Juan Milián

La ciudad triste

La ciudad triste

Dice Torra que Barcelona “ha abdicado de ser la capital de Cataluña”. Si estuviéramos en Twitter podríamos contestarle que este es el primer y más inesperado reconocimiento oficial de Tabarnia. Sin embargo, vale la pena no tomárselo a broma y analizar qué pensamiento se esconde detrás de estas declaraciones, porque son más siniestras de lo que parecen a primera vista. Nos encontramos ante “esa concepción estrecha, exclusivista, beata y simplista que reduce toda identidad a una sola pertenencia” y que Amin Maalouf denunciaba en Identidades asesinas. Y Barcelona sigue siendo una ciudad demasiado abierta, demasiado cosmopolita, demasiado diversa, para formar parte de la tribu, y menos aún para encabezarla. Es, además, un mensaje lanzado a todos los ciudadanos de Cataluña. O eres exclusivamente catalán, o no eres catalán, viene a decirnos el presidente de la Generalitat. Dicho de otra manera, o eres separatista, o este no es tu sitio. Así, de un plumazo, el nacionalismo de Torra borra la complejidad de cada individuo, ese conjunto de pertenencias que nos hace únicos. Aniquila la identidad que hace que uno no sea idéntico a otro y nos diluye a todos sublimando una única y sagrada pertenencia.

Venezuela nos interpela

Venezuela nos interpela

Las próximas horas serán claves e inclinarán la balanza hacia el cambio pacífico o el conflicto violento. Así pues, es estruendosamente bochornoso el silencio del gobierno español de ayer.

La tentación autoritaria

La tentación autoritaria

Es de gran interés ver a Pedro Sánchez explicarse ante los suyos –ante sus extremeños, ante su Parlamento y ante su propio partido– cuando le exigen que aplique ya y en serio el 155 en Cataluña. Será por la distancia que nos separa, seguramente sentimental, pero las extremeñas razones han llegado un poco debilitadas y no me sorprende por lo tanto ver a Sánchez un poco desorientado. Mientras sólo exigía la derecha todo era un ladran luego cabalgamos, pero los suyos merecen explicaciones y Sánchez se las ha dado. Les ha explicado que eso sería inconstitucional. Que la ley es la misma pero la situación no. Y lo ha hecho con buena parte de razón. Antes se podía justificar el 155 porque se trataba de restablecer la legalidad mientras ahora no se puede porque el gobierno catalán está incómoda pero plenamente instalado en la Ley y en la Autonomía. 

Trump y el futuro de la derecha

Trump y el futuro de la derecha

Generalmente se pensaba que los populistas, una vez alcanzado el poder, no podrían cumplir sus promesas o implosionarían por sus contradicciones. No está siendo así en Italia y tampoco es el caso de Donald Trump en sus dos primeros años como presidente de los Estados Unidos. A Trump no le ha temblado el pulso para alterar el orden liberal internacional amenazando a China, por sus abusos comerciales, con una guerra de aranceles. Tampoco ha dudado a la hora de poner en riesgo el atlantismo, cumpliendo el deseo de parte de la izquierda europea de enterrar el TTIP y exigiendo un mayor compromiso presupuestario a sus socios en la OTAN. Y esa misma actitud le ha servido para redefinir el NAFTA.

En el marco mental de TV3

En el marco mental de TV3

La república no existeix, idiota, pero el nacionalismo violento actúa con tal impunidad en Cataluña que parece que el Estado tampoco. Ataques a las sedes de los partidos de la oposición, intentos de asalto al Parlament, amenazas a jueces, ataques a agentes policiales, totalización del espacio público con simbología partidista y ocupación de infraestructuras, vulnerando el derecho a la movilidad e, incluso, provocando heridos, son acciones de radicales.

¿Quién tiene miedo?

¿Quién tiene miedo?

“Los catalanes hemos perdido el miedo. Los eslovenos decidieron tirar adelante con todas las consecuencias. Hagamos como ellos y estemos dispuestos a todo para ser libres”. Estas palabras confirman que Torra es a la decencia lo que Valtònyc es al arte. La irresponsabilidad es de tal calibre que hasta los más exasperantes esnobs de la equidistancia han puesto el grito en el cielo. Sin embargo, los calificativos más gruesos contra el actual presidente de la Generalitat provienen de dirigentes de Esquerra Republicana, eso sí, susurrados en privado.

Hacia abajo

Hacia abajo

En las librerías hay estantes copados por un renovado género: el terror politológico. Cómo mueren las democracias, La edad de la ira, La gran degeneración, El pueblo contra la democracia, Fascismo… y me temo que a los autores de estos libros no les falta razón en el análisis. A pesar de que cualquier tiempo pasado nos parece mejor, la erosión de las virtudes cívicas y el auge de opciones populistas son hoy una realidad a la que deberíamos atender. La consciencia es la antesala del compromiso individual. Y es que, entre las soluciones que se proponen, hay una que depende únicamente de cada uno de nosotros. Es una de las lecciones de Timothy Snyder en su obra titulada, cómo no, Sobre la tiranía (Ed. Galaxia Gutenberg). “Haz un esfuerzo por distanciarte de Internet. Lee libros”.

Pasión liberal-conservadora

Pasión liberal-conservadora

“Yo sí quiero presidir el Partido Popular”. Y la fuerza de la audacia brilló en la oscuridad en la que se había sumido el partido tras la moción de censura. “No hay que esperar a que venga el futuro. Hay que salir a conquistarlo”. Y esa ilusión empezó a germinar en unos afiliados necesitados de escuchar que sus ideas son tan buenas que merecen ser defendidas sin complejos. En la presentación de su candidatura Pablo Casado ganó la batalla emocional. Aquel día pocos confiaban en su victoria, pero éste no era un proceso congresual como los de antes.

Un partido con ideas

Un partido con ideas

Las pócimas mágicas son tóxicas en las sociedades complejas. Retos como el demográfico o el cambio tecnológico no solo van a tensionar el Estado del bienestar y el mercado laboral, sino también los sistemas de gobierno en todo el mundo. Sociedades cada día más expuestas a vaivenes externos al Estado-nación y también más inseguras, fragmentadas y polarizadas son presa fácil de los maestros de la demagogia y de las políticas de identidad, aquéllas que ofrecen un enemigo antes que una solución. No es banal, pues, la decisión que van a tomar los afiliados del principal partido político de España. No se trata sólo de regenerar, ya que el cambio por el cambio no tiene ningún valor moral, ni ideológico. Se trata de elegir un líder y, sabiendo que los liderazgos introducen valores y modifican culturas en las organizaciones, la responsabilidad que deben asumir los afiliados del Partido Popular no es menor: elegir un presidente que entienda que en los partidos modernos es tan importante la experiencia política como la profesionalidad en el análisis y la comunicación, que las bases son clave en la penetración social y que la autoridad moral requiere ejemplaridad y proyecto de futuro.

Revolucionarios, rebeldes y cruces amarillas

Revolucionarios, rebeldes y cruces amarillas

Algo sabe de psicología revolucionaria Gero von Randow, quien en su juventud fue un excitado radical izquierdista. Sabe, y lo explica bien en Revoluciones (Ed. Turner), que éstas son una forma de vivir que siempre acaba en decepción. Sabe que “todavía no se ha producido ninguna revolución cuyo resultado no haya sido una nueva dominación”. Nunca consiguen la igualdad prometida, sino un nuevo reparto de privilegios. Así, no es de extrañar que sea una constante que, tras su triunfo, el revolucionario profesional se apropie del más bello o imponente palacio para ejercer su nueva rutina. El chalé con piscina y casa de invitados es un simple aperitivo que nos demuestra que tras la apariencia de sentimientos igualitarios solo hay esa envidia que don Quijote despreciaba como “carcoma de las virtudes”.

Después del 155

Después del 155

La semana pasada se cumplió medio año de la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Tras rozar el conflicto civil, el anuncio del presidente Rajoy supuso un alivio -también para muchos independentistas-. El cese de todo un gobierno autonómico y de decenas de cargos no ha alterado el funcionamiento de la administración. Los servicios públicos funcionan como siempre. Y se paga en menos tiempo. Por otra parte, la convocatoria de elecciones pilló a contrapié a los partidos independentistas que se presentaron a la contienda con dos promesas: la liberación de los políticos encarcelados y el fin de la aplicación del artículo 155.

Empatías

Empatías

Esperaban una cascada de reconocimientos internacionales y se han encontrado con algún reconocimiento, implícito y con la boca pequeña, del fracaso del proceso separatista por parte de algunos de sus protagonistas. Se ensimismaron en su lucha contra el Estado de derecho y olvidaron los sentimientos y los intereses de sus conciudadanos. El estropicio parece obvio, pero el atrincheramiento de una parte no pequeña del independentismo en un búnker cognitivo es notable. La frustración les hace aún más impermeables. Lo que nos indica que el problema entre catalanes no va a solucionarse en los próximos meses. Va para largo y los giros sentimentales no ayudan. Ahora se trata de exigir a todo el mundo empatía y solidaridad con los políticos fugados o encarcelados.

Zweig procesado

Zweig procesado

Desde hace siglos sabemos que aquellos que atentan contra la libertad, la democracia o la cultura lo suelen hacer en el nombre de estas, ya que cuando las palabras pierden su significado, los demagogos toman el poder. Así, el independentismo catalán logró, en su momento, disfrazar con ropajes democráticos lo que iba a ser un asalto a los derechos y las libertades de todos los catalanes. Y en eso siguen cuando nos pretenden vender su localismo iliberal con envoltorios cosmopolitas o humanistas.

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