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Política

Rodrigo Alonso, líder del sindicato de Vox: «No queremos globalización, pero sí libre mercado»

El secretario general de Solidaridad explica a THE OBJECTIVE su modelo económico

Rodrigo Alonso (1980) es un rara avis dentro del sindicalismo. Nativo de Antas, un pequeño pueblo de Almería, comenzó a trabajar a los ocho años, estudió Administración y Dirección de Empresas (ADE) en la Universidad de Granada, trabajó en una tienda de móviles e inició su carrera política en el Partido Popular. Ahora es el líder del sindicato Solidaridad, nacido al alero de Vox, partido al que también representa en el Parlamento de Andalucía.

P.- Su currículum no se asemeja al de un sindicalista convencional.

R.- Yo empecé a trabajar desde muy pequeño. Solía ir con mi padre y mi abuelo a comprar por los cortijos, y comprábamos almendra, algarroba, naranja, limón, cítricos… Yo llevo trabajando desde los ocho o nueve años y siempre he sido un amante del trabajo. Luego decidí estudiar en lugar de quedarme con el negocio de mi padre, que era un negocio de compraventa de cítricos. Me fui a Granada, me licencié en ADE y antes de trabajar la carrera ya estaba trabajando en una empresa, de contable. Ahí comenzó mi periplo como trabajador hasta que el PP me ofreció la posibilidad de estar en una lista electoral. No era una cuestión ideológica. Tuve la suerte de poder estar en el Ayuntamiento de mi pueblo durante dos legislaturas.

P.- Fue concejal de Hacienda entre 2007 y 2015. En esa época, según informaron algunos medios, la deuda se elevó un 161%. No es lo que cabría esperar de un cargo de Vox, que defiende la «drástica reducción del gasto político ineficaz».

R.- Esa noticia es incierta. De hecho, ejercí el derecho a la rectificación y desmentí toda la porquería que habían escrito. Entramos a un ayuntamiento que venía de estar gobernado 25 años por el PSOE y nos encontramos mucha factura en los cajones. No recuerdo la cifra, pero creo recordar que había 500.000 o 600.000 euros de factura sin reconocer presupuestariamente. Aquello hubo que ponerlo en orden. Además, antes de irse el anterior equipo de gobierno firmó un préstamo, en mayo de 2007. Luego estalló la burbuja inmobiliaria y la situación que arrastraba el municipio en cuanto a deuda se vio gravemente perjudicada.

https://twitter.com/solidaridad_esp/status/1731674188052590724

Ahora el secretario general de Solidaridad ha vuelto a los titulares por unas declaraciones en un evento organizado por el Grupo de Conservadores y Reformistas Europeos (ERC Group) en las que vino a decir que «las empresas son de los trabajadores». Unas palabras que le valieron muchas críticas. Con el objetivo de abordar esta polémica y de abundar en el modelo económico del sindicato de Vox, Alonso conversa con THE OBJECTIVE sobre Salario Mínimo Interprofesional, pensiones, reindustralización o la victoria de Javier Milei en Argentina.

P.- ¿Las empresas pertenecen a los trabajadores?

R. – Esas manifestaciones se producen en una charla con chavales después de un ERE que va a presentar Telefónica de más de 5.000 personas. Lo que quería decir es que los trabajadores deberían tener un sindicato férreo y fuerte que se sentase a negociar con la junta directiva y decirles: ¿cómo van a echar a un tercio de la plantilla? Tendremos los trabajadores algo que decir.

El puesto de trabajo no es una silla, no es un número, lo hemos desarrollado los trabajadores. Amén de que Telefónica ha recibido 540 millones de euros en subvenciones públicas, ¿cómo va a echar a 5.000 personas a la calle? Tendremos los trabajadores, como poder legítimo, algo que decir. El trabajador es el dueño de su trabajo, no de la empresa. Nosotros somos amantes de la propiedad privada, no somos comunistas. De hecho, somos el único sindicato anticomunista.

Lo que trataba decía a los chavales es «oye, no podéis hacer la guerra por vuestra cuenta, tenéis que uniros, porque en la unión nace la fuerza». Si te unes en torno a un sindicato que va a presionar a tu favor vas a tener una ventaja mucho más que si cada uno trabaja de forma individual. En cuanto al trabajo, el trabajador es dueño de su trabajo, no es una mercancía que se pueda intercambiar. Los resultados que ha obtenido Telefónica, que en el último ejercicio obtuvo más de dos mil millones de beneficios, es gracias a los trabajadores. El principal activo de una empresa es el capital humano. Evidentemente, la propiedad de una empresa la tienen los accionistas, los fondos de inversión, etc., pero el trabajador es dueño de su trabajo y al dueño del trabajo no se le puede tratar como mercancía.

«Nuestro modelo económico es reindustrializar España y reforzar la soberanía nacional»

P.- Explíquenos su modelo económico.

R. – Nuestro modelo económico idóneo es reindustrializar España, que no se produzca la deslocalización de empresas, que no se atente contra el sector primario, que se refuerce la soberanía energética, la soberanía industrial, la soberanía nacional. A lo que estamos asistiendo es a una deslocalización de empresas, que se van de España, al cierre de la industria, a un sector primario mermado, y esos trabajadores terminan en el paro. Nuestro modelo económico es reforzar la soberanía nacional. En Alemania los trabajadores pueden participar de los medios de producción, quizá haya que plantear ese tipo de modelo, pero no cabe hablar de una cosa o la otra. Entre el blanco y el negro hay grises. 

P.- ¿Cómo se reindustrializa España? Eso exigiría proteger las industrias nacionales, menos globalización para tratar de relocalizar la industria. Aranceles.

Por lo pronto, paralizar la destrucción de industria. Estamos destruyendo centrales térmicas. Las centrales nucleares hace tiempo que dejaron de renovar la actividad. Hay que empezar a frenar que la industria se esté yendo de España a otros países. La central térmica de Carboneras se ha desmantelado para ponerse en Marruecos, y luego compramos la energía a Marruecos. Dicen que lo hacen en nombre del cambio climático, pero el espacio aéreo es el mismo. Son decisiones políticas.

Tenemos que apostar por el que quiera montar una industria en España, ayudarle. Esto no quiere decir que queramos la autarquía y el aislamiento. ¿Estamos a favor de la globalización? No. ¿Estamos a favor del libre mercado? Sí. ¿Cuál es la diferencia? Que en el segundo modelo sí se respetan las fronteras. Nosotros hemos vivido siempre de las exportaciones y las importaciones. Cuando yo me dedicaba a las naranjas, en verano no había y tenían que venir de otro sitio. Cuando entraba al país, a través de los aranceles, se equiparaban precios. No entraba producto en competencia desleal, pero ahora sí, y hay que paralizarla.

P.- Si entran productos más baratos, porque los países que los desarrollan son más eficientes, el consumidor se va a beneficiar de esa bajada de precios. Con los aranceles usted antepone a los trabajadores sobre los consumidores, que son más.

R.- Le voy a poner el ejemplo del tomate. Producir un kilo de tomate en Marruecos cuesta 14 veces menos que en Almería, pero es que las exigencias que tiene que cumplir el agricultor y el trabajador son distintas. En Marruecos no existen derechos laborales. La mano de obra aquí es diez veces más cara y no porque Marruecos sea más eficiente, sino porque aquí se respetan las condiciones laborales. La Unión Europea tendría que sensibilizarse un poco más acerca de cuál es la situación laboral de aquellos países donde se han asentado las fábricas del mundo y donde no existen derechos laborales. A ese respecto, la Organización Internacional del Trabajo debe ser mucho más contundente. No se crea riqueza en aquellos sitios donde se produce con mano de obra esclava, y eso es algo sobre lo que hay que debatir y sobre todo, corregir.

«La subida del SMI es buena, pero debe ir acompañada de una bajada de impuestos»

P.- ¿Qué opina de las subidas del SMI?

R. -Somos partidarios de que haya un salario mínimo que garantice que cada uno pueda cubrir sus necesidades básicas. ¿En qué cantidad? Pues mire usted, no sé si serán 1.080, 1.200 o 2.000 euros, pero lo que tengo claro es que por cada 1% que sube el salario mínimo interprofesional el que más gana no es el trabajador, es el Estado, que es el que más recauda.

La subida del SMI tiene que ir acompañada de una bajada de impuestos, de una bajada del coste laboral y de las cotizaciones sociales. Si seguimos hciéndolo así, lo dice el Banco de España, se materializa una subida del salario míunimo en desempleo y no se está mejorando el poder adquisitivo. 

P- ¿Qué hay que hacer con las pensiones?

Garantizarlas.

P.- Ya, ¿pero cómo?

Lo que va a afectar de forma inmediata a las pensiones es la cesión de la caja única de la Seguridad Social al País Vasco. Ahí se va a dejar de percibir una cantidad de dinero de las cotizaciones sociales, va a aumentar la edad laboral y retrasar la edad de jubilación. Según datos del Gobierno, estamos en cifras históricas de cotizantes, pero no de horas de trabajo. Se está precarizando el mercado de trabajo. ¿Por qué? Porque a raíz de la reforma laboral se ha cambiado el concepto de los contratos: los contratos temporales ahora se llaman indefinidos, pero no son indefinidos. No están trabajando ocho horas. Hay más cotizantes y más contratos que nunca, pero menos horas trabajadas. Se habla de rebajar la jornada laboral a 37 horas, pero la media está en 31,3 semanales.

¿Eso garantiza una mayor recaudación en cotizaciones sociales? No, se está fragmentando el mercado de trabajo y la hucha de las pensiones será menor. Por otro lado, hay que empezar a recortar el aparato del Estado. El Instituto de Estudios Económicos dijo que en el conjunto del modelo de las autonomías hay modelos duplicados y triplicados. Si se eliminasen, el ahorro anual estaría en torno a los 60 mil millones de euros. Hay que trabajar también en eso. Se pueden ir tomando decisiones para asegurar que el que lleva trabajando toda su vida pueda jubilarse y tener una jubilación digna disfrutando con la familia con el dinero que ha cotizado toda su vida.

«Solidaridad se llevaría muy bien con Javier Milei»

P.- ¿Qué opinión le merece el nuevo presidente de Argentina, Javier Milei?

Tengo clarísimo que el sindicato Solidaridad se llevaría muy bien con el Gobierno de Milei. Yo he estado en Argentina, mi mujer es argentina, mi suegro es argentino, y el precio de una cuña de queso para el que se la puede costear, podía subir hasta un 50% de un lunes a un viernes, e incluso doblarse el precio. El principal problema de Argentina es la inflación. La inflación es el impuesto a los pobres. Desde 2011 Argentina no ha crecido nunca. Nunca. El modelo argentino se ha basado en un modelo de subsidio, en un modelo de emitir dinero que ha llevado a la pobreza. 

Milei recibe un país en el que el 45% de la población es pobre y el 10% vive en la indigencia. El salario medio mensual oscila en torno a los 300 dólares. Es una miseria en un país tan sumamente rico. El kirchnerismo y el peronismo quieren un aparato del Estado cuanto más grande mejor. Yo he visto que un secretario tiene un chófer, y el chófer del secretario tiene otro chófer, y ese chófer tiene otro chófer. La maquinaria del Estado se ha agigantado tanto que el trabajo solo crecía en el sector público, pero no precisamente en médicos. Mi hijo fue al hospital y no tenían ni lejía para desinfectar.

Milei se enfrenta a tomar unas decisiones de shock que son necesarias, ha pedido un esfuerzo a los argentinos para que en el corto plazo asuman que la cosa no va a mejorar, pero en el medio plazo se recogerán los frutos. Estamos de acuerdo con ese planteamiento. De hecho, ustedes en THE OBJECTIVE han publicado que va a doblar la cuantía que perciben por hijo y la tarjeta alimento la han subido un 50%. Es una medida muy social para los más necesitados y para luchar contra la pobreza.

Rodrigo Alonso, muy crítico con los sindicatos UGT y CCOO, conversa con THE OBJECTIVE.

«UGT y CCOO son sindicatos mafiosos»

P.- ¿Cómo se explica un sindicato, que es algo vinculado a la izquierda socialista, en un partido como Vox, que entra dentro de los ejes del liberal-conservadurismo? Tradicionalmente, liberales y conservadores no han mostrado mucho interés en la actividad sindical. ¿Ha cambiado algo en la derecha?

R.- Hay que empezar a cambiar el concepto del sindicalismo para que, en España, no sea un concepto negativo, sino positivo. El sindicato tiene que ser una herramienta de representación y de intermediación al servicio de los trabajadores, y no del propio sindicato. UGT y CCOO lo que han hecho ha sido crear una macroestructura propia de una gran empresa, de una multinacional, y cobran cantidades ingentes de dinero público. Además, se comportan como mafiosos.

Su comportamiento en el día a día es mafioso, y lo vivimos en nuestras propias carnes. Cuando presentamos una lista a elecciones sindicales en una empresa llegan los sindicales de turno y empiezan las coacciones, las amenazas y es algo verdaderamente insufrible. Nos persiguen para intentar echar abajo esa lista.

P.- Ustedes han crecido exponencialmente en menos de tres años. Ya tienen 15.000 afiliados y han penetrado en 500 empresas. ¿A qué lo atribuyen?

R.- Cuando tú te sientas con un trabajador, comprendes su problema y haces lo que está en tu mano para solucionarlo el trabajador se siente identificado. Los trabajadores nunca se habían sentido escuchados por los sindicatos, que llevan 45 años firmando convenios colectivos. Esos sindicatos no paran de decir que el mundo del trabajo está prevaricado, que hay que subir los salarios, que hay que mejorar las condiciones laborales, pero es que son ellos los que llevan 45 años firmando esos convenios. Alguna parte de culpa tendrán. El éxito que está teniendo Solidaridad es porque lanza un mensaje distinto.

P.- Sin embargo, la huelga general que convocaron no tuvo el éxito esperado

R.- Hemos despertado algo que estaba totalmente escondido: que un sindicato minoritario pueda dar el paso de convocar una huelga general. No es una cuestión cuantitativa de cuánta gente secunda la huelga, sino cualitativa. Esto abre la posibilidad para que ahora otro sindicato minoritario pueda convocar una huelga. También abre la posibilidad a que podamos unirnos distintos sindicatos minoritarios para decirles a los mayoritarios que no son los únicos. Las grandes conquistas empiezan siempre con pequeñas acciones, y nosotros vamos a seguir hablando con la sociedad civil y con el resto de sindicatos minoritarios para crear una mayor fortaleza e ir a por la próxima huelga general.

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