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Vodka sintetizada a partir de CO2 y carne hecha de aire, así es el futuro de los alimentos

Inspirados en la fotosíntesis, esta compañía neoyorquina ha desarrollado una tecnología que utiliza CO2, agua y electricidad para crear alcohol.

Vodka sintetizada a partir de CO2 y carne hecha de aire, así es el futuro de los alimentos

Sí, es posible elaborar vodka a partir de dióxido de carbono y crear alimentos con un perfil de aminoácidos comparable a la proteína de la carne a partir de los elementos presentes en el aire que respiramos. Los alimentos y bebidas del futuro prometen ser respetuosos con el ambiente y por el camino cambiar completamente el paradigma de producción. 

 

Air Co. se define en su web como una empresa tecnológica y de lifestyle basada en New York que «elabora productos que mejoran el mundo capturando el exceso de carbón del aire y transformándolo en algo de valor». Stafford Sheehan, electroquímico y co-fundador de Air Co., afirma a la Fast Company que la tecnología que han desarrollado utiliza dióxido de carbono, agua y electricidad para crear alcohol. El proceso, explica, está inspirado por el proceso de fotosíntesis en la naturaleza: «Las plantas inspiran CO2, toman agua, y usan la energía de los rayos solares para hacer cosas como azúcares y otros hidrocarbonos pesados, generando oxígeno como único residuo. Lo mismo ocurre con nuestro proceso. El único residuo es oxígeno

Imagen vía Air Company Instagram.

La compañía captura CO2 de las fábricas cercanas (mucho del vapor oportunamente proviene de la producción de alcohol), y luego dentro de su propia destilería de Brooklyn, el equipo usa electricidad para dividir el agua en hidrógeno y oxígeno. El oxígeno se emite y el hidrógeno se combina con el CO2. «Hacemos eso en un reactor con un catalizador especial que es nuestro ingrediente secreto«, explica Sheehan a Fast Company. La combinación produce alcohol y agua. El último paso es eliminar el agua por destilación. Todo el proceso, incluido el alambique, funciona con energía solar y al final su producto es carbono  negativo («carbono negativo» se denomina a aquel proceso que no sólo no emitió CO2 durante su fabricación, si no que lo absorbió).

Hacer una botella típica de vodka podría producir casi 6 kilos de gases de efecto invernadero, Air Co. en cambio elimina casi medio kilo de CO2 de la atmósfera por cada botella producida, asegura Gregory Constantine, co-fundador de Air Co. a CNBC.

La vodka Air Co., el primero de estos productos -en plural- al que hace mención la web de la compañía, ya se ha lanzado en un puñado de bares y restaurantes de New York y la botella de 750ml cuesta 65US$, según CNBC.

Imagen vía Air Company Instagram.

Air Co. no es la única compañía que, motivada de alguna manera por la emergencia climática, ha buscado la manera de crear y ser competitivos neutralizando su huella de carbono o directamente contribuyendo a reducir el CO2 del ambiente. Otro gran ejemplo es la empresa finlandesa Solar Foods, proyecto elegido por la incubadora de la Agencia Espacial Europea, que, como reporta The Guardian, ha estado produciendo alimentos sin animales ni plantas, utilizando solamente las bacterias oxidantes del hidrógeno, electricidad proveniente de paneles solares, una pequeña cantidad de agua, dióxido de carbono extraído del aire, nitrógeno y pequeñas cantidades de minerales como calcio, sodio, potasio y zinc. Los alimentos creados por Solar Foods es un 50-60% de proteínas, y el resto es carbohidratos y grasas.

«Creemos que la producción de proteínas no debe estar limitada por nuestros recursos naturales. También creemos que tampoco debería sobrecargar nuestro medio ambiente. El bioproceso de Solein produce proteínas naturales a partir de CO2, agua y electricidad. Es un proceso de fermentación completamente natural, con un producto final que se ve y sabe igual que la harina de trigo. Y lo mejor es que no se acabará», explican en su web. Solar Foods busca abrir su primera fábrica en 2021.

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Diagrama del bioproceso de Solar Foods. Imagen vía Solar Foods.

Una tecnología similar está siendo desarrollada por Kiverdi, el start-up fundado por la PhD en Física, Dr. Lisa Dyson, John Reed, también PhD del MIT,  y su equipo de científicos comprometidos con la transformación del carbono e inspirados por los reportes de los años 60 y 70 acerca de la necesidad de reciclar el CO2 del ambiente en los viajes espaciales.

Kiverdi, tiene varias divisiones, una de ellas, Air Protein, es pionera en una nueva categoría de producción de alimentos y se dedica a explorar la forma de crear una serie de productos proteicos a partir de los elementos presentes en el aire que respiramos y con un perfil de aminoácidos similar al de la carne convencional, rico en vitaminas B cruciales que son usualmente escasas en las dietas veganas, aseguran en su web.

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«El loop cerrado del ciclo del carbono: Los astronautas comen alimentos y exhalan CO2, los microbios consumen CO2 y producen alimentos». | Imagen vía Kiverdi.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) predice que los agricultores necesitarán aumentar la producción de alimentos en un 70% con solo un aumento del 5% de la tierra para satisfacer el aumento de población esperado para 2050. Kiverdi, se ofrece como parte de la solución a esa ecuación y afirma que «mediante un proceso de producción de probióticos patentado, la proteína que se encuentra en la carne a base de aire es una nueva forma de proteína sostenible creada a partir de elementos que se encuentran en el aire que respiramos. Este proceso puede producir alimentos en cuestión de horas, no meses, e independientemente de las condiciones climáticas y las estaciones. Esta nueva fuente de proteínas revolucionaria podrá hacer hamburguesas sin carne, pastas enriquecidas con proteínas, cereales, bebidas y más.»

Grandes compañías tradicionales en todos los sectores tampoco quieren quedarse atrás, bien sea porque se preocupan genuinamente por la emergencia climática o porque auguran que su compromiso ambiental puede convertirse muy pronto en un factor decisivo para la mayoría de sus clientes, de ahí que desde las aerolíneas japonesas ANA, la cadena Hyatt, pasando por Starbucks, IKEA, Nike, Samsung o Thyssen-Krupp, y gobiernos locales de ciudades entre las que se encuentran Helsinki, Rejkavik, Berlín, Portland, Curitiba y Ciudad del Cabo, han anunciado una serie de acciones -algunas más radicales que otras- para reducir el desperdicio que generan, cambiar gradualmente sus fuentes de energía, eliminar parte del plástico que emplean y en general minimizar el impacto ambiental negativo que sus actividades, hasta ahora, ocasionaban.

Algunos opinan que es muy poco, muy tarde, y otros denuncian que solo el 9% de las compañías más contaminantes del planeta se han comprometido con una reducción significativa de su impacto medioambiental alineada con la meta acordada en París. De ahí que iniciativas radicalmente innovadoras como la de Air Co., Solar Foods, y Kiverdi, entre tantas otras, resulten no solo esperanzadoras sino realmente urgentes.

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