso, extremadamente agrio que puede llegar a ser el debate político. Lo que me han dicho en redes sociales, cosas irreproducibles, me las ha dicho gente con la que jamás en la vida me he cruzado, con la que jamás me he relacionado.

P. – Pongamos que usted logra entrar en el Gobierno de la Generalitat: ¿Qué promete a los valencianos?

R. – Mi compromiso es hacer más por menos, adelgazar la administración para que sea más pequeña y eficaz, para que pese menos sobre las espaldas de los valencianos, que bastante tienen encima como para soportar la tremenda carga de una administración voraz. Esa administración tiene que hacer más de lo que hace, y lo tiene que hacer con menos.

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