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El rito sectario que podría estar detrás del asesinato de niños impuros’

El asesinato de un bebé en Santiago, presuntamente a manos de su madre, dejó en el punto de mira a una secta con millones de seguidores alrededor del planeta. Los padres del bebé pertenecían a este grupo, y las sospechas apuntan a que se podría tratar de un rito sectario que acaba con la vida de ‘niños impuros’. 

El rito sectario que podría estar detrás del asesinato de niños impuros’

El pasado 31 de agosto los informativos y diarios españoles abrieron con un espeluznante crimen que podría haber servido para llenar secciones de sucesos en los magazines televisados matinales durante meses. Un bebé había muerto en Santiago de Compostela, presuntamente a manos de su madre -en prisión provisional desde el 10 de octubre-, en el hotel en el que se celebraba una convención de una secta. Cuando se sospechó que dicha secta estaría detrás del crimen, el silencio mediático se impuso sin razón aparente. Nos adentramos en la oscuridad del Instituto Gnóstico de Antropología Samael y Litelantes, cuyos dogmas y ritos podrían haber inspirado de este crimen y muchos otros, especialmente en América Latina.

La Doctrina de la Síntesis

El Instituto Gnóstico de Antropología Samael y Litelantes, de aquí en adelante ‘la Gnosis’, tiene un arraigo especial en Latinoamérica. Su fundador es el curandero colombiano Víctor Manuel Gómez Rodríguez, que se hizo llamar Samael Aun Weor. Después de su muerte, en 1977, surgieron distintas organizaciones neognósticas que seguían la doctrina de su maestro.

Los ‘gnósticos’, como ellos se autodenominan, están muy presentes en la red. En España, por ejemplo, tienen una web -de diseño arcaico, más propio de otro siglo- en la cual exponen su doctrina. Cada país tiene su propio instituto, y a través de ellos organizan convenciones para reunir a sus seguidores y extender sus dogmas.

Como muchas sectas, los gnósticos manejan una serie de libros fundacionales. El más popular e influyente de ellos se llama ‘El Matrimonio Perfecto’, y su autor es su maestro, Samael Aun Weor. A simple vista, podría parecer un manual de la Sección Femenina, pero ni siquiera llega al nivel. Se trata de una sucesión de dogmas, repetidos e incluso incongruentes entre sí, que explican los fundamentos de la Gnosis y manifiestan los puntos clave para obtener lo que, a su parecer, es un matrimonio perfecto. Su introducción define la razón de ser de la Gnosis, que no es otra que recoger las doctrinas de todas las religiones, sectas y credos habidos y por haber. “Nuestra doctrina es la doctrina de la síntesis”, reza el texto. En él, el autor adopta una postura de ser superior, menospreciando a los que cuestionan su fe: “Los ataques de que hemos sido víctimas, las persecuciones, los anatemas, las excomuniones etc. se deben a la ignorancia, a la falta de estudio”.

Eyacular o no eyacular, esa es la cuestión

El libro centra su crítica especialmente en los matrimonios que se dejan llevar por el deseo antes que por el amor: “Matad no solamente el deseo, sino hasta la sombra misma del árbol tentador del deseo […] Si quieres ser feliz, no te dejes llevar por el deseo”. Sin embargo, más adelante, no demoniza el sexo, sino todo lo contrario: “El acto sexual es la llave con la cual nos convertimos en dioses”. Pero esto tiene truco, ya que Samael prohíbe totalmente la eyaculación masculina y el orgasmo femenino.

El aspecto sobre el que el más incide el autor es sobre la ‘Magia Sexual’, y es a este respecto donde encontramos los mandatos más sorprendentes: “Si el hombre y la mujer saben retirarse antes del espasmo, si tuvieran en esos momentos de gozo delicioso fuerza de voluntad para dominar el ego animal, y si luego se retirasen del acto sin derramar el semen, habrían conocido la Magia Sexual”. Es decir, que sin la presencia de eyaculación en el acto, los amantes pueden encontrar el cielo. De hecho, diviniza a aquellos que lo hagan, ya que el objetivo de no eyacular es “retener toda esa luz maravillosa, todas esas corrientes cósmicas, todos esos poderes divinos”. Establece además una dicotomía entre “magos blancos”, aquellos que no derraman el semen, y “magos negros”, aquellos que sí lo hacen. Los magos negros, a través de su eyaculación, sembrarían el diablo en el vientre de la mujer. Y aquí se produce el salto de la poesía pseudoreligiosa a la peligrosa estigmatización de la casi totalidad de niños concebidos: el nacido de una eyaculación es, para el líder de la secta, un «ser impuro».

La Gnosis en el punto de mira

La autopsia del bebé, de apenas seis meses, fallecido en el hotel de Santiago confirmaba que la muerte no había sido accidental. La primera sospechosa, su madre, Marisol Raue Ortega, que tras una breve hospitalización por una crisis de ansiedad, fue detenida y encerrada en prisión sin fianza. El padre, Raúl Serrano, Martínez, que les acompañaba en el viaje y participaba en el congreso, se mostró ante los medios con extrema frialdad ante la muerte de la niña, llegando incluso a pedir a los periodistas que abandonases sus pesquisas porque, en su opinión, se trataba de un asunto estrictamente «familiar». Serrano declaró que había discutido con su mujer unas horas antes por su hija, aunque se negó a aclarar el motivo de la discusión. Más tarde confirmó haber realizado un “ritual esotérico de resurrección”.

Días después, el ‘cazador de sectas’ Héctor Walter Navarro Pandol denunció al padre por inducción al homicidio. Este experto en la organización defendió que la madre no habría asesinado a su hija por un “acto demencial”, sino que se trataría de un “rito sectario”. Según él, la secta siempre trata de esconder sus delitos en presuntos problemas mentales de los que los ejecutan. Para Navarro Pandol, el padre de la criatura habría inducido a la madre al asesinato “por no haber cumplido los progenitores con la norma de la secta Gnosis de que en el matrimonio los esposos no deben nunca llegar a la eyaculación seminal ni al orgasmo”. Además, la secta podría haberlos acusado de “fornicarios”, por lo que habría una presión extar sobre ellos desde el nacimiento del bebé.

Este caso, entre muchos otros, pone en el punto de mira la actividad de esta secta. Según Navarro Pandol, en Argentina -país del que proviene- se habrían dado otros muchos casos de muertes de bebés considerados impuros por la doctrina de la Gnosis. Un reducido grupo de denunciantes externos a las familias implicadas intentan que se investigue a fondo el goteo de bebés asesinados entre los «fieles gnósticos» sin encontrar, por el momento, respuesta y topándose a menudo con un muro de silencio en todo lo que rodea a las actividades de los participantes en los rituales gnósticos.

La cuestión que se nos plantea ahora es qué pueden hacer los gobiernos y la justicia contra estas sectas y hasta qué punto la culpabilidad de los crímenes debe recaer solamente sobre sus autores materiales. La humanidad se ha regido por dogmas de todo tipo, y la vulnerabilidad de ciertas personas puede conducirles a ser captados por aquellos más dañinos. Sin embargo, los más vulnerables de todos los individuos son los niños. Resulta espeluznante ver que sus vidas puedan correr peligro por el simple hecho de que un libro o un extravagante ‘mesías’ les declaren impuros, y a su progenitores «magos negros», incapaces de alcanzar los miterios del «matrimonio perfecto» de Samael.

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