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"Si los 'dreamers' fueran noruegos y no latinos, las deportaciones no se aplicarían"

Hablamos de la situación actual de los dreamers con Héctor E. Sánchez Barba, uno de los líderes latinos más importantes de Estados Unidos.

«Si los ‘dreamers’ fueran noruegos y no latinos, las deportaciones no se aplicarían»

Hay un grupo de unas 800.000 personas en Estados Unidos cuyos derechos se verán menoscabados en menos de cuatro meses. Donald Trump ha decidido acabar con el programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia), aprobado por Barack Obama en 2012, y que daba estatus legal temporal a los inmigrantes indocumentados que llegaron con sus padres a Estados Unidos cuando eran niños. Estos niños, hoy jóvenes de entre 20 y 30 años, son los conocidos como dreamers.

Así, desde que Trump anunciara el fin de este programa, que entrará en vigor el próximo 5 de marzo de 2018, las batallas legales se suceden en el Congreso para que aprueben la propuesta de ley Dream Act, un proyecto legislativo bipartidista, que se debatió en el congreso estadounidense, junto a la Reforma migratoria, que abriría un camino hacia la ciudadanía estadounidense a estudiantes indocumentados que hubiesen llegado a Estados Unidos siendo menores de edad. Una propuesta de ley que lleva 12 años en estudio.

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Dreamers participan en una manifestación para que se apruebe la ley Dream Act, Washington. | Foto: Joshua Roberts/Reuters

Una de las figuras claves en esta batalla por defender los derechos laborales, humanos y civiles de la comunidad hispana es Héctor E. Sánchez Barba, uno de los líderes latinos más importantes de Estados Unidos y presidente de la Agenda Nacional de Liderazgo Hispano (NHLA), una coalición integrada por las 40 principales organizaciones latinas nacionales, además de director ejecutivo del Consejo Sindical para el Avance del Trabajador Latinoamericano (LCLAA). «En la historia de Estados Unidos ha habido muchos presidentes racistas, pero ninguno como Trump. Él es abiertamente racista», apunta a The Objective el líder latino antes de dar una conferencia en Casa América, quien también asegura que Donald Trump es el único presidente con el que no han conseguido reunirse. «Es una de las personas mas ignorantes en temas de política en la historia del país», agrega, «pero se ha armado de un grupo de personas que entiende el Congreso a la perfección, eso sí: todas estas voces son extremistas«.

Para Barba, que nació en México, concretamente en la ciudad de Celaya, en el estado de Guanajuato, y que cruzó hace algunas décadas la frontera que ahora Trump quiere tapiar con un muro de cemento, el fin de DACA  es claramente una cuestión racista. «Si los dreamers fuesen noruegos y no latinos DACA no se aplicaría», apunta. Y es que para el presidente de NHLA esto es un reflejo más de que el mandatario americano «va a cumplir toda la locura que prometió, destruyendo lo construido durante tanto tiempo».

 

«Trump representa una crisis mundial que va a desbastar muchas cosas»

 

El futuro de los dreamers es ahora toda una incógnita, porque a partir del próximo 5 de noviembre unas 800.000 personas «entrarán en una burbuja», volverán a salir del estatus legal y volverán a la categoría de indocumentados. A partir de ese momento, miles de jóvenes bien formados, que hablan un perfecto inglés, con carreras universitarias y con trabajos en los diferentes sectores que ofrece el mercado estadounidense perderán sus puestos de trabajo y, en el peor de los casos, serán deportados a sus países de origen, la mayoría destinos con altos niveles de pobreza, desempleo y delincuencia, como puede ser México, de donde proceden la mayoría de estos jóvenes.

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Defensores de los derechos de los inmigrantes sostienen pancartas que piden la aprobación de la ley Dream Act, Miami | Foto: Lynne Sladky/AP

Así, las razones para impedir que esto suceda son tan morales como económicas, porque según un análisis del Center for American Progres (CAP), si los jóvenes acogidos a DACA perdieran sus permisos de trabajo y empleos, el Producto Interno Bruto (PIB) se reduciría en 433.400 millones de dólares en los siguientes 10 años. Pero más allá de los 800.000 dreamers amparados por DACA, si consiguen aprobar la ley Dream Act, 1,9 millones de trabajadores emprenderían un camino hacia el estatus legal, lo que añadiría un total de 22,7 mil millones de dólares anuales al PIB del país. Para Héctor Sánchez Barba, «acabar con DACA y no aprobar el Dream Act sería un golpe muy serio a la economía nacional. Ellos pagan impuestos, contribuyen al estado, compran casas, coches, son un espacio muy importante para la economía del país».

Por otro lado, el presidente y directivo de NHLA y LCLAA destaca el caballo de batalla de los grupos migratorios. «En la comunidad latina hay mucha sed de participación. Las movilizaciones que están teniendo lugar ahora son comparables a las que veíamos en los 60 llevadas a cabo por la población negra y afroamericana».

Los dreamers están escribiendo así un nuevo capítulo de la historia de Estados Unidos. Un asunto de elevada carga política, económica y social que corre el riesgo de girarse en contra de Trump.

 

 

 

 

 

 

 

 

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