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Los gayumbos de Mike Pompeo

Trump continúa fulminando a los inspectores generales que le incomodan. El último recibió la carta de despido el viernes.

Los gayumbos de Mike Pompeo

Reuters

En línea con algunos de los mejores momentos que ha regalado al mundo la política estadounidense, el origen del último pollo que se ha montado en torno a Donald Trump apuntaba a la recogida de unos gayumbos.

Frente republicano

La historia se contó tal y como sigue: el pasado viernes el Donald despidió al inspector general del Departamento de Estado (¡nada menos!) por andar investigando si el secretario de Estado, Mike Pompeo, había utilizado a uno de sus asesores para labores domésticas tales como pasear al chucho, encargar pizzas o hacer la colada. Al parecer, cuando Pompeo se enteró de la investigación llamó a Trump para que tomase cartas en el asunto.

(Contexto: los inspectores generales deben vigilar a los principales representantes del gobierno y asegurarse de que no abusan del cargo. Aunque teóricamente son figuras independientes, los inspectores generales más importantes –era el caso– son nombrados por el presidente tras contar con el beneplácito del Senado. Ergo también pueden ser despedidos por el presidente.)

Sin embargo, poco después se supo que el inspector general en cuestión estaba investigando más cosas. Una venta de armas al régimen saudí que había sido desautorizada previamente por el Congreso, por ejemplo. Así que hoy por hoy no está claro qué le llevó al paro; si la recogida de unos gayumbos, una venta de armas o cualquier otra pesquisa. Lo que sí sabemos es que Steve Linick, que así se llama el tipo, ya no es inspector general. Trump lo largó alegando que no contaba “con toda su confianza”. Pompeo ha reconocido que sugirió el despido de Linick, pero declaró que la sugerencia no tuvo nada que ver con las investigaciones conducidas contra su persona.

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El inspector general Steve Linick después de informar a los comités de inteligencia de la Cámara de Representantes y el Senado en el Capitolio de EE.UU. en Washington, el 2 de octubre de 2019. | Foto: Jonathan Ernst | Reuters | File Photo.

Sea como fuere, hay mucha gente indignada con la decisión de destituir a Linick. Como era de esperar, el Partido Demócrata al completo ha clamado contra el despido. Pero es que también se han escuchado voces indignadas en el Partido Republicano. Y no solo la de Mitt Romney, predecible porque el hombre no puede ni ver al Donald; también la de otros altos cargos de la formación conservadora como, por ejemplo, Charles E. Grassley. Este senador de Iowa ha exigido al presidente que explique la destitución ante el Congreso.

El enfado generalizado se entiende mejor con un dato: el damnificado es el cuarto inspector general que Trump despide en las últimas semanas. En abril ya se deshizo del encargado de vigilar a las agencias de inteligencia –el hombre permitió al Congreso embarcarse en la investigación que derivó en el famoso impeachment– y de la encargada de vigilar que el paquete de ayudas para combatir el parón económico se reparta debidamente. Y en mayo largó a Christi Grimm después de que emitiese un informe advirtiendo contra la escasez de tests para detectar el virus y la falta de mascarillas en los hospitales del país.

Parece que la destitución de Linick ha sido la gota que ha colmado la paciencia de muchos legisladores. Otra cosa es que el mosqueo que se palpa estos días en los pasillos del Capitolio se traduzca en pérdida de votos. Es poco probable.

Frente demócrata

No sabemos si es una estrategia cuidadosamente diseñada o el orden natural de las cosas, pero mientras Joe Biden sigue haciendo la del seto un viejo conocido ha decidido regresar a la primera línea de combate. Ese viejo conocido se llama Barack Obama.

Los gayumbos de Mike Pompeo
Foto: Bing Guan | Reuters.

El pasado fin de semana el ex presidente dio dos charlas virtuales a estudiantes de todo el país. En ambas Obama criticó, sin dar nombres, a “la gente que está al mando” por su incompetencia gestionando la crisis vírica. “Hacer lo que apetece, lo que hace sentir bien, lo fácil… esa es la mentalidad de un niño pequeño. Desgraciadamente, muchos de los que se hacen llamar adultos, y aquí incluyo a gente con puestos importantes, piensan de la misma forma. Por eso estamos tan jodidos”, dijo.

Algunos analistas políticos –los del New York Times entre otros– han visto en estas declaraciones indicios que apuntan a un posible rol de Obama en el gobierno de Biden. Siempre y cuando el candidato del Partido Demócrata logre ganar las elecciones de noviembre, claro.

Los comentarios de Obama, por cierto, han coincidido con el resurgimiento en las redes sociales del término Obamagate; un concepto que se puso de moda tras el asalto que sufrió el consulado estadounidense de Bengasi a finales del 2012. Aunque el término invita a pensar que Obama cometió crímenes durante el ejercicio del poder, durante años no tuvo mucho recorrido. Uno podía cruzarse con la palabrita en determinados submundos de Internet y poco más.

Hasta la llegada de Trump a la Casa Blanca.

En marzo del 2017, poco después de llegar al poder, el Donald tuiteó que durante la campaña electoral sus teléfonos habían sido pinchados. El efecto fue inmediato y la palabra Obamagate comenzó a extenderse como la pólvora en portales propagandísticos afines como Breitbart News. Ahora los partidarios del presidente lo han vuelto a recuperar tras saberse que Biden figura en la lista de personas que solicitaron a la Agencia de Seguridad Nacional revelar la identidad del militar de alta graduación que mantuvo reuniones con diplomáticos rusos. Resulta que ese militar no era otro que Michael Flynn, el entonces asesor de seguridad de Trump.

Para muchos todo esto del Obamagate sigue siendo una teoría de la conspiración de lo más absurda. Hay otros, empero, que sostienen que incluso sin ilegalidades de por medio lo de Biden estuvo feo. Y luego están, claro, los que siguen pensando que Obama es el mayor enemigo del pueblo estadounidense. Resumiendo: si Obama sigue cobrando protagonismo en esta campaña, y es probable, puede que tengamos Obamagate para rato.

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