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Los cortes de luz en Cañada Real: «Queremos legalizarlo y pagar nuestro recibo como todos los demás»

Naturgy asegura que no hay casi contadores legales en esa zona de Madrid y que son las plantaciones de marihuana las que causan los cortes de electricidad, pero los vecinos afirman que esto no es cierto

Los cortes de luz en Cañada Real: «Queremos legalizarlo y pagar nuestro recibo como todos los demás»

Emilio Naranjo | EFE

Filomena. Cuántas veces habremos escuchado esa palabra en una semana. Nieve, frío, hielo, carreteras cerradas, supermercados vacíos… Ahora imagina todo eso sin calefacción ni agua caliente. Así están pasando esta ola de frío los vecinos de Cañada Real, que llevan desde principios de octubre sin luz.

La empresa que suministra el servicio, Naturgy, asegura que no hay casi contadores legales en esa zona de Madrid y que son las plantaciones de marihuana, con su elevado consumo eléctrico, las que causan los cortes de electricidad. Finalmente, tras días de manifestaciones y quejas, han comenzado a cortar algunas de las conexiones sospechosas. Mientras, los vecinos de Cañada Real siguen sin luz y con dificultades para salir de sus casas a comprar comida, gasolina o leña.

Tres meses sin luz

Las razones que dan la empresa y las autoridades madrileñas son variadas y van desde las plantaciones de marihuana hasta la falta de contadores legales, pasando por que el problema de la zona es la delincuencia. Pero la realidad es que, por el motivo que sea, son casi 8.000 personas las que llevan desde el 2 de octubre sin luz.

«Está suponiendo psicológicamente y emocionalmente toda la experiencia de cómo se puede sentir una persona totalmente excluida y apartada de la sociedad», cuenta a The Objective Cristina Pozas, una vecina del sector V de la Cañada Real que vive con su pareja. «Es muy difícil levantarte por la mañana, ir a trabajar, convivir con tus compañeras y compañeros y ver que tú no estás siendo tratada igual que los demás simplemente por el hecho de vivir en Cañada Real, no por parte de tus compañeros, sino por parte de las administraciones, del Gobierno», añade esta vecina, que trabaja como monitora en un comedor escolar.

«Esto está afectando mucho a todos los vecinos. Los niños no se pueden ni duchar para ir al colegio, lo estamos pasando muy mal», cuenta a The Objective José Fernández, un vecino del mismo sector. Sus cuatro nietos, que viven con él y su hija, no están pudiendo ir al colegio. «Hace mucho frío y se tienen que vestir debajo de la cama, es imposible. Tenemos hasta el agua congelada del frío que hace», dice.

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Un vecino manipula un generador para intentar calentar su casa. | Foto: Mariscal | EFE

«Lo que necesitamos es que la luz vuelva, es básico. Hay familias con menores con problemas respiratorios que necesitan máquinas de respirar, con enfermedades del corazón, hay personas mayores con bombonas de oxígeno, todo eso necesita luz. Y claro, unos días bueno, pero es que son tres meses, es una situación ya de emergencia», denuncia por su parte, Laura Gil, responsable de los programas en Cañada Real de la Fundación Secretariado Gitano.

Una alternativa legal

Que no hay una instalación eléctrica legal en gran parte de las viviendas de la Cañada Real es algo que no se puede negar. Pero también es cierto que los vecinos llevan tiempo pidiendo que se les instalen contadores para poder pagar la luz o, en su defecto, alguna alternativa para tener acceso a este servicio básico de manera legal.

Lo que piden es, «a corto plazo, que se restablezca la luz, y a continuación, la adecuación del suministro para poder legalizar y pagar nuestro recibo como todos los demás y no tener este tipo de problemas», demanda Pozas.

Asegura que han solicitado esto «constantemente, a través de asociaciones, de modo individual, pero es como una trampa que nos ponen: por un lado nos critican que solamente hay cuatro contadores legalizados, que no es cierto, hay muchos más, y luego por otro lado no nos permiten a la hora de instalárnoslos porque no tenemos cédula de habitabilidad. Es una encerrona que nos hacen», denuncia.

«Siempre sale en las noticias la situación de ilegalidad o de alegalidad de las viviendas. Lo que reclaman los vecinos al final es poder pagar un contador y poder pagar un recibo de la luz, esa es su reivindicación, no es que quieran tener luz así porque sí», afirma Laura Gil. «La situación de Cañada Real al ser un barrio con unas viviendas que no son legales, no están en una zona urbanizable, es un poco más complicada, pero nosotros entendemos que se podrían ver vías, alternativas o ver alguna solución».

El pacto regional

Los vecinos de Cañada Real denuncian que se está incumpliendo el pacto regional firmado en 2017, que incluía entre sus «medidas para dignificar las condiciones de vida de los habitantes» de la zona la de «garantizar a los ciudadanos un adecuado suministro de energía eléctrica», según explica la propia Comunidad de Madrid.

«El pacto regional firmado en 2017 recoge la garantía de los suministros básicos a todas las personas que vivimos en Cañada mientras se acuerda una solución, porque es un derecho», explica Cristina Pozas, que denuncia que el presupuesto destinado a ese suministro no ha dado resultado: «Yo no sé qué han hecho con ese dinero, dónde lo tienen, porque desde luego aquí no solo no garantizan, sino que además nos lo han retirado, tanto Naturgy como la Comunidad de Madrid».

Por su parte, Laura Gil, que desde Secretariado Gitano y junto a otras asociaciones trabajan «todas coordinadas con la idea de hacer de articulación con la administración», considera que hay que «ceñirse al pacto, que es la estructura ahora mismo en la que la administración tiene que reflejarse».

Las soluciones que ofrece Madrid

Ante esta situación, la Comunidad de Madrid y Naturgy han ofrecido soluciones temporales, como el realojo de los vecinos a albergues mientras duren los cortes de luz o la donación de bombonas de butano para que tengan una fuente de calor estos días. Sin embargo, los vecinos no están contentos con estas ofertas e insisten en que lo único que quieren es que les devuelvan la luz.

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La Fundación Madrina reparte alimentos a 40 familias necesitadas. | Foto: Mariscal | EFE

«Lo de realojar en pabellones lo han cerrado ya porque ningún vecino hemos querido ir. Nosotros tenemos nuestras casas, nuestra cama, nuestro cuarto de baño, nuestra cocina y nuestros hogares. No vamos a sacar a nuestros niños pequeñitos para hacinarlos junto con 400 personas más para que estén durmiendo en una camilla, ni para que estén compartiendo en plena pandemia pabellón por el hecho de estar caliente», dice Cristina Pozas. «Preferimos cinco mantas y estar en nuestra casa».

Sobre las bombonas, insiste en que «lo que los vecinos necesitan es que nos devuelvan la luz». Además, añade, «nos donan bombonas los que nos han quitado la luz, los que nos pueden devolver la luz».

Lo mismo opina José Fernández: «Para qué queremos eso, si lo que queremos es la luz, eso es para que la gente diga ‘uy mira, han donado bombonas de gas’, pero para qué, si yo no necesito eso, yo necesito luz para poder vivir». Sobre los albergues, como su vecina, defiende que nadie va a «dejar su casa». «Cómo vamos a dejar nuestras casas, los vecinos ni locos, quién va a ir. Imagínate, que tampoco sabes quién lo puede tener (el coronavirus)».

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