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Buena suerte, Joe

«Unidad» le promete Biden en su primer discurso como presidente elegido a un Estados Unidos cada vez más polarizado

Buena suerte, Joe

Jonathan Ernst | Reuters

– Jajajaja. Pero qué está pasando, Borja.

La frase me llegó por WhatsApp antes de ayer. Era de un amigo al que nunca le ha interesado la política estadounidense pero que movido por la creencia de que sus procesos electorales nos afectan a todos decidió dedicar el Día de la Almudena, festivo en Madrid, a informarse de lo que había ocurrido allende los mares.

Flipó, claro.

Por un lado, confirmó lo que había escuchado de pasada un par de días antes: que Joe Biden ha ganado las elecciones. Acto seguido, sin embargo, se topó con lo dicho por Donald Trump: que Biden no ha ganado –es decir: que él no ha perdido– porque las elecciones han sido un fraude. A continuación pinchó en una noticia que subrayaba la cantidad de líderes –Boris Johnson, aliado de Trump, incluido– que han felicitado a Biden por su victoria. Luego recaló en un artículo que explicaba que, muy probablemente, habrá que recontar los votos en algunos estados clave como Georgia y Pensilvania. Finalmente, este amigo se metió en una fuente que considera fiable, el New York Times, solo para darse de bruces con un mapa electoral incompleto. Según el Times, aunque la suma de lo que ya se sabe convierte en ganador a Biden, todavía faltan cuatro estados por confirmar: Arizona, Georgia, Carolina del Norte y Alaska.

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Un hombre en Bahrain también lee las noticias de la elección de Kamala Harris. | Foto: Hamad I Mohammed | Reuters.

Es entonces cuando me envió ese WhatsApp seguido de otro en el que decía tener la sensación de estar leyendo sobre Zimbabue.

– No es serio esto.

Frente republicano

Sea más o menos serio, nos hemos instalado en un panorama que se veía venir. Y se veía venir porque los expertos llevan tiempo diciendo que si no se daba la famosa “ola azul” –si el Partido Demócrata no arrasaba– el Donald disputaría el resultado. Así ha sido.

En un primer momento sus afirmaciones llegaron al respetable por la vía habitual: Twitter. Que si me han robado. Que si no he perdido. Que si hay que parar de contar el voto por correo. Todo escrito en mayúsculas y con muchas exclamaciones. Poco después su abogado, Rudy Giuliani, convocó a la prensa en el parking de una tienda de jardinería de las afueras de Filadelfia flanqueada por una sex-shop y un crematorio para anunciar que se habían cometido irregularidades en el conteo de votos de Pensilvania, un estado clave a la hora de otorgar la presidencia a Biden. Mientras tanto, los hijos de Trump decidieron sumarse a su padre en Twitter y comenzaron a lanzar mensajes en contra del proceso electoral y en contra de los líderes del Partido Republicano –congresistas, senadores, etcétera– por no salir en masa a secundar las acusaciones del presidente.

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¿Ruedas de prensa de último minuto? No lo piense más: Four Seasons Total Landscaping. | Foto: Bastiaan Slabbers | Reuters.

Semejante fresco consiguió animar todavía más a los votantes de Biden. Si están tan desesperados como para hacer el ridículo de esta manera, se contaban unos a otros, es que ya está todo el pescado vendido. Con esa sensación en el cuerpo miles de chavales salieron este fin de semana a las calles de las principales ciudades del país –el voto del Partido Demócrata es eminente urbano– a celebrar la derrota del Donald y Forocoches, siguiendo esa tradición consistente en trolear al perdedor de turno, envió unos mariachis a la Casa Blanca con órdenes de cantar Cielito lindo, la famosa ranchera (Ay, ay, ay, ay/Canta y no llores/Porque cantando se alegran/Cielito lindo, los corazones).

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Dos bebés en la puerta de la Casa Blanca. | Foto: Caitlin Ochs. | Reuters.

Entonces llegó el lunes. Ya saben: las malas noticias. O sea: el pronunciamiento de varios pesos pesados del Partido Republicano… a favor de Trump. “El presidente tiene todo el derecho a exigir un recuento”, declaró Mitch McConnell, líder de los conservadores en el Senado. Algo parecido dijeron los dos senadores del Partido Republicano en Georgia –uno de los estados en disputa– y una docena de fiscales generales estatales con carnet del partido. También se arremangó el fiscal general de los Estados Unidos, William Barr, cuya estrecha relación con Trump es vox populi.

En las últimas 48 horas se han sucedido los análisis sobre lo descrito en el párrafo anterior. ¿Por qué, tras días poniéndose de perfil, ahora salen todos estos primeros espadas conservadores a defender al Donald? La respuesta parece encontrarse en la influencia que el propio Trump sigue teniendo entre las bases del partido. A fin de cuentas al tipo le han votado más de 70 millones de personas y todo parece indicar que pase lo que pase una parte importante de esos fieles va a seguir escuchándole cada vez que decida emitir una opinión. En otras palabras: los conservadores que estén pensando en postularse a las presidenciales del 2024 harían bien en no mosquear al Donald.

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Manifestantes a favor de Trump protestan en Phoenix, Arizona. Dress code: armas largas. | Foto: Jim Urquhart | Reuters.

Bueno, ¿y ahora qué? Por un lado está el trumpista convencido, convencido a su vez de que ha existido fraude masivo. Por el otro está el anti-trumpista, convencido de que Trump es un autócrata incapaz de asumir la derrota y capaz, por tanto, de enmierdar lo que sea necesario con tal de no claudicar. Y entre unos y otros hay un montón de gente que se rasca la cabeza sin saber muy bien a quién creer y sin saber, sobre todo, qué esperar.

A la pregunta de a quién creer, conviene leer a comentaristas conservadores con predicamento que han votado a Trump sin ser tampoco grandes admiradores del presidente. Gente como el locutor Erick Erickson o como el columnista Andrew C. McCarthy (que antes de convertirse en columnista fue un fiscal federal respetado en los pasillos del Departamento de Justicia). Estos comentaristas y otros de su cuerda sostienen cinco cosas. Primera: han existido irregularidades seguro… como, por otra parte, han existido en todos los procesos electorales celebrados a lo largo de la historia de los Estados Unidos. Segunda: hay que saber diferenciar entre irregularidades puntuales, anecdóticas, y el fraude masivo que Trump dice que ha tenido lugar. Tercera: hoy por hoy no hay evidencias que indiquen la existencia de dicho fraude masivo. Cuarta: en cualquier caso, Trump tiene todo el derecho a presentarse en los tribunales, aunque si lo hace sus abogados deberían llevar consigo pruebas concluyentes que de momento nadie ha visto. Y quinta: los recuentos están muy bien, pero cuando se han dado han logrado, en el mejor de los casos, revertir cientos de votos… y la ventaja de Biden se sustenta en decenas de miles de papeletas. Conclusión: es harto improbable que Trump logre seguir mandando.

En cuanto a la pregunta ¿qué esperar? pues…

Frente demócrata

… ahora toca esperar a que la ofensiva jurídica que acaba de poner en marcha el actual inquilino de la Casa Blanca recorra el camino que tenga que recorrer. Tampoco queda otra. Además, aunque Biden ya ha dado su primer discurso presidencial y ha realizado anuncios en diferentes direcciones (como apuntar paneles de expertos para lidiar con el coronavirus, la crisis económica, el asunto del clima, etcétera) de momento tiene poco que hacer porque el equipo de Trump se ha negado a darle acceso a las instituciones gubernamentales para que se ponga en marcha el proceso de transición habitual (en los Estados Unidos el cambio de gobierno tarda tres meses).

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Joe Bidem y Kamala Harris se dirigen a la nación. | Foto: Jonathan Ernst | Reuters.

Lo que sí han empezado a hacer los asesores del Partido Demócrata es preguntarse qué ha salido mal. Y es que no hay que perder un hecho de vista: como apuntaba Cristian Campos en su análisis poselectoral, Trump habría perdido estas elecciones logrando más votos –72 millones y pico– de los que consiguió el flamante Barack Obama en 2008 y quedándose a poca distancia de Biden (quien de momento lleva 77 millones de votos). Puesto de otro modo: contra todo pronóstico, el trumpismo goza de una salud excelente.

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Manifestantes celebran la victoria de Biden en las calles de Manhattan. | Foto: Caitlin Ochs | Reuters.

Eso también se ve si uno observa cómo han transcurrido las elecciones a escala local. Y es que el Partido Demócrata no ha conseguido arrebatar el Senado al Partido Republicano, ha reducido su ventaja en la Cámara de Representantes y ha recibido malas noticias en varias asambleas legislativas estatales. El batacazo es importante. Máxime si se tiene en cuenta que a Trump no solo le han votado rednecks y millonarios egoistones. También lo han hecho muchísimos latinos –y no solo aquellos cubanos y venezolanos que ven en Biden la encarnación del socialismo que tanto temen–, bastantes hombres negros y no pocas mujeres. Donald Trump ha ampliado, en fin, su base electoral.

Que el país sigue partido por la mitad y extremadamente polarizado, vaya. Unidad, prometía Biden en ese primer discurso electoral. Buena suerte, Joe.

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