Dezcallar critica la «dictadura perfecta» de Putin e intuye un armisticio a la coreana con Ucrania

El exdirector del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y antiguo embajador en Estados Unidos, Marruecos y la Santa Sede, Jorge Dezcallar, ha criticado este viernes el hecho de que Rusia haya pasado «de la democracia imperfecta» con Boris Yeltsin «a la dictadura perfecta» con Vladimir Putin.

Dezcallar ha presentado en Madrid ‘El fin de una era’ (Ed.Esfera de los Libros), su sexto libro de política internacional desde que dejó la carrera diplomática en 2011. En declaraciones a los medios, ha constatado -antes de conocerse el fallecimiento del opositor Alexéi Navalni- de que la guerra se ha «estancado» y que «lo más probable» es que Ucrania se vaya quedando «sin sus grandes apoyos» y acabe aceptando «una especie de armisticio armado como en la península de Corea» en 1953.

«La derrota total de Ucrania no sería aceptable para la OTAN y Rusia no puede renunciar a los territorios que ha ocupado. Ahora Putin tiene la sartén por el mango, no puede decir que ha perdido», ha proseguido el exembajador, quien ha advertido de que a Moscú le gustaría ocupar Odesa por las «resonancias históricas» que tiene esa ciudad del Mar Negro para los rusos.

Dezcallar ha advertido a Kiev que «pedir Crimea no es realista» ya que fue territorio ruso hasta que Nikita Jruschov se lo adjudicó a Ucrania en una decisión administrativa en 1956, «sin pensar que la URSS fuese a desaparecer» unas décadas después. «No veo una paz en este momento. Los frentes están estabilizados, hay una guerra de trincheras como en la Primera Guerra Mundial. Lo más probable es una guerra congelada», ha aseverado.

El exdirector de los servicios secretos ha admitido que ninguno de los dos contendientes quiere renunciar a sus objetivos, pero sí intuye que se puede abrir la puerta a la pausa en los combates. Un escenario que «no favorece a ninguno», pero que en el caso de Rusia le permitiría «lamerse las heridas» tras dos años de duros combates.

Sobre Oriente Próximo, ha destacado el papel de las agencias de inteligencia para intentar para la guerra entre Israel y Hamás. «Los servicios secretos desbrozan el terreno y luego los diplomáticos ponen la guinda. Cuando las partes no quieran hablar entre ellos, una forma de solventar eso es a través de los servicios secretos», ha subrayado.

Dezcallar se ha solidarizado con la «actitud gallarda» de España en este conflicto, al liderar una posición que «desde un punto de vista ético y de valores, es respetable y aplaudida por gran parte de la población». Ahora bien, ha añadido que no le ve posibilidades a la propuesta que han hecho España e Irlanda a la Comisión Europea, en la que le pide que se revise de manera urgente si Israel está cumpliendo con su acuerdo de asociación con la UE, en especial en lo referido al respeto de los derechos humanos, y que si constata que no es así proponga las medidas adecuadas.

El autor de ‘El fin de una era’ ha insistido en que a Israel, como a los «buenos amigos», cuando algo se hace mal, «hay que decírselo», y ha separado lo que es una actitud antisemita, que él condena, con el «antisionismo» que se puede manifestar frente a los planes expansionistas de los colonos judíos en Cisjordania. En todo caso, ha descartado que se tenga que «imponer» la solución de los dos Estados -Israel y Palestina- a las partes contendientes.

En cuanto a España, Dezcallar ha incidido en que el actual Gobierno de Pedro Sánchez debe dar pasos «para no desaparecer», al constatar que la diplomacia española cuenta cada vez menos. «En muchos foros europeos estamos ausentes», se ha quejado. «¿Por qué no nos llaman? Porque estamos absorbidos por los problemas internos, mirándonos el ombligo con el tema catalán y con problemas de autoestima».

Además, ha criticado que el Ejecutivo hace «cosas legítimas» en política exterior, pero luego no las explica. «El cambio en el Sáhara no lo entiendo, ha roto la amistad con Argelia y Sánchez no lo ha explicado. Estoy convencido de que no habrá referéndum de autodeterminación (en la antigua colonia española), pero seguimos sin vender un bolígrafo en Argelia pasado un año y medio» de crisis bilateral, ha concluido.