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Rafael Moneo, toda una vida reunida en el Thyssen

Rafael Moneo recuerda los tiempos en que dibujar era construir. Fueron cuatrocientos años de tradición los que se vinieron abajo cuando las técnicas se modernizaron, tomadas por lo digital, y fue disipándose el viejo arte del lápiz y el papel. Moneo conserva el espíritu de los tiempos y muestra la obra de su vida en una exposición, Rafael Moneo: Una reflexión teórica desde la profesión, que abre mañana sus puertas en el Museo Thyssen-Bornemisza, en Madrid.

Rafael Moneo, toda una vida reunida en el Thyssen

Rafael Moneo recuerda los tiempos en que dibujar era construir. Fueron cuatrocientos años de tradición los que se vinieron abajo cuando las técnicas se modernizaron, tomadas por lo digital, y fue disipándose el viejo arte del lápiz y el papel. Moneo conserva el espíritu de esos tiempos y muestra la obra de su vida en la exposición, Rafael Moneo: Una reflexión teórica desde la profesión’ que abre este martes sus puertas en el Museo Thyssen-Bornemisza, en Madrid.

«Me encuentro rodeado de mi vida misma», decía esta mañana en una entrevista para Televisión Española. La muestra recoge sus distintas etapas, desde su juventud hasta hoy, a un mes de sus 80 cumpleaños. El recorrido se inicia en sus años de formación, que nos conducen a los sesenta, aquella década en que formó parte de lo que se conocía como Escuela de Madrid, un movimiento ávido de innovaciones artísticas. Moneo, que de bien joven dudó en volcarse en el arte, se decantó finalmente por la arquitectura. En estos años dibujó bocetos que luego presentó a concurso, como la Plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela, en 1962; la Ópera de Madrid, en 1964; o las Escuelas en Tudela, Navarra, entre 1966 y 1971.

Rafael Moneo, toda una vida
Perspectiva a mano alzada de la Ópera de Madrid, 1962. | Fuente: Fundación Barrié

 

Puede establecerse en 1970, con su proyecto para la Cátedra de Elementos de Composición de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, el comienzo de una nueva etapa más madura donde el reconocimiento de la Historia que le precede se palpa en su trabajo. Esto significa un alejamiento de los principios de la Escuela de Madrid y, del mismo modo, un reforzamiento de su visión integradora de la arquitectura en la ciudad. Algunos ejemplos son sus diseños para la construcción del edificio madrileño de Bankinter (1972-1976) y el Ayuntamiento de Logroño (1973-1981).

Luego llegó su expansión internacional, cuando el arquitecto entusiasta se afianzó en Estados Unidos y aceptó dar clases de Arquitectura en la Cooper Union y la Universidad de Princeton. Los últimos años de los setenta fueron agitados en lo creativo y, con la entrada en los ochenta, Moneo creó algunos de los edificios que más aplausos han arrancado. En esta etapa realizó la ampliación del Banco de España en Madrid (1978-1980), y la construcción del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida (1980-1986).

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Una sala del Museo Nacional de Arte Romano de Mérida. | Foto: Michael Moran/OTTO

 

En 1985, Moneo fue nombrado director del Departamento de Arquitectura de Harvard y se trasladó a vivir a Cambridge, Massachusetts, donde permaneció hasta 1990. Con su consagración llegaron multitud de encargos procedentes de España, como la estación de trenes de Atocha (1984-1992); L´Illa Diagonal de Barcelona (1987-1994); el Palacio de Kursaal de San Sebastián (1990-1999); la Fundación Joan y Pilar Miró en Palma de Mallorca (1987-1992); o l’Auditori de Barcelona (1987-1999).

Los proyectos constantes en España le forzaron a regresar, diciendo un adiós doloroso a Harvard. Fue en 1996 cuando recibió la mayor distinción arquitectónica, el premio Pritzker, considerado el Nobel de Arquitectura. Era 1996. Con el transcurso del tiempo fue afianzando la convicción de que un edificio no tiene sentido si no se atiende al contexto urbano en que se concibe. Proyectos como el Museo de Arte Moderno y Arquitectura de Estocolmo (1991-1998); el Museo de Bellas Artes Audrey Jones Beck, en Houston (1992-2000); la Catedral de Nuestra Señora de Los Ángeles (1996-2002); o la Ampliación del Museo del Prado (1998-2007), así lo corroboran.

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Maqueta de la Catedral de Nuestra Señora de Los
Ángeles. | Fuente: Fundación Barrié

 

La entrada del siglo XXI trajo consigo nuevos elogios y reconocimientos a toda una vida profesional, como la concesión de la Medalla de Oro de la RIBA (2003) o el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2012). En este periodo también construyó el edificio LISE para la Universidad de Harvard (2000_2007) y el edificio de los Laboratorios de la Universidad de Columbia (2005-2010). Esta vocación a la que ha dedicado su tiempo se aprecia ahora en una muestra que permanecerá abierta hasta el próximo 11 de junio, comprimiendo en unos cuantos metros cuadrados la inspiración infinita de uno de los grandes arquitectos de nuestro país.

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