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Política

Anna Grau (Cs): «Colau ha puesto una pequeña URSS en cada manzana de Barcelona»

La candidata de Ciudadanos adelanta que no dará su apoyo a la alcaldesa y pide perdón a los votantes naranjas por la «traición» de Manuel Valls en 2019

Anna Grau (Cs): «Colau ha puesto una pequeña URSS en cada manzana de Barcelona»

Anna Grau, candidata de Ciudadanos por Barcelona. | Víctor Ubiña

Anna Grau (1967, Gerona) se siente «una catalana con 8.000 apellidos» y afronta con optimismo el último mes de campaña antes de las municipales de Barcelona, a las que se presenta como candidata de Ciudadanos. Contrapone los malos augurios de las últimas encuestas, en las que los naranjas no llegan al 5%, con los últimos mensajes que está recibiendo de dirigentes independentistas, que le admiten que su candidatura va para arriba y entrará el 28-M en el Ayuntamiento.

Grau está convencida de que sus concejales serán determinantes para decidir quién será el próximo alcalde de la Ciudad Condal. De partida, adelanta que no dará su apoyo a Ada Colau y pide perdón a los votantes liberales por la «traición» de Manuel Valls hace cuatro años. Al resto de candidatos, les avisa que tendrán que aceptar sus «líneas rojas» si quieren tener el apoyo de esta formación constitucionalista. Si no, «que cada palo aguante su vela».

Pregunta.- Cuénteme, ¿cómo están las encuestas en estos momentos?

Respuesta.- Pues depende de la encuesta que mire. Las mías, bien, gracias. En estos momentos contamos con entrar en el Ayuntamiento con dos concejales y queda un mes de campaña.

P.- Eso supone superar el 5%. Lo digo porque hay pocas encuestas que apunten a ello.

R.- Hay encuestas para todos los gustos. Yo tengo encuestas que pretenden dejarme fuera del Ayuntamiento y encuestas que me dan la llave de la gobernabilidad. Yo me fío de las que yo conozco y de las que me transmite la gente de mi confianza. Yo creo que no es exagerado decir que en este país ha habido un uso y abuso de las encuestas como arma política. Yo, por suerte, llevo mucho tiempo en este negocio y creo que las sé interpretar.

«Cuando Barcelona ha tendido al monolingüismo, se ha mustiado y ha entrado en decadencia»

Anna Grau (Ciudadanos)

P.- A muchos catalanes y barceloneses, y también de fuera, les sorprende la fragmentación del constitucionalismo en Cataluña y en este caso, en Barcelona. Ciudadanos ha sido el partido hegemónico en las últimas legislaturas en el centro derecha, pero ahora tenemos a PP, a Vox, también a Valents, que es nuevo. ¿A qué se debe esta fragmentación?

R.- Yo negaría a la mayor en algunas cosas. Yo no me siento representante de un proyecto de centro-derecha. Me siento representante de un proyecto que puede tener votantes de centro-derecha, pero también de centro-izquierda, y también de personas que simplemente tengan una motivación muy fuerte para cambiar las cosas en Cataluña. El espacio constitucionalista a lo mejor está mal definido políticamente. Ciutadans nace en el año 2006 para cubrir un hueco, un hueco que no cubrían ni el PSC en el PP, que en aquel momento se suponía que representaban, con sus acentos ideológicos diferenciados, a la Cataluña no nacionalista, a los catalanes no necesariamente anticatalanes ni antinacionalistas, simplemente para los cuales no era una prioridad. O que, incluso, querían ir un poco contra la españolidad. PSC y PP, por distintas razones, en distintos momentos negligen eso y una agenda social. Porque a mí me gustaría subrayar que en Cataluña, la presunta izquierda echa a los pobres de las ciudades y la presunta derecha, se apunta a políticas que dan apoyo a los ‘okupas’. En Cataluña tenemos de todo y en realidad, represento un proyecto que puede compartir determinado espacio en un momento dado con el PP o con el PSC. Con Valents es más difícil porque representa otra cultura política, más del lobby, más en la línea de lo que antes representaba (Josep Antoni) Duran i Lleida. Yo estaría más en la línea de los partidos políticos clásicos. En realidad, no es que estemos tan fragmentados. Es que nunca hemos sido lo mismo a lo mejor.

P.- ¿Cómo va a plantear la campaña electoral?

R.- Ya la estoy planteando, me considero en campaña permanente. Evidentemente hay que explicar las propuestas. Tengo cuatro líneas rojas en un programa más extenso. Pero mis cuatro líneas rojas son, por este orden, bilingüismo institucional activo y pro-activo en el Ayuntamiento de Barcelona. Esto significa no solamente que el Ayuntamiento de Barcelona deje de perseguir el uso del español, deje de multar al español y deje de renunciar al español en sus comunicaciones oficiales, sino que se comprometa con la verdadera promoción de la cultura bilingüe. Cuando Barcelona ha tendido al monolingüismo, se ha mustiado y ha entrado en decadencia. Yo quiero que Barcelona patrocine un premio Carmen Balcells. Quiero que Barcelona vuelva a ser rompeolas de la creación literaria en español a nivel mundial. Y todo eso no es ir contra el catalán. ¿Por qué no pido un premio para el catalán? Porque ya hay muchos. Ahora hay que equilibrar para este lado. Puede parecer algo simbólico, algo que no es tan importante como otros problemas más acuciantes como pueden ser la limpieza o la seguridad, pero cuando te dejas ganar la batalla cultural simbólica, lo siguiente es que no te limpian las calles y no hay policía para protegerte. O sea, hay vasos comunicantes. Y el bilingüismo, en el fondo, es libertad cultural.

Foto: Víctor Ubiña

P.- ¿Y las otras tres líneas rojas?

R.- La segunda es ‘stop superilles’. Colau ha puesto una pequeña Unión Soviética en cada manzana de Barcelona. Hay que parar todo eso, revertir lo que se pueda, que no va a ser todo, e ir a un nuevo urbanismo que no sea anticapitalista, que no sea por el decrecimiento económico, que no sea hostil a las personas y a una movilidad armoniosa y consensuada. Los trabajadores tienen que poder aparcar el coche, las personas que hacen carga y descarga también. Todo ello sin renunciar a un futuro sostenible, medioambiental y peatonal, pero poco a poco y por sus pasos. La tercera línea roja es ‘cero okupación’. Creo que no venceremos la lacra de la ocupación hasta que ésta deje de dar réditos políticos o alguien se crea que se los da. No puede ser que se confundan arbitrariamente y de mala fe el derecho a una vivienda digna con el derecho a la propiedad. No es verdad que los discursos de la ocupación vayan contra los grandes tenedores, van contra el pequeño propietario, contra el pequeño ahorrador, contra el vecino que de pronto se va al hospital y se encuentra la casa ocupada. En Sarria hay un edificio, que encima es de la Sareb, que está ocupado cuando Pedro Sánchez va diciendo que con las Sareb se arregla casi todo. Los edificios de la Sareb, hoy en día, están ocupados por los amigos de los amigos de Pedro Sánchez. Este edificio tenía que haber sido desalojado hace semanas. No lo fue, por cobardía del Ayuntamiento social-comunista de Colau y Collboni. Hay todo un tejido mafioso que vive este discurso de la ocupación. Y por último, mi cuarta línea roja es frenar la voracidad recaudatoria comunista del Ayuntamiento de Barcelona. En el 2020 subieron ferozmente todos los impuestos, no se revirtieron en pandemia y quiero volver a la fiscalidad de 2019 y a partir de ahí hablamos. Los barceloneses están crujidos a impuestos sin retorno social. Y añado una idea: un señor que tiene la vivienda ocupada debería estar exento de pagar el IBI e, incluso, la hipoteca. La Administración debería encontrar una manera para que esa persona no tenga que hacer frente a la hipoteca y que se entiendan los ‘okupas’ con el banco.

P.- La situación es complicada en Barcelona, con la mitad de las ‘okupaciones’ de toda España…

R.- …somos la capital de la ocupación, el Camino de Santiago de la ocupación.

P.- ¿Y cómo es posible que se haya generado esta cultura de la ocupación?

R.- Cuando usted tiene un gobierno nacionalista en la Generalitat independentista y encima, el Ayuntamiento cae en manos de la izquierda ultra intervencionista, tienen una tormenta perfecta que ya la tuvimos en los años treinta en Barcelona, en los tiempos de Lluís Companys, de los pistoleros en la calle, del anarquismo pegándose tiros con el comunismo y a su vez con los independentistas. A ver, ahora no van a tiros de momento, pero es una política muy agresiva, con muy pocos complejos y que no se detiene ante nada. Por eso digo que es muy importante dar la batalla cultural y conceptual. No se puede aceptar que la ocupación no es delito o que tiene un pase, o que si una persona es vulnerable. No conozco a nadie vulnerable que ocupe. Los vulnerables son que se mueren de frío en la calle o los que les han ocupado el piso.

P.- ¿Y cómo se consigue bajar a cero la ocupación?

R.- Pues mire, necesitamos una ofensiva. Obviamente hay que cambiar el marco legal, será la gran batalla que habrá que darla en el Congreso de los Diputados. Lo que yo le digo de que un propietario ocupado no tenga que pagar la hipoteca se tiene que tener en una ley nacional. A nivel autonómico se pueden hacer muchas cosas y a nivel municipal, también. Por ejemplo, solo con cambiar la actitud, que la Policía no tenga miedo de desalojar y aprovechar ese huequito legal de ahora, que si lo paras en las primeras 24 horas pues algo haces. Pero es que ahora encima, la Policía tiene órdenes de colaborar con los ‘okupas’, no con los vecinos.

P.- ¿Ah sí?

R.- Esta es la realidad en Barcelona. Lo que hay que hacer es cambiar el marco mental. Estamos en campaña y hay quien considera mal visto hablar de los asuntos importantes en campaña. Yo lo veo al revés.

P.- Si no se hace en campaña, ¿entonces cuándo?

R.- Si no haces el amor en la noche de bodas, ¿cuándo? Yo lo dije en el Parlament la semana pasada y se lo he dicho por carta a todos los candidatos a la alcaldía. Si alguien tiene miedo de perder votos por desalojar El Kubo, tengo una oferta: desalojemos todos juntos.

P.- ¿Qué ocurriría si entrase en el consistorio?

R.- Pues hombre…

P.- …lo digo pensando en esa fragmentación que se ve. Habrá que ver al día siguiente quién puede ser alcalde, qué alianzas y, seguramente, qué pacto de gobierno.

R.- Confío en entrar con dos (concejales) como mínimo. Podrían ser más, pero aunque solo entre con dos, me voy a presentar a la investidura. Para intentarlo no hay que pedir permiso. Da igual que tengas dos, cuatro o seis (concejales). Tú te puedes presentar a la investidura y eso me va a dar una oportunidad de desgranar mi programa. Las cuatro líneas rojas son irrenunciables. Nadie que quiera gobernar o cogobernar conmigo, o simplemente pactar conmigo, puede ignorar esas cuatro líneas rojas. A partir de ahí, me sentaré a esperar a ver qué ocurre. Las encuestas me dan entrar pero no me garantizan una posición hegemónica, así que tendré que ver qué ofrecen los demás. Pero no voy a votar a nadie por su cara bonita o por lo que pone en la etiqueta.

P.- Como fue el caso de Manuel Valls.

R.- Así es, como fue el caso de Manuel Valls, que votó a Ada Colau con el argumento de que era el mal menor y ha resultado ser la peor de todas. Eso ocurre cuando votas a la gente sin preguntarle qué va a hacer y sin ponerle condiciones.

P.- Pero en aquel momento había mucho miedo a ERC después del 1-O.

R.- Con el miedo no se va a ningún sitio. Se va con propuestas y con programas de gobierno. Si tú tienes un programa y el otro también tiene un programa, ahí se ve qué grado de acercamiento hay. Yo, por ejemplo, teniendo el bilingüismo como primera línea roja, veo muy difícil que algunos partidos nos podamos entender. A lo mejor es más fácil con otros. O no, igual me llevo una sorpresa porque una cosa que sí se va a notar con mi entrada en el Ayuntamiento de Barcelona es mi estilo político, que gustará más o menos, pero nadie me ha discutido nunca la claridad y la sinceridad de mis planteamientos. Creo, sinceramente, que en el Ayuntamiento de Barcelona hay mucha confusión, hay muchas mentiras y eso que no me gusta cruzar palabras hirientes. Se dicen muchas cosas que luego no se hacen, se hace muchas cosas que no se ha dicho que se harían. Y yo creo que eso se tiene que acabar. Conmigo, en el Ayuntamiento de Barcelona, ciertas perrerías no se van a poder hacer o se va a enterar todo el mundo. Por ejemplo, que el PSC lleve ocho años gobernando con Colau y pretender que no se note… pues no, esto no va a volver a ocurrir.

P.- ¿Y se ha puesto alguna línea roja en cuanto a pactos? Por ejemplo, ¿a Ada Colau llegaría a votarla tras un acuerdo?

R.- Es imposible.

P.- ¿Y tiene algún otro candidato al que le diga que es imposible?

R.- No… Ada Colau es imposible por tres razones y eso que le reconozco una única virtud.

P.- Ah sí, ¿cuál?

R.- La sinceridad. Es una mujer sincera. Lo que dice que va a hacer, lo hace. Ella no hace promesas electorales, hace amenazas electorales y las cumple. Dice ‘me voy a cargar el Eixample’ y se lo carga. O ‘voy a subvencionar a los okupas’ y los subvenciona. O ‘voy a cerrar los bares’ y los cierra. Que os voy a matar a impuestos y nos mata. Colau está en las antípodas de cualquier proyecto liberal serio. Porque me gustaría subrayar que nunca había sido tan difícil pagar un alquiler en Barcelona desde que gobiernan los comunistas. A las personas que les gusta ser de izquierdas y les da miedo la palabra liberal, les diría que más les vale un revulsivo social-liberal que un revulsivo social-comunista. Si no, va a pasar como en la Unión Soviética, que mucho comunismo y no había vivienda para nadie. Creo que con un gobierno liberal, en la ciudad de Barcelona habría más alquiler del que hay ahora. Con Ada Colau no me puedo entender y tengo que pedir perdón a toda la buena gente de Ciutadans por la traición de Manuel Valls, que hizo alcaldesa a Colau contrariando lo prometido a nuestros votantes.

P.- Pero Ernest Maragall es de ERC. Llegado el caso, ¿Ciudadanos podría darle un apoyo?

R.- Tampoco sé que va a ser. Desde que ERC gobierna la Generalitat estoy muy enfrentada con su política lingüística, que es franquista. Sí, es un franquismo inverso. Su pretendida defensa del catalán, aparte de hundir el catalán en la miseria, ha logrado la antipatía de conseguir que los jóvenes no quieran hablar catalán o que mucha gente sienta al catalán como una lengua antipática. Desde luego la hispanofobia es inaceptable. Veo muy difícil que esa línea roja se pueda superar, pero a lo mejor si me pide perdón y deja de acosar a enfermeras andaluzas o reírse de los devotos de la Virgen del Rocío en TV3… al final, es más fácil que un independentista se apee de su caballo que yo.

P.- Hay dos candidatos que parece que podrían quedar en primera posición: Xavier Trias (Junts) y Jaume Collboni (PSC). De los dos, ¿con quién se sentiría más a gusto a la hora de intentar un pacto de gobierno?

R.- Quitando a Ada Colau, no tengo ninguna línea roja nominal. Así que a los demás: programa, programa y programa. Y a mí nadie me va a convencer de que me tienes que votar a mí porque no puedes votar a este. Eso no es verdad. Yo soy responsable de mi programa y de mis votos. Creo que Manuel Valls actuó por interés personal, no por un proyecto político. Se dejó coger en una ratonera que no es real. Y Ciutadans no volverá a cometer el error de comprar los posibilismos de los demás. Que para que tú seas alcalde, yo me tengo que apear del piano… pues no, apéate tú. Cualquiera que quiera mi apoyo, o que yo esté en su gobierno, me tiene que cumplir las condiciones. Y si no, me quedo en mi rincón hasta que las cumpla y que cada palo aguante su vela. Yo no tengo que ir a corregir el voto de los ciudadanos a costa de mis ideas. Yo pondré todo de mi parte para que sea el mejor gobierno posible en Barcelona, sin desviarme un milímetro de mis líneas rojas.

Foto: Víctor Ubiña

P.-Usted ha escrito un libro sobre Xavier Trias cuando era periodista. Mucha gente le considera una especie de biógrafa suya. El hecho de haber estado tan cerca de él, haberle tratado como periodista y él como político, ¿puede facilitar ahora el que, llegado el caso, Ciudadanos mire con otros ojos a Junts?

R.- Me gustaría aclarar varias cosas. El libro es de 2003, de hace 20 años y me gustaría explicar la génesis de ese libro. En aquel momento, es verdad que Trías y yo teníamos relación bastante fluida. Yo como periodista, él como político. A partir de ahí trabamos un plus de cordialidad. Por ejemplo, al año siguiente falleció mi madre y Trías acudió al tanatorio. Ahora la vida nos ha vuelto a juntar en esta carrera. A Ciutadans se le ha mostrado como marciano, anticatalán, sin verdadero arraigo en Cataluña, cuando es uno de los proyectos más genuinamente catalanes que ha habido nunca. Y yo, que soy una catalana con 8.000 apellidos, estoy aquí en Ciudadanos. Los cortafuegos que se han intentado poner en la política para que siempre manden los mismos son una ficción. Cataluña no será normal hasta que haya un president de la Generalitat de Ciutadans y una alcaldesa Barcelona de Ciutadans. Tardará más, tardará menos, pero va a ocurrir.

«No se puede pactar con males menores ni a cambio de un despachito rinconero»

Anna Grau (Ciudadanos)

P.- Pero Ciudadanos, desde su fundación, marcó un cortafuegos con el nacionalismo, con el independentismo. ¿Defiende ahora superar ese cortafuegos?

R.- No, no, lo que digo es que Ciudadanos planta cara al nacionalismo, pero cortafuegos lo han puesto ellos. Nosotros confrontamos con el independentismo, para ser exactos con el procesismo, con el avasallamiento de lo independentista. No tengo ningún problema con el independentista educado, ni tampoco con un comunista educado. Ahora bien, en el momento en que invaden mi vida, mis libertades, tengo que salir a defenderlas. Pero el cortafuegos lo han puestos ellos. Hay una constante exclusión o cancelación que, tarde o temprano, se cansarán antes ellos que yo.

P.- Llegado el caso, ¿apoyaría a Xavier Trias como mal menor?

R.- Como mal menor yo no voy a hacer nada. Voy a por el bien mayor. No se puede pactar con males menores ni a cambio de un despachito rinconero, ni sacrificando líneas rojas ni compromisos electorales. Hay que hacer política en serio.

P.- Barcelona ha perdido la pujanza, la mirada cosmopolita que atraía a mucha gente. No solo de España, sino del extranjero. ¿Cómo puede recuperar esa imagen de la ciudad?

R.- Votándome a mí, en primer lugar. Y segundo, quiero recuperar la Barcelona del boom. Antes de la Barcelona olímpica, cuando (Mario) Vargas Llosa o (Gabriel) García Márquez venían…

P.- … ¿de qué época está hablando?

R.- De los setenta, en un momento en que a nadie se le ocurría que para fomentar el catalán te tuvieras que cargar el español. Venimos casi de 40 años de progresiva decadencia y de progresivo empequeñecimiento de las ambiciones políticas y económicas. Las empresas se van, la gente se va, los jóvenes se van. Todo esto hay que revertirlo con valentía y sin hacerse hacerse trampas al solitario y sin falsos progresismos. Esta falsa izquierda que siempre se baja los pantalones con la burguesía más rancia, más independentista; y este centro derecha cobarde que tiene miedo de que si levanta la voz no le inviten al Círculo Ecuestre, pues ha hecho mucho daño. En Cataluña hay que ir con todo el amor y sin ningún complejo.

P.- Por último, ¿el castellano es la lengua mayoritaria o la minoritaria en estos momentos en Barcelona?

R.- Pues mire, los informes de la propia Generalitat reconocen que el español es la lengua materna de una inmensa mayoría de personas nacidas en Cataluña. Y ya ni le cuento de las que están de paso o han llegado para vivir y trabajar. Esto les desespera (a los independentistas). No veo por qué les tiene que desesperar porque en Cataluña hay dos lenguas maravillosas, propias y oficiales. Es terrorífico decirle a alguien que para prosperar en la vida tiene que renunciar a la lengua de sus padres. Entiendo que un señor coreano que llega a Cataluña, como si llega a Madrid o a Málaga, obviamente tendrá que aprender la lengua del lugar. Pero un señor de aquí no tiene que aprender la lengua del lugar. Curiosamente, el hecho de que cada vez haya menos hablantes de catalán, cosa que ellos pretenden que justifica sus políticas cada vez más integristas, les desautoriza más y demuestra que son injustas, antidemocráticas y feas. Un fracaso por ser anticatalanas.

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