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Elecciones 23-J

El miedo a pinchar se apodera de Sumar e Iglesias irrita a Díaz: «Ha roto la tregua»

La elección de los portavoces de Sumar despierta dudas y se extiende la sensación de cansancio y de fin de luna de miel

El miedo a pinchar se apodera de Sumar e Iglesias irrita a Díaz: «Ha roto la tregua»

La candidata de Sumar Yolanda Díaz | Europa Press

El comienzo de esta semana, con el cara a cara entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo como momento álgido, no ha sido de los más excitante para Sumar. Desde hace unos días, se ha difundido internamente cierto temor respecto al futuro. Algunos miembros de los partidos que integran la coalición hablan de «pérdida de lo ganado» y de «pilas agotadas», para referirse a un estado de ánimo, que, sin embargo, los principales portavoces intentan negar. Sectores de IU, de los sindicatos y sobre todo de Podemos sostienen que la luna de miel de Yolanda Díaz con el electorado podría estar sufriendo un estancamiento. Y tampoco se percibe un trasvase de votos hacia Sumar tras la derrota de Sánchez en el debate televisivo del lunes.

Por mucho que los representantes de Sumar, entre ellos Díaz, intenten vender optimismo, con la complicidad de algunos segmentos de la prensa favorables a ellos (también de sectores que Pablo Iglesias no tardaría en calificar de «derecha mediática»), en privado se oyen voces que apuntan a que la recta final de campaña para el 23 de julio se puede complicar. Díaz avisó al PSOE de que haría bien en no subestimar a Feijóo. Ella ejerció durante años de colíder de la oposición en el Parlamento gallego y mantuvo con Feijóo duros enfrentamientos dialécticos. Aunque nunca perdió la compostura, tal y como en cambio sí hizo Sánchez el lunes.

El cara a cara de Sánchez con Feijóo no sirvió para reforzar la tesis de la «remontada». Diferentes colaboradores e impulsores de Sumar lo admiten. Sin embargo, la orden es no torpedear la candidatura de Sumar, y por ello los reproches de Pablo Iglesias en estos días están irritando internamente a la coalición. Iglesias se escuda en que hará lo que le diga Ione Belarra, que es la secretaria general de Podemos. Pero es una excusa que nadie se creen en Sumar. «Excepto Monedero, nadie pide públicamente el voto a Sumar».

El exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias.
El exvicepresidente del Gobierno Pablo Iglesias. | Atilano García (Zuma Press)

Excusas antes del 23-J

Que Monedero sea el único de los primeras espadas de Podemos que pide oficialmente el voto para Sumar no es algo nuevo. Una primera divergencia con Iglesias nació el día en que el cofundador de Podemos firmó una tribuna en El País titulada «Lo que ya no va después del 28-M». Estábamos en plenos idus de marzo en Podemos, con el choque entre Díaz e Iglesias. La candidata de Sumar había entregado al cuartel morado su veto a Irene Montero. Y mientras los territorios se amotinaban, la dirección de Podemos perdía el control de la negociación con el equipo de Díaz. Monedero escribió en esos días que lo prioritario era el acuerdo: «Yolanda Díaz y Podemos deben recuperar el tiempo perdido, demostrando que la unidad no es circunstancial». Las cosas se empezaron a torcer allí.

Monedero ha ido reiterando su enfoque pragmático, que ha intentado alternar también reconocimientos y apoyos por los políticos vetados. Pero no está siguiendo la directriz elaborada en Galapagar. La «cúpula» de Podemos, según también admiten en Sumar, se está poniendo de perfil porque quiere que toda la responsabilidad del 23-J recaiga sobre Díaz. En Podemos creen que Monedero apuesta por un doble juego para no perder la influencia (y contratos) lograda en estos años en América Latina. Necesita que Sánchez siga en el Ejecutivo. Su caso es parecido al de José Luis Rodríguez Zapatero.

Y mientras Monedero busca el apaciguamiento, en Sumar vuelven a centrar el tiro en Pablo Iglesias. La animadversión es tan profunda que varios segmentos prefieren achacar a Iglesias su falta de respeto a las reglas del juego que enfocarse en lo que no no está funcionando bien en su mensaje y campaña. La tesis que esgrimen es que Iglesias «ha roto la tregua» acordada cuando se redactaron las listas electorales. Personas de la órbita morada hablan de «excusas» de Díaz de cara a lo que puede ocurrir el 23 de julio.

Dudas sobre los portavoces

Oficialmente, Sumar insiste en la idea de «remontada» y de que «hay partido». Pero las fuentes consultadas también señalan que no todos esbozan esa idea con la misma intensidad. Íñigo Errejón, número cuatro por Madrid y portavoz de Más País, es sin duda uno de los dirigentes que más se está prodigando para defender la opción de Sumar. Es quizás el que tiene más claro que para tener éxito hace falta diferenciar a Sumar del PSOE. Los socialistas, por su parte, necesitan que Sumar obtenga un resultado aceptable. Aunque en sus conversaciones privadas, altos cargos del Gobierno de Sánchez no tardan en calificar a la coalición de Díaz como una «marca blanca del PSOE», la demostración de que los tiempos de la lucha por la hegemonía que lanzó Podemos han quedado definitivamente atrás.

Este punto escuece a Díaz. Tal vez por eso sus afines reaccionan con fuerza cuando Iglesias les recuerda (por segundo lunes consecutivo) que ponerse debajo de la falda de Sánchez no servirá para remontar. «Parece que estamos asustaditos», dijo Iglesias para referirse a Sumar. «Aquí más que un proyecto para volver a gobernar, hay un proyecto para intentar evitar que haya una mayoría absoluta de PP y Vox», añadió el exlíder morado, al tiempo que acusó a Díaz y su equipo de cerrarse en una esquina política de baja rentabilidad.

Podemos no se cree las encuestas del CIS y pronostica para Sumar un resultado por debajo de las expectativas. Incluso por debajo de los 30 escaños. Ese umbral es muy importante para Díaz. Y el temor a que la luna de miel con el electorado ha acabado ya se difunde entre algunos representantes de este espacio. Han pasado pocos meses desde su presentación en abril, y Sumar ya no es un coro que canta al unísono. Se empiezan incluso a oír críticas veladas a la actuación de los portavoces elegidos por Díaz.

No queda claro si el nombramiento de Liz Duval como portavoz de feminismos e igualdad, por ejemplo, ha satisfecho a algunas familias que componen Sumar. Pero es que incluso Ernest Urtasun, que llegó de Bruselas a bombo y platillo, parece demasiado ordenado y comedido para ser un portavoz de campaña. Y no es el único que empieza a levantar ampollas en una coalición muy heterogénea.

Así que mientras Podemos se pone de perfil, otros socios han empezado a reivindicar que tienen líneas propias. Compromís es tal vez el partido que más lo ha hecho. Y en Más Madrid tampoco se percibe mucho entusiasmo por la campaña exprés de Díaz. Todos saben que quien forma parte del sanedrín de la ministra de Trabajo se está jugando su futuro. Si las cuentas salen, habrán ganado su apuesta. Pero si no es así, a partir del 24 de julio empezarán a escucharse voces críticas y a pedirse rendición de cuentas. Aunque los afines a Díaz avisan: pase lo que pase, ella se va a quedar. Pero la pregunta es hasta cuándo (¿dos meses, dos años?) si, además de Sánchez, el proyecto de Díaz no se demuestra capaz de despertar la ilusión en la izquierda.

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