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Cultura

Itziar Miranda: «Si a los niños no les cuentas las cosas como son, no van a aprender nunca»

Hablamos con la escritora sobre sus nuevos libros, sobre su compromiso social y sobre los niños, a los que considera que estamos sobreprotegiendo

Itziar Miranda lleva 16 años colándose en nuestras pantallas en la piel de Manuela Sanabria, uno de los personajes de la serie Amar es para siempre. Es un personaje del que está realmente orgullosa y por el que la conoce mucha gente, pero Itziar es mucho más. Además de actriz, es escritora de cuentos infantiles, y no le podría ir mejor.

Tras el éxito de su colección Miranda, en la que una niña nos acerca las vidas de mujeres con grandes papeles en la historia que han sido silenciadas durante años, ahora acaba de publicar los dos primeros cuentos de la colección Miranda y Tato (Edelvives), junto a su marido, Nacho Rubio, y su hermano, Jorge Miranda.

Esta nueva colección está centrada en los objetivos de desarrollo sostenible y en sus libros, Miranda y Tato, dos hermanos muy curiosos y comprometidos van descubriendo las realidades tan duras que viven algunas personas de su alrededor y despertando el sentimiento de ayudar a los demás. A través de ellos, los autores hablan de temas como la pobreza, el matrimonio infantil, los centros de menores, entre otras situaciones que solemos evitar hablar con los más pequeños.

Hablamos con la escritora sobre sus nuevos libros, sobre su compromiso social y sobre los niños, a los que considera que estamos sobreprotegiendo.

¿Por qué te lanzaste a escribir y por qué para niños?

La verdad es que no fue una cosa muy meditada, nos apetecía mucho a mi hermano y a mí escribir algo juntos, mi hermano acababa de terminar la carrera de Historia del Arte y nos dimos cuenta de que nadie sabía nada sobre mujeres, ni siquiera él después de acabar. Pensamos en escribir sobre estas mujeres y qué mejor que hacerlo para niños. Al final es muy difícil cambiar las tendencias y creo que solo se puede hacer a través de la educación, a través del relato cultural. Además, nos parecía muy bonito que por primera vez ellos tuvieran algo que enseñarles a los adultos, eso nos gusta mucho cuando somos pequeños. A Miranda, el personaje, le gusta mucho que le cuenten historias, más si son de verdad, y más si además sus adultos no lo saben y ella puede contarle a sus padres quién era Frida Kahlo, Marie Curie, toda su historia, o Hildegarda de Bingen, que es una mujer que les encanta a los niños aunque solo sea porque solo saben decir ellos el nombre.

A los niños les entusiasmó la colección y no solo eso, consiguieron que muchos adultos, padres, tíos suyos, o familiares o vecinos que no tenían ni siquiera hijos o sobrinos compraran la colección para ellos, así que al final tenemos un público con Miranda súper transversal, hombres, mujeres, de todas las ideologías y edades. Esto ha sido una sorpresa y esperamos que con Miranda y Tato pase lo mismo.

¿Por qué centrar los cuentos en los objetivos de desarrollo sostenible, de dónde sale la idea?

Nosotros fuimos la primera colección que salió sobre mujeres, ahora afortunadamente hay muchísimas, que además se han ido alimentando unas de otras, y de repente Miranda ha crecido, un poco como nosotros hemos crecido con Miranda, y también su preocupación y su implicación por el mundo y todo lo que le rodea. Muchos de los temas que nos apetecía abordar estaban dentro de los objetivos de desarrollo sostenible y también pensamos que hay mucha gente que habla sobre océanos y plásticos, aunque sea de una manera superficial, porque todo el mundo lo centra en la utilización de pajitas, cuando hay algo mucho más profundo. Entonces, queríamos primero profundizar en temas de los que ya se hablaba, porque parece que solo se puede hablar de reciclaje o inmigración, y luego abordar otros temas de los que nadie había hablado, como qué pasa con el tema de las infraestructuras, de las ciudades sostenibles, de cómo una zona que tiene acceso a internet, mejores carreteras y hospitales más cercanos al lugar donde viven tienen un mejor desarrollo… La agenda 2030 fue redactada por Naciones Unidas con el propósito de que todas las sociedades y que todos los países puedan emprender un camino hacia una vida mejor, y que los niños supieran sobre todos esos objetivos nos parecía delicioso, sobre todo porque serán nuestros futuros políticos, empresarios, científicos y los que realmente podrán cambiar el mundo.

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Foto: cedida por la autora

Son realidades muy duras de las que hablan los cuentos, ¿es apropiado contarle esto a los niños desde tan pequeños?

Yo creo que no hay que subestimar la inteligencia de los niños, los niños nos dan mil vueltas y con la colección Miranda nos dimos cuenta. Nosotros, o Miranda, que es nuestro alter ego, odia los eufemismos, no va con paños calientes, y creo que a los niños hay que hablarles así. Yo a mis hijas, que tienen cuatro y seis años, para hablarles de lo que es el abuso y que ellas no se enfrenten a una situación así y no sepan cómo reaccionar, les hablo sin paños calientes, les digo «nadie puede hacerte esto, nadie puede mirarte esto y nadie puede pedirte esto, y si pasa eso grita muy fuerte», lo del no es no. Creo que si a los niños no les cuentas las cosas como son, no van a aprender nunca, se van a hacer un lío y, sobre todo, creo que no hay que subestimar su inteligencia. Creemos que hay que hablar de manera profunda, de manera comprometida y que además eso es lo que le llega a los niños.

¿Estamos sobreprotegiendo a los niños?

Sin duda. Pero luego te das cuenta de que hay niños que están cambiando el mundo, el niño este alemán que decidió que mientras los adultos discuten, iba a plantar árboles y a reforestar los bosques y ya va por 500.000 árboles plantados. Si un niño de siete años puede hacer eso o Greta con la edad que tenía o cualquier otro niño tiene estas propuestas, por qué no. Los sobreprotegemos y ellos no pretenden eso. Cuando tú les cuentas bien las cosas a los niños, los niños tienen grandes ideas, les provocas muchas cosas y te sorprenden, están menos ocupados que nosotros en ese sentido.

La educación es la base para lograr el cambio y siempre nos centramos en los niños, pero ¿se nos puede educar todavía de adultos?

Yo creo que sí. Mira, con la colección Miranda nos pasaba que había muchísimas mujeres que venían a la feria del libro y nos decían cosas muy duras, como «gracias a leer la colección me he separado de mi pareja que me llevaba maltratando años, porque me he empoderado». Nos quedábamos muy sorprendidos porque ese no era el objetivo de la colección, el objetivo era empoderar a las niñas y también que los niños leyeran sobre estas mujeres y nos vieran en lugares de creación, en lugares directivos, en lugares muy importantes, las mujeres también hemos hecho cosas. Pero cuando veíamos a adultos y adultas transformarse con la colección, decíamos «es que es verdad que los problemas globales no solo necesitan de soluciones globales». Y esta colección no va solo para sensibilizar a los jóvenes, también a los no tan jóvenes. A mí me sensibilizó mucho escuchar a Jane Goodall y todo lo que hacía en el mundo. En el caso de Nacho, él estaba muy sensibilizado desde antes, por eso entró en la colección como autor con nosotros, porque estaba muy implicado y muy preocupado por muchas cosas que pasaban y decía «oye, que no se vota solo el día de las elecciones».

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Foto: Eva Cubas | The Objective

Siempre escribes con una temática social, has dado charlas sobre feminismo… ¿De dónde te viene ese lado reivindicativo?

Hace poco nos preguntaban a mi hermano y a mí que por qué escribíamos siempre de manera tan comprometida y es una cosa que te surge. Y en el tema del feminismo hay un montón de ingredientes. Uno de ellos es Manolita, mi personaje de la serie, Manuela Sanabria, que cuando empecé la serie yo tenía 25 años, ella 18, año 1936 en España, y me hizo entender mucho todo el proceso que ha tenido la mujer en nuestro país y cómo ellas, nuestras abuelas y nuestras bisabuelas, lucharon tanto para que nosotras ahora tengamos muchas libertades, y que además tenemos que seguir ese legado que nos dejaron.

Es verdad que ahora mismo no tenemos que pedirle permiso a nuestros maridos para trabajar fuera de casa, ni para sacarnos el carnet de conducir, ni para ir al banco, pero todavía estamos bajo un sistema muy patriarcal del que ni siquiera nos damos cuenta. Estamos tan desaparecidas que ni nos damos cuenta de que no existimos, que ni nos damos cuenta de que cuando acabamos el colegio o el instituto como mucho sabemos de Marie Curie, pero no sabemos de ninguna científica más, cuando ha habido miles que han hecho muchísimas cosas.

Es como esto que dicen que te pones las gafas moradas y ya todo lo ves de una manera, pues pasa lo mismo. Creo que es un compromiso que uno va adquiriendo y ya luego no puedes dejarlo, ya cada vez lo vas más importante, te implicas en más cosas. Y claro, estos libros pues de repente hablan de las colas del hambre, de centros de menores, de ablación con las niñas, de casamientos, de niños soldados, de cosas muy fuertes. Parece que son cosas de cómo le vas a contar esto a un niño, pues sí, contémosle, porque así estarán comprometidos desde pequeños y no como yo, que casi te diría que tengo este compromiso desde que tengo 30 años, no desde que tengo 12.

Hablas de feminismo, de menores no acompañados, cosas que con el panorama político de los últimos años se están convirtiendo en polémica. ¿Podemos desandar lo avanzado?

Yo estaba muy pesimista con todo esto porque me parece terrible que temas tan importantes se usen como herramienta o arma política, creo que tienen que ser temas transversales que tendrían que estar en el programa electoral de todos los partidos. Pero hace mucho tiempo que pensé que cambiar las leyes es muy importante, porque nos tienen que ayudar a avanzar, pero que también podemos hacer muchas cosas mientras ellos se pelean por el poder. Yo estaba muy decepcionada y descreída, pero hablando con el padre Ángel, que es uno de los colaboradores del libro, y hablando con gente muy interesante, con gente del instituto de Jane Goodall y con mucha más gente, veo que es gente optimista, que además están ahí en primera línea de fuego. Yo les preguntaba que de dónde sacaban ese optimismo con el panorama y con estos tiempos en los que nos ha tocado vivir y me decían que en realidad siempre vamos para delante, siempre avanzamos. Entonces he empezado a pensar que cuando yo escribí la colección Miranda casi no podía decir que era una colección feminista porque no se entendía el término y ahora en cambio la colección la compran porque es feminista, porque ya todo el mundo sabe que el feminismo es igualdad de derechos, igualdad social, etc. Entonces, sí que me doy cuenta de que hay un avance muy grande. También es verdad que la población está más despierta, estamos más indignados, que también es bueno, entonces nos damos más cuenta de las cosas que no hacen y queremos que las leyes vayan más rápidas de lo que han ido.

En este vídeo, Itziar Miranda responde a nuestras 11 preguntas random: 

 

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