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'Un día más con vida', la película sobre Kapuściński y una Angola devastada por la guerra

Angola, agosto de 1975: Ryszard Kapuściński aterriza en Luanda, donde los ciudadanos portugueses abandonan a toda prisa los distritos más glamurosos, mientras la guerra por el poder en el futuro Estado soberano africano se recrudece por momentos, sembrando el caos, la desolación y la muerte.

‘Un día más con vida’, la película sobre Kapuściński y una Angola devastada por la guerra

Angola, agosto de 1975: Ryszard Kapuściński aterrizó en Luanda, donde los ciudadanos portugueses abandonaron a toda prisa los distritos más glamurosos, mientras la guerra por el poder en el futuro Estado soberano africano se recrudecía por momentos, sembrando el caos, la desolación y la muerte. La Revolución de los Claveles –25 de abril de 1974– supuso la restauración de la democracia en Portugal y marcó el fin del colonialismo luso. En el caso de Angola, que llevaba luchando contra las tropas invasoras desde 1961, su independencia le llegó el 11 de noviembre de 1975. De esa experiencia de tres meses nació un año después Un día más con vida, el mejor libro de Kapuściński –tal y como él mismo aseguró–, una conmovedora historia que ahora llega a la gran pantalla de la mano del director navarro Raúl de la Fuente.

 

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Las pertenencias personales de ciudadanos portugueses que abandonan la antigua colonia Angola se encuentran abandonadas en el borde del aeropuerto de Luanda, el 27 de octubre de 1975. | Foto: Horst Faas/AP Photo

La película de animación con imagen real se basa en el libro de Kapuściński, un reportero polaco, idealista y amigo de las causas perdidas que en 1975 viaja a Angola, el último campo de batalla de la guerra fría. Ese libro fue algo muy especial para el mismo Kapuściński, que llegó a asegurar que «Un día más con vida no es un libro sobre la guerra, no habla de facciones en guerra, sino más bien del sentimiento de pérdida, de lo desconocido, de la incertidumbre sobre el propio destino».

Para entender los hechos que Kapuściński narra en Un día más con vida se hace necesario conocer el contexto. Angola tenía que encontrar su propio camino en la nueva realidad poscolonial. Todas las diferencias locales, los conflictos y las relaciones seguían eclipsadas por la guerra fría.

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Kapuściński y milicianos cubanos en Angola.

Después de Corea y Vietnam, pero antes de Afganistán, Angola fue un campo de batalla alternativo para los poderes mundiales. Tanto los americanos como los soviéticos estuvieron activamente involucrados en las hostilidades. Incluso naciones como Cuba enviaron un contingente de tropas para fomentar la revolución comunista, mientras los militares sudafricanos, apoyados por EEUU, permanecían en la frontera sur, dispuestos a invadir Angola en el momento menos pensado.

En los últimos meses antes de la declaración de independencia, diferentes facciones del movimiento de liberación angoleño estuvieron enzarzadas en una lucha prolongada que decidiría quién iba a apoderarse de la república que estaba al caer.

Es en ese convulso instante cuando Kapuściński decidió salir de Luanda e ir más allá, a las líneas del frente de la guerra; arriesgar la vida para ser el primer periodista del mundo en enviar reportajes a diario sobre el conflicto. Pero esto, tiene un coste, y es muy alto: transitar por una zona en conflicto es como jugar una partida de la ruleta rusa: el saludo equivocado en un puesto de control puede costarte la vida.

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Para Kapuściński, la guerra en Angola pronto dejó de ser un conflicto más que cubrir y adquierió un rostro humano: el de Carlota, la orgullosa luchadora, y el del comandante Farrusco, dos de las personas a las que conoció en aquel fatídico 1975.

Fue en ese contexto en el que el reportero tuvo que lidiar con un conflicto interno: ser un observador pasivo o implicarse. Esto le llevó a cuestionarse el papel del corresponsal de guerra, a cuestionarse los límites de la imparcialidad periodística. Para contar la verdadera historia de Angola sufrió una gran transformación como ser humano y volvió a renacer: como escritor.

Kapuściński fue uno de los reporteros más famosos del mundo, testigo de numerosos golpes armados y que escapó a la muerte por ejecución en al menos un par de ocasiones. Cuando le preguntaban por su profesión, decía: «Soy un traductor de culturas». No se equivocaba, con el discurso casi poético de sus libros, su manera detallada de contar las cosas y su capacidad de elevar el género del reportaje hasta rozar el arte, consigue transportar al lector y le permite vivir, casi de primera mano, la historia que narra. Ahora, las imágenes en movimiento acompañan su prosa.

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