Enrique Vila-Matas: "No creo en la originalidad"
Hablamos con el autor barcelonés, que presenta ‘Esta bruma insensata’, una novela sobre la convivencia fratricida entre querer y no querer escribir
Hablamos con el autor barcelonés, que presenta ‘Esta bruma insensata’, una novela sobre la convivencia fratricida entre querer y no querer escribir
No hay presencia más avasalladora que la de los maestros. Por eso yo alterno la lectura de los míos con etapas de sana ventilación, oreando lo leído. De lo contrario, esa mano amiga sobre el hombro correría el riesgo de convertirse en una chepa intumescente. Frecuentarlos con cautela y la debida distancia es prescripción ineludible de esa tentativa, tan vieja como el mundo, que consiste en matar al padre. De esto, y de otras muchas cosas, va Un episodio nacional (Espasa), el último libro de Carlos Mayoral (Villaviciosa de Odón, 1986).
No hay presencia más avasalladora que la de los maestros. Por eso yo alterno la lectura de los míos con etapas de sana ventilación, oreando lo leído. De lo contrario, esa mano amiga sobre el hombro correría el riesgo de convertirse en una chepa intumescente. Frecuentarlos con cautela y la debida distancia es prescripción ineludible de esa tentativa, tan vieja como el mundo, que consiste en matar al padre. De esto, y de otras muchas cosas, va Un episodio nacional (Espasa), el último libro de Carlos Mayoral (Villaviciosa de Odón, 1986).
‘El nenúfar y la araña’ (Editorial Tránsito, 2019) es una descarnada y poética autobiografía de la escritora Claire Legendre sobre el miedo y la necesidad de control.
Hasta ahora, la barrera entre estos libros y la llamada literatura de calidad estaba clara
Aixa de la Cruz cuenta en ‘Cambiar de idea’ (Caballo de Troya, 2019) cómo renegó de ser mujer en su infancia, cómo silenció conductas machistas y trató mal a algunas mujeres hasta que abrazó el feminismo.
El título de este artículo procede de un poema de Elvira Daudet. El verso en cuestión reza: «Mas no temas, los bárbaros no vienen / ya están aquí, sois vosotros». Lo descubrí al leer Paraíso imperfecto, la tercera novela de Juan Laborda Barceló, en cuyo frontis figura. No dejé de darle vueltas. Cuando, meses después, leí el gran ensayo de Laborda En guerra con los berberiscos, abrigué la intuición de que estos, los berberiscos, que vivían extramuros de los límites fronterizos del imperio español, representaban el mismo papel que aquellos que en la antigua Roma habrían recibido el nombre de bárbaros.
Susan Orlean acaba de publicar ‘La biblioteca en llamas’ (ed.Temas de Hoy), la fascinante historia de un millón de libros quemados.
El libro de Sergio González Ausina Última carta. Un suicidio en mi familia (Deliberar) me recordó que el asunto más crucial del que debe ocuparse un escritor suele estar bien a mano. Yo sé que ha de llegar el día en que me ponga a la tarea, y que todo lo que he ido publicando hasta ahora es una antología del disimulo. También sé que cuando me enfrente a ello tendré más mimbres, y que acaso el tiempo haya depurado la memoria de indeseables truculencias. Un recuerdo alisado. Pero no me engaño: si postergo el encuentro es por cobardía. Y Sergio es un valiente, un periodista de fuste que en lugar de vadear torpemente la cuestión, resolvió batirse con ella. La cuestión, por ir iluminando su hazaña, es su familia. La familia muerta y la familia viva, que es el único vehículo para llegar a la primera y la peor de las compañías para hacerlo.
En sus pasos previos al gabinete de Cultura en Guinea Ecuatorial, se convirtió en Secretaria de Estado de Cultura (2009-2012) y Directora General de Bibliotecas y Museos (2008-2009), pero fue en octubre de 2017 que llegó a ocupar el puesto más importante de su vida: ser madre.
‘La sonrisa de los pájaros’ es una novela acerca de cómo construimos constantemente ficciones que salvan y que condenan.
Desde que hace cuatro milenios un babilonio desconocido soñase con detener el goteo de la clepsidra, la tentativa de detener el tiempo ha acompañado al ser humano
Desde que hace cuatro milenios un babilonio desconocido soñase con detener el goteo de la clepsidra, la tentativa de detener el tiempo ha acompañado al ser humano
Los libros escritos en castellano son los más traducidos en Estados Unidos por primera vez, tal y como desvela Publishers Weekly. Los datos de 2018, recopilados en esta base de datos, desvelan que nuestro idioma ya está por delante del francés, que ha sido tradicionalmente el más traducido en el país norteamericano. Junto a estos dos idiomas solía destacar el alemán, pero el año pasado quedó rezagado. Así, en 2018 se tradujeron 101 libros del español, 97 del francés y 53 del alemán.
“Es un festival hecho con cariño y pasión”, me dice Juan Insua sobre Kosmopolis, el festival que creó en 2002 en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB), de la mano del en aquel entonces director del centro, Josep Ramoneda.
En el campo literario no suelen producirse milagros (lo que es una lastima), pero abundan los fenómenos asombrosos. Cada uno tendrá sus favoritos, el mío va variando según los meses: ¿el fenómeno de la poesía polaca? ¿el surgimiento de la novela rusa? ¿la efervescencia de pensamiento que inundó Francia los años previos a la revolución? ¿Goethe? Pero en toda esta fluctuación siempre encuentro una constante de asombro y maravilla: el espacio literario británico que empieza a gestarse tras la coronación de la reina Isabel y que no deja de adensarse y al mismo tiempo de volverse más y más sutil hasta bien entrado en siglo XX; la constatación de que no solo cada década de este periodo ha contado por lo menos con dos novelistas extraordinarios (algo ya de por sí complicado de conseguir) sino un insólito “nivel medio”, que destaca por su abundancia y su originalidad. Pensemos en escritores como E. M. Forster, Orwell, Drabble, R. Hughes, Waugh… todos ellos muy leídos en su tiempo, reeditados o recuperados en nuestro país con éxito… Y que escriben de espaldas a los lugares comunes y a los discursos ya conocidos. ¿De dónde sacaban tanto atrevimiento? ¿Cómo les podía ir bien?
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo
Las obras completas de G.K. Chesterton en inglés suman casi 40 volúmenes con más de 20.000 páginas y son «incompletas» porque no están todos sus artículos, de los cuales ahora se publicarán en España 1.535 en 20 volúmenes, el primero de los cuales, El fin de una época, acaba de ver la luz.
“Los compañeros no nos dieron elección y nosotras decidimos cambiar nuestras vidas antes de cambiar el mundo”. —Suceso Portales
Contaba con seis o siete años cuando, viéndome enseñoreado en el catre entre libros y cómics, me sentí invencible, inexpugnable, plenipotenciario. Desde entonces lo he sabido: leer en la cama nos convierte en dioses.
Contaba con seis o siete años cuando, viéndome enseñoreado en el catre entre libros y cómics, me sentí invencible, inexpugnable, plenipotenciario. Desde entonces lo he sabido: leer en la cama nos convierte en dioses.
El ayuntamiento valora al editor catalán como «un referente para todos los que aman la cultura»
Lola Vendetta nació hace cinco años y desde entonces —katana en mano— se abre paso en el mundo de los feminismos ilustrados
El presidente del Gobierno ha presentado el primer libro que publica un presidente desde la Moncloa, ‘Manual de resistencia’, en un acto en el que ha participado en un debate moderado por Mercedes Milá
«Reconciliación nacional» era el eslogan que enarbolaba el PCE cuando, en un informe interno, hizo constar lo que sigue: aunque la República representara los intereses del pueblo, no podía negarse que los campesinos castellanos, navarros o andaluces que se habían sumado al bando de Franco también eran pueblo. Una verdad de Pero Grullo que escondía una advertencia ineludible. Corría el año 1956 y era bien sabido (¡a la fuerza ahorcan!) lo que sucede cuando se levanta un proyecto común excluyendo a la mitad de la población.
«Reconciliación nacional» era el eslogan que enarbolaba el PCE cuando, en un informe interno, hizo constar lo que sigue: aunque la República representara los intereses del pueblo, no podía negarse que los campesinos castellanos, navarros o andaluces que se habían sumado al bando de Franco también eran pueblo. Una verdad de Pero Grullo que escondía una advertencia ineludible. Corría el año 1956 y era bien sabido (¡a la fuerza ahorcan!) lo que sucede cuando se levanta un proyecto común excluyendo a la mitad de la población.
El sector editorial independiente se resiste a morir en España. Tiempo de editores, la asociación de Dos Bigotes, La Navaja Suiza y Mármara, se ha convertido en el ejemplo de que las simbiosis son la mejor forma de cobrar cuerpo y fuerza en un mercado dominado por dos gigantes: Planeta y Penguin Random House. Este martes, sus editores han celebrado un encuentro con la prensa en el acogedor Café Valentina, en el barrio madrileño de Chueca, para presentar su proyecto y anunciar las publicaciones que están por venir en 2019.
Albert Lladó propone en La mirada lúcida (@AnagramaEditor) un periodismo que narre, que convierta las noticias en acontecimientos y en experiencias, un periodismo que ponga el foco más allá de los hechos de agenda.
“La mentalidad armenia –escribe Virginia Mendoza- de cara al desconocido: llénale la barriga y ya te dirá a qué viene”.
Si queda algún krausista en España no es debido al mediocrón de Krause, filósofo de medio pelo, ni a sus tristes y cejijuntos discípulos españoles, sino al periodista austríaco Karl Kraus, verso suelto de la imperial y decadente Kakania. Siempre a contracorriente, ajeno a escuelas y cuadrillas, cuesta resistirse al encanto del autor de Die Fackel. Tal y como lo retrata Miguel Ángel Aguilar en el prólogo a Contra los periodistas, sagaz libro de aforismos reeditado por Taurus, «es amigo de Schonberg, sin defender el dodecafonismo; admira a Brecht, pero no comparte su credo socialista; se entiende bien con Freud, aunque haga escarnio de las secuelas consumistas del psicoanálisis».
Si queda algún krausista en España no es debido al mediocrón de Krause, filósofo de medio pelo, ni a sus tristes y cejijuntos discípulos españoles, sino al periodista austríaco Karl Kraus, verso suelto de la imperial y decadente Kakania. Siempre a contracorriente, ajeno a escuelas y cuadrillas, cuesta resistirse al encanto del autor de Die Fackel. Tal y como lo retrata Miguel Ángel Aguilar en el prólogo a Contra los periodistas, sagaz libro de aforismos reeditado por Taurus, «es amigo de Schonberg, sin defender el dodecafonismo; admira a Brecht, pero no comparte su credo socialista; se entiende bien con Freud, aunque haga escarnio de las secuelas consumistas del psicoanálisis».
¿A tu invierno le hace falta algo de verde? Estos libros te ayudarán a hacer un poco de fotosíntesis y te contarán maravillas acerca de las plantas.
Qué fácil es educar a los hijos de los demás. Sus niños siempre son ruidosos porque nadie les ha puesto límites, o no saludan porque sus padres no les han inculcado buena educación. Otros escritores de éxito escriben libros de éxito porque se pliegan a los gustos de la masa, o escriben libros de no-éxito porque pretenden ser puros e intelectuales. Un amigo es puntilloso, demasiado, y quizá lo es demasiado porque obviamente, nosotros lo somos demasiado poco.
Esta semana se ha conocido el cierre de dos librerías de reconocido prestigio: por un lado, la aragonesa «Los portadores de sueños», que no pudo aguantar el tirón de las nuevas tecnologías; por otro, la librería «Nicolás Moya», la más antigua de Madrid, que tampoco pudo resistir más y colgó el horrendo «Liquidación por cese de actividad».
Uno de los temas cruciales de nuestro tiempo político es el del encaje entre liberalismo progresista y conservadurismo. Ambas tradiciones –si se las toma con algún rigor intelectual- son incompatibles a nivel de principios filosóficos, aunque pueden encontrar puntos de encuentro en la praxis política e institucional del liberalismo constitucionalista.
Comenzaron a llamarlo novela negra porque los libros siempre venían en tapas negras. La historia se remonta a la revista Black Mask y, por supuesto, la colección especializada de Gallimard. Pero fue Raymond Chandler, maestro de maestros, quien terminó de acuñarle el apodo en un ensayo. Si los editores compraron el concepto fue porque sus personajes son los más oscuros. En la frontera entre el bien y el mal navega la novela negra. Ilaria Tuti es la última noticia feliz para el género con su primera novela –Flores sobre el infierno (Alfaguara)–, que ya tiene una adaptación cinematográfica en camino. Una historia que ocurre entre las montañas alpinas de Italia y cuenta con los atributos esenciales del género –todo parte del hallazgo de un cuerpo con el rostro devastado, las cuencas de los ojos vacías– y una sorpresa de peso: entre sus páginas hay musicalidad y palabras escogidas con mimo, hay un cuidado de la prosa más allá de la narración efectiva de los hechos.
Su periódico local quería suprimir la crítica literaria para reducir gastos, pero el escritor Stephen King ha logrado, con unos pocos tuits, salvar la sección amenazada, una victoria para el literato en la lucha por la supervivencia que sostienen muchos medios estadounidenses golpeados por la crisis. La historia comenzó el viernes cuando Stephen King, maestro de la literatura de terror y fantástica, anunció que The Portland Press Herald, uno de los principales diarios de Maine, donde él vive, iba a eliminar la sección dominical dedicada a los libros que tienen alguna relación con este pequeño estado fronterizo de Canadá.
Son tantas las cosas que se cuentan de John O’Hara (1905, Pensilvania; 1970, Nueva Jersey), es tan poderosa su personalidad, que es fácil caer en la tentación de hablar más de su vida que de su obra. O’Hara es uno de esos escritores atormentados y siempre acompañados por su leyenda. Bebía, claro. Preferiblemente whisky. Solo cuando lograba dominar sus resacas se sentaba a escribir, si es que antes no se había metido en alguna pelea.
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