«El futuro es limpio y es ahora. Tenemos que dejar atrás la contaminación», declaró el piloto de este particular avión. El aparato es un avión monoplaza realizado en fibra de carbono, con 72 metros de envergadura (mayor que un Boeing 747) y con un peso de 2.300 kilos (equivalentes a un coche familiar en vacío). Cuenta con 17.248 células solares desplegadas sobre sus alas y las cuatro baterías que almacenan la energía solar propulsan las hélices únicamente con energía limpia. El Solar Impulse II comenzó su expedición en marzo de 2015 desde Omán y ha continuado por India, Myanmar, China, Japón y Estados Unidos. De Europa se ha seleccionado España, porque según los impulsores del proyecto, se ha hecho una gran apuesta por las energía renovables.
El diseño de la aeronave permite ahorrar la cantidad de energía suficiente durante el día para poder usarse con total autonomía durante la noche. Al no necesitar energías basadas en fuentes fósiles, teóricamente podría volar indefinidamente únicamente limitado por la resistencia del piloto.